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Raquel Fuertes

Así es como tengo la batería. Me imagino que a estas alturas de septiembre y con la DANA dichosa acechando, no hay otra. Me gusta dar un repaso a la actualidad antes de ponerme a escribir. Normalmente encuentro inspiración en lo que más me indigna y ¿saben lo que ha sido hoy? Pues lo del autobús (único) de los sábados a Madrid. 

A estas alturas de la película, con los 50 más cerca que los 40, ya estoy dejando atrás casi cualquier pizca de idealismo y las reivindicaciones solo van a lo práctico. 

No voy a achacar todo a la edad porque mi pragmatismo era sello de identidad a los 20, pero, lo dicho, a estas alturas ya no me apetece elucubrar sobre lo que hablan Calvo y Echenique o si en la Diada eran más o menos que el año pasado.

Sinceramente, creo que me afecta más que se profundice en el aislamiento de Teruel, aunque no viva en la ciudad. Pienso, por ejemplo, en mi suegra y sus primas, cuando vienen a pasar unos días a Teruel y que ahora lo van a tener un poco más difícil para ir o volver. 

O cuando estando en Teruel me apetezca ir a Madrid (alguna vez ha pasado) y no me importe hacer el periplo con aires de siglo XX iré a la estación y veré que las opciones son escasas y probablemente cambie mis planes.

Y eso es puro esnobismo, lo sé. Porque hay gente que necesita ir y no va a poder si no dispone de vehículo propio o mucha, mucha paciencia (no olvidemos que el tema del tren pasa por Valencia o Zaragoza donde aún hay que ir en bus). 

He vivido en Canarias y el sentimiento de insularidad va a acabar siendo para algunos el mismo que experimentaban los que llevaban años viviendo en aquel paraíso en medio del Atlántico en el que acababan sintiéndose encerrados.

Sí, me descarga la vuelta del verano, pero también la situación que crean la política y los intereses económicos. Un todo ficticio en el que realmente no sabemos nunca qué pasa ni para qué sirve que votemos o nos expresemos en manifestaciones. 

Total, al final lo que nos queda es un autobús menos y sentirnos algo más olvidados. Y eso, en el día a día, es lo que cuenta.