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Medievales en Rubielos Medievales en Rubielos

Medievales en Rubielos

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Cruz Aguilar

Las fiestas medievales están de moda. La verdad es que ya no sé si puede decirse que están de moda porque llevamos mucho tiempo escribiendo de ellas. No hay pueblo que se precie que no tenga un pasado medieval digno de recrear para atraer a artesanos y turistas que, de paso, recorren las calles –el resto del año en muchos casos prácticamente vacías– y hacen algo de gasto en bares y tiendas. 
Cuando apenas había fiestas medievales en ningún sitio, al menos de Teruel y España, Rubielos de Mora decidió sacar partido a sus estrechas callejas jalonadas de palacios medievales y renacentistas y montar un Fin de Semana Medieval. En sus calles los artesanos se agolpan para mostrar productos que, en muchos casos, son difíciles de encontrar en otros lados, como las sillas de anea que ayer tejía despacio Marta Igual (que aprendió el oficio de su abuela) junto al portal de San Antonio.
Ahora, 32 años después de iniciar esa aventura, los rubielanos siguen sacando sus trajes –que no disfraces, como se apresuran a recalcar– inspirados en los ropajes de doña Elvira y doña Sol del armario y colgando los pendones con más solera de prácticamente toda España. La ilusión no ha mermado y sus ganas se reflejan en los detalles que hay en las calles, como los cestos de espliego y romero que dan aroma al pasado y al presente del pueblo. 
Pero además de por tradición –que no es poco– Rubielos puede celebrar por todo lo alto su feria inspirada en el medievo porque apenas necesita atrezo. La piedra y la madera, materiales que casi no han evolucionado en los últimos mil años, ofrecen la acústica ideal para los grupos de música que, con dulzainas y tambores, ponen la banda sonora a la celebración. 
Las casonas sirven de telón de fondo a los feriantes, muchos de ellos viejos conocidos por vecinos y veraneantes. Y es que resulta que los medievales de Rubielos son unos de los más rentables de los que se hacen en España y por eso el que pilla hueco en el casco histórico se resiste a faltar a su cita estival con el pasado turolense que es fundamental a la hora de hacer caja.