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Pedro Bellés, autor de ‘La maldición del peregrino de Portell’:  “Mi novela se basa en una tradición del siglo XV en estado puro” Pedro Bellés, autor de ‘La maldición del peregrino de Portell’:  “Mi novela se basa en una tradición del siglo XV en estado puro”
Pedro Bellés, autor de ‘La maldición del peregrino de Portell’, en la Casa Aliaga. C.M.

Pedro Bellés, autor de ‘La maldición del peregrino de Portell’: “Mi novela se basa en una tradición del siglo XV en estado puro”

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Pedro Bellés es vecino de La Iglesuela del Cid y trabaja en la fábrica textil Marie Claire desde hace veinticuatro años. Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales, publicó en 2014 la novela Oficiales de Carrasca. Victoria o muerte y acaba de publicar su segunda novela, La maldición del peregrino de Portell.

-¿Cómo surgió la idea de escribir este libro?

La idea surge a partir de la presentación de Oficiales de Carrasca en Portell. Allí me regalaron un librito sobre los peregrinos y tras leerlo pensé que ahí podía haber una historia, pero en principio no pensaba en volver a escribir. Después, en la presentación de La Iglesuela del Cid, mi hijo, que entonces tenía ocho años, me dijo: “Papá, tendrías que escribir otra novela ambientada en La Iglesuela del Cid sobre misterio”. Entonces él estaba enganchado a la serie de Scooby Doo,  salían mansiones encantadas y estaba súper emocionado con el tema del misterio. Así que me propuse  intentarlo. En Iglesuela tenemos la Casa Grande qué es un lugar muy apropiado para escribir novela de misterio y,  como estaba reciente la presentación en Portell, quise que también girase en torno a la tradición de los peregrinos. Empecé a escribir y siempre tuve la sensación de que esta historia se escribió sola.

-Así, ¿la novela se desarrolla entre Portell y La Iglesuela?

-El esqueleto de la novela sería la peregrinación que hicieron los peregrinos de Portell a finales del siglo XV. Cuenta la tradición que trece hombres fueron a Roma para entrevistarse con el Papa para que este intercediera con Dios y pusiera fin a una época de sequía que duraba siete años y a la peste negra. Cuando llegaron, el Papa les dijo que no hacía falta que hubieran hecho ese largo viaje, sino que era suficiente con haber ido a la ermita de Sant Pere de Castellfort levantada en honor al primer Papa que hubo sobre la tierra. De este hipotético viaje que hicieron los trece peregrinos solo regresó uno hasta Portell. A partir de ahí una conocida escritora francesa regresa al Maestrazgo, la tierra de la cual partieron sus abuelos hace mucho tiempo, buscando una verdad que le ha sido negada durante toda su vida. Ella es la protagonista de la novela,  el destino la conducirá hasta La Iglesuela y se instalará en la Casa Grande, donde entrará en contacto con el espíritu de un niño que murió en la posguerra civil española. Entrelazo tres épocas, la Edad Media, la Guerra Civil y la actualidad. Hay un capítulo que transcurre en Villafranca, otro, muy romántico por cierto, en el Hotel Balfagón de Cantavieja y el resto, entre el Languedoc Rosellón y el Maestrazgo, sobre todo, en el pueblo en el que vivo, La Iglesuela del Cid.

-¿Cuáles son los ingredientes principales de la novela?

-No es una novela histórica, aunque relate con máximo rigor y respeto la tradición de los peregrinos de Portell. En lo que respecta a la peregrinación entre Portell y Castellfort es una transcripción de la experiencia de un amigo mío que ha sido peregrino varias veces.  Sobre todo sería una novela de misterio con un importante contenido  erótico.  También podría hablarse de novela negra, porque hay crímenes, pero sobre todo misterio y suspense. Intento sorprender en cada una de sus páginas al lector.

-¿Qué le atrajo de esta tradición de los Peregrinos de Portell?

-Lo que más me llamó la atención cuando me documenté  fue el que se conservase una tradición tan antigua en estado absolutamente virgen, sin que se haya modificado prácticamente desde sus orígenes. Es una tradición del siglo XV en estado puro.

-¿Planifica la historia al detalle desde el principio antes de escribir o se deja llevar y que vaya surgiendo?

-Así como Oficiales de Carrasca la planifiqué desde el principio y sabía el comienzo, la trama, el desenlace y todo lo tenía programado desde el principio,  esta fue surgiendo poco a poco. Por eso suelo decir que se escribió sola. Las ideas venían a mi mente sin buscarlas. Llegaba de trabajar, iba a andar un rato y surgían, aparecían  las dos o tres páginas siguientes, que escribía cuando llegaba a casa. Nunca he sabido cómo iba a transcurrir más allá de la siguiente página. Me ha gustado más esta experiencia que la anterior porque entonces el libro de alguna manera estaba escrito, yo no daba posibilidades a la imaginación ya que me basaba en hechos reales.

-¿Cuánto tiempo le ha llevado escribir esta novela?

-Empecé aproximadamente en noviembre de 2014 y terminé en abril del 2016. Tengo que decir que la he escrito dos veces una en tiempo pasado y la definitiva en presente. El presente es el mejor tiempo verbal para el misterio.

-¿Qué autores le inspiran? ¿Cuáles son un referente para usted?

-Sin ir muy lejos está Pío Baroja, que a mí me gusta mucho cómo describe. Lo hace muy bien, con muy pocas palabras, utiliza el recurso del adjetivo sin complejos y a mí me parece que es un acierto e intento hacerlo también. De los actuales, me gustan las tramas de Ken Follet y la prosa de Carlos Ruiz Zafón, sobre todo en el manejo de los diálogos. Sus diálogos son muy buenos, su trama menos.

-¿Qué acogida está teniendo la novela? ¿Cómo está yendo la promoción?

-Estoy contento porque hasta ahora las críticas de la gente que lo ha leído son buenas. Es una historia que engancha desde la primera página y en una semana  ya me dicen que les ha gustado, que les quito horas de sueño. Que la lean en tan poco tiempo es muy buena señal. Me ha corregido mis dos libros Severino Carlos Julián Rochela, maestro de Iglesuela, qué es una persona que ha leído mucho, es muy  crítica con lo que se escribe y me dijo que era buena. Su opinión para mí es importante.  Respecto a la promoción, empecé en julio en Villafranca, en la feria de la Magdalena, lo presenté en La Iglesuela el 26 de julio, donde me acompañó la Consejera de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón, Mayte Pérez, y continuaré con presentaciones en  Mosqueruela, Portell, Mirambel, Castellfort, La Todolella y Benassal. 

El domingo, 18 de agosto, a las 19 horas,  la presentaré en el Hotel Balfagón de Cantavieja, lugar donde transcurre un capítulo de la trama de esta historia. Quiero subrayar el apoyo que siempre he tenido por parte de Cristina Mallén, técnica de Cultura de la Comarca, y en esta ocasión también de Mariano Balfagón por prestarme su hotel y su tiempo para poder dar a conocer mi obra en la capital del Maestrazgo, Cantavieja.

-¿Le hubiese gustado protagonizar alguna de sus historias o intercambiarse con algún personaje?

-La protagonista de este libro es una mujer llamada Cecile, y es un personaje cuya característica principal es la sensibilidad. Me identifiqué con ella y me ha gustado mucho por esto. En el anterior libro de Oficiales de Carrasca narraba la historia un antepasado mío,  me identifiqué con él, con cualquiera de los guerrilleros que participaron en la Primera Guerra Carlista, cuya historia quise dignificar.