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Marta Igual, artesana: “Mi abuela Rosa me enseñó a hacer asientos con anea y ahora los hago por encargo” Marta Igual, artesana: “Mi abuela Rosa me enseñó a hacer asientos con anea y ahora los hago por encargo”
Marta Igual, el pasado fin de semana en Rubielos tejiendo una silla con boga

Marta Igual, artesana: “Mi abuela Rosa me enseñó a hacer asientos con anea y ahora los hago por encargo”

“La boga se coge verde en el río y se deja secar; luego se moja, pero solo la que necesitas, si no se pudre”
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Cruz Aguilar

Marta Igual tiene 22 años y posiblemente es una de las personas más jóvenes que sabe tejer sillas con boga, enea o anea, una fibra vegetal que se obtiene de los juncos de los ríos y, tras secarla, se convierte en un material muy resistente para fabricar asientos para las sillas de madera. La mayor parte de las sillas que se usaban en el pasado en la provincia de Teruel estaban fabricadas así, pero ahora los materiales sintéticos han desplazado la enea hasta prácticamente su desaparición. Rosa Alegre sabía que su oficio había caído en desuso y por eso tenía gran interés en que alguien de la familia lo aprendiera, por lo que cuando vio a su nieta Marta tejer con sus manos adolescentes la boga respiró tranquila.

-¿Quién le enseñó a tejer las sillas de enea?

-Mi abuela Rosa Alegre, hace cinco o seis veranos. Ella lo aprendió de su madre y durante alguna época lo hizo para ganar dinero. Ella siempre salía a mostrar el oficio durante los medievales en Rubielos y ahora he cogido el testigo yo.

-¿Le llevó mucho tiempo aprender?

-Estuve varios días con varias sillas porque al principio los cordones y los nudos me salían más gordos, es cuestión de práctica y de que te dejen hacer, aunque en esas primeras tuve que deshacer alguna que otra vez. Yo era muy constante y mi abuela me insistía y al final ya las hacía yo.

-¿Alguien más en su familia ha cogido el testigo de la abuela Rosa?

-Solamente yo, un hermano de mi abuela, Severo, también hacía, pero no sé le llegó a enseñar a algún hijo. En cualquier caso soy la única que sigo haciendo sillas para la gente cuando me lo encargan. 

-¿En la zona hay mas gente que teje con boga?

-Que yo conozca no, aunque es verdad que cuando estoy haciéndolas en los medievales de Rubielos viene gente mayor que me dice que sabe hacer o que hacía o hijos de ancianos que recuerdan a sus padres tejiendo. 

-¿Qué lleva a una adolescente a animarse a aprender a hacer asientos artesanales?

-Mi abuela siempre se preocupaba de enseñarme porque le daba pena que nadie aprendiera, una tarde me apetecía y ella también tenía ganas y nos pusimos. Desde entonces nunca he perdido las ganas, sobre todo por pasar tiempo con mi abuela, era una forma de estar juntas.

-Su abuela quedaría conforme de poder enseñar a alguien, ¿no es así?

-Sí, estaba contenta, y cuando hice las tarjetas en las que pone que elaboro asientos de enea ella las repartía súper orgullosa, siempre decía a la gente de Rubielos, su pueblo, que nadie aprendía y cuando me puse yo fue feliz y se lo iba contando a todo el mundo.

-¿Qué es lo más difícil a la hora de tejer una silla?

-La terminación, es el paso más engorroso y complicado, por eso siempre la hacemos en casa. Mi abuela lo decía y yo lo he comprobado que es con lo que más se suda.

-¿Siempre utiliza enea?

-Sí. Mi abuelo Ramón, marido de mi abuela Rosa, usaba la cuerda, en la oficina de turismo hay una silla realizada con una trenza de cuerda que hizo mi abuelo, pero yo con cuerda no sé. Con la cuerda se pueden hacer diferentes dibujos, con la boga no puedes ir jugando, aunque se cierra de forma diferente si el asiento es cuadrado a si es rectangular. En muchas sillas hay una parte más ancha que la otra y tienes que ir igualando, otras son iguales, depende del estilo de silla el cierre queda más arriba o más abajo.

-¿Dónde recoge la boga?

-Se coge en los ríos, pero yo no he cogido nunca porque tengo bastante para los encargos que recibo. Quiero aprender a secarla porque hay que recogerla en verde y dejarla a secar al sol hasta que queda blanca. Entonces se ata en fajos del mismo tamaño y se conserva hasta que la vas a usar, que se tiene que mojar. Tienes que calcular la que vas a emplear porque una vez mojada ya no se puede guardar, se pudre. 

-¿Para quién hace estos trabajos?

-Para la gente de los pueblos de alrededor que me conoce o me ve en el mercado, alguna gente me llama de Barcelona. A mi abuela, que llevaba tantos años, sí le pedían sillas de sitios más alejados. 

-¿El oficio da para ganarse la vida?

-Yo lo hacía por gusto, para estar con la abuela, nunca lo he hecho por ganar dinero, ahora es una forma de recordar a mi abuela, pero tengo otro trabajo, las sillas las hago en mis ratos libres. 

-¿Cuánto tiempo le lleva hacer una silla de tamaño normal?

-Unas cuatro horas o cuatro horas y media sin parar, pero las hago a ratos, aunque no es problema porque la gente que me hace el encargo le tiene cariño a las sillas y siempre me deja tiempo para hacerlas.

-¿Cree que se aprecia el trabajo artesanal hoy en día?

-No mucho, la gente lo ve caro porque hoy en día con todas las industrias que hay no se valora la artesanía. Estos asientos llevan el trabajo de tejer y de recoger la boga, hoy en día parece que todo se tiene que hacer rápido y se venden asientos muy parecidos pero que no son de boga. Hay gente que si es mayor o tiene familia que lo han trabajado sí que lo valora, pero otros que no. Pero yo siempre digo que si ellos no lo quieren pagar o no están a gusto con el precio es mejor no hacerlo. Cada asiento que hago lo hago con cariño, lo valoro y pienso en que se va a utilizar.