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Discurso positivo Discurso positivo

Discurso positivo

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Francisco Herrero

Sayed Kashua es un joven de 44 años nacido en Palestina y que se convirtió en ciudadano de Israel. El chaval era espabilado y consiguió aprender hebreo para labrarse un futuro en el Jerusalén judío. La vida le comenzó a ir bien. Haaretz, el principal periódico israelí, se enteró de su existencia y lo fichó para escribir una columna semanal de tono humorístico. Los textos de Sayed solían relatar los problemas a los que se encara un palestino cuando decide vivir entre judíos, siempre en un tono amigable, cercano y sin resquemores. El columnista estaba convencido de que la convivencia entre musulmanes y judíos era posible. Él era la muestra palpable de su teoría.

Sin embargo, el 4 de julio de 2014 Sayed confesó en la columna de Haaretz que se mudaba de Jerusalén a Estados Unidos. Y que nunca más volvería. Tras una veintena de años como ciudadano israelí, constataba que un palestino nunca podrá vivir en el Estado de los judíos. La cohabitación entre ambas religiones es imposible. El intento de dar una visibilidad positiva mediante el ejemplo propio había fracasado. Tardó una veintena de años. Y eso que desde joven se lo llevaban avisando. Pero siempre quiso creer en un mundo ideal. Sabía que la experiencia norteamericana sería difícil, pues tendría que aprender un nuevo idioma y comenzar a trabajar en cualquier oficio. A pesar de todo, vivir alejado del odio no le iba a venir mal.

Hace un año, un joven nacido en un entorno urbano y replantado en el medio rural recibió una propuesta para escribir una columna semanal en el principal periódico de la provincia. Los textos han retratado la experiencia en un pueblo a través de frases sarcásticas y un tono desenfadado. Este columnista siempre ha visto el punto de vista positivo de la sociedad rural, haciendo oídos sordos a quienes le insisten en que lo que hace es echar a perder una prometedora carrera en la ciudad. De momento, solo ha pasado un año. Es probable que tengan que pasar diecinueve más para que se dé cuenta, como Sayed, que el discurso positivo siempre cae en saco roto. Y que, cuando ya no quede nadie a su alrededor en el pueblo, no tenga más remedio que emigrar.