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Francisco Herrero

Frank Ocean estuvo de actualidad hace un par de fines de semana por inaugurar un queer club en Nueva York. A la segunda edición, ahora siete días, acudió hasta nuestra internacional estrella Rosalía. He tenido que buscar en internet en qué consiste algo tan ultramoderno y es la discoteca de toda la vida pensada para que se reúna gente rara dispuesta a practicar amores diversos. El chiringuito de Ocean no es exactamente una boîte sino más bien una rave urbana, ya que hasta al caer la noche no se sabe dónde es la fiesta. La novedad del evento, a mi entender, es el nombre elegido: PrEP+, una referencia directa a la pastilla de la profilaxis preexposición al virus de la inmunodeficiencia humana que provoca el sida. ¿Qué hubiera sido de las juergas de los años ochenta y noventa si hubieran inventado ya el medicamento?

La PrEP está revolucionando la vida sexual del personal allá donde se autoriza el uso. Estados Unidos, Reino Unido o Francia son algunos de los lugares donde se ha aprobado. La mayor parte de países la dispensan a grupos de riesgo. España, uno de los últimos en financiar el tratamiento a través del sistema nacional de salud, la receta, según he leído, para hombres gais, transexuales y mujeres prostitutas. Una medida que, digo yo, no contribuye a a desestigmatizar a esos grupos de población. El populacho, no obstante, también puede acceder a la PrEP. Existe un mercado opaco en internet que te las envía a casa en un pispás. Y sin necesidad de que la autoridad sanitaria nacional dé el visto bueno.

Volviendo a lo de la fiesta de Frank, parece que se avecina una nueva liberación sexual. A mí ya me pilla un poco mayor para esos trotes, pero es muy probable que la juventud tenga las hormonas revolucionadas solo de pensar en la pastillita milagrosa. No sé si tienen en cuenta que la PrEP solo previene una enfermedad concreta y que hay unas cuantas más circulando por ahí. Habiendo vivido en la era del miedo, me maravilla ver conversar con tanta soltura de prácticas sin condón. Es cierto que se habla de promover la doble protección, pero yo aquí solo veo una nueva vía de medicalizar la sociedad con un fármaco cuyos beneficios ya están cubiertos por el sexo seguro. O por las nada recomendables dos velas que rigen nuestra vida rural.