Síguenos
Vocación y respeto Vocación y respeto

Vocación y respeto

banner click 244 banner 244
Elena Gómez

En estos momentos estoy en una fase intensa de aventuras y desventuras en el ámbito médico-sanitario. Quizá por eso, más que nunca, ando dándole vueltas al concepto de vocación.

La relación entre paciente y sanitario debe ser de confianza absoluta, alimentada por la vocación de los facultativos. Todos merecemos trabajar en lo que nos gusta o para lo que tenemos aptitudes, pero en el caso de las ocupaciones relacionadas con el cuidado a los demás, esto debería ser una asignatura obligatoria.

A lo largo de mi vida se cuentan por cientos los profesionales de la salud que me han atendido. Y un altísimo porcentaje lo ha hecho de un modo extraordinario y me han ayudado mucho. Sin embargo, de vez en cuando, me he encontrado con personas carentes de empatía que me han hecho sentir peor de lo que estaba.

No hace demasiado tiempo tuve un percance de este tipo. Como paciente crónica, es habitual que me ofrezcan un acuerdo tácito, una vez informada con detalle y tras las recomendaciones pertinentes, según el cual yo decido, en última instancia, los tratamientos que me serán aplicados.

En esta ocasión dicho acuerdo se rompió. La persona que me atendía, pretendió hacerme una prueba mediante un método que, por experiencia propia, sé que es perjudicial para mi integridad física. Mientras yo insistía en que no quería hacerlo así, me sujetó con fuerza y comenzó el procedimiento. Logré zafarme, no sin antes gritarle y lanzarle algún que otro improperio.

No estoy orgullosa de esto último, pero me sentí tan violentada que estuve a punto de sufrir un ataque de ansiedad. Ningún paciente, estando consciente, puede ser obligado a recibir un tratamiento que no desea. Y, en estos casos, lo único que esperas es un poco de comprensión.

La historia tuvo un final feliz, conseguí ser atendida por otra profesional de forma correcta y amable. De la otra persona intento no acordarme. No obstante, a menudo pienso en lo infeliz que será al tener un trabajo por el que no siente ningún tipo de vocación.