Síguenos
Tatjana van Strien,  profesora de psicología de los estilos de alimentación en Amsterdam: “Hay que personalizar el tratamiento de la obesidad e incluir atención psicológica” Tatjana van Strien,  profesora de psicología de los estilos de alimentación en Amsterdam: “Hay que personalizar el tratamiento de la obesidad e incluir atención psicológica”
Tatjana van Strien durante su visita al Campus de Teruel

Tatjana van Strien, profesora de psicología de los estilos de alimentación en Amsterdam: “Hay que personalizar el tratamiento de la obesidad e incluir atención psicológica”

“La restricción alimentaria en sí misma genera ansiedad y puede llevar al comer emocional”
banner click 244 banner 244

La Facultad de Ciencias Sociales y Humanas del Campus de Teruel acoge un seminario sobre estilos de alimentación y peso corporal impartido por una de las más prestigiosas investigadoras internacionales sobre este tema, Tatjana van Strien, profesora de psicología en la Vrije Universiteit Amsterdam y en la Universidad de Radboud de Nijmegen (Países Bajos). 

-Va a explicar las diferencias y relaciones entre la restricción alimentaria y el comer emocional.

-La restricción alimentaria es comer menos de lo que comerías con la intención de mantener o bajar peso y el comer emocional es comer cuando tienes emociones negativas como puede ser estar ansioso o estar deprimido, se comen alimentos de alto contenido energético, que son obesogénicas y contribuyen a la ganancia de peso.

-¿Hay algún factor que esté presente en ambos trastornos?

-El comer emocional es una respuesta atípica porque lo esperable cuando uno tiene emociones negativas sería dejar de comer. La respuesta natural en una situación de estrés es que se te cierre el estómago, se tensen los músculos y el cuerpo se prepare para huida o lucha que es la respuesta evolutivamente natural. 

-¿Entonces, por qué ocurre?

-Hay razones que conectan la restricción alimentaria con el comer emocional. La restricción en sí misma genera ansiedad porque estás intentando controlar lo que comes. Cuando estás a dieta estás negando tu hambre. Si una persona está a dieta de forma repetida lo que hace es desenseñar a su cuerpo a detectar las señales de saciedad y está abriendo la puerta al comer emocional.

-¿Hay un perfil de personas que sufren el comer emocional?

-El perfil típico es gente que no sabe si tiene hambre o no, si están saciados o no. Es gente que tiene problemas para reconocer sus propias emociones que es lo que en Psicología se llama alexitimia. El comer emocional puede darse con independencia de la dieta. El origen puede estar en acontecimientos emocionalmente negativos en las primeras fases de la vida. En una investigación que estamos terminando, un estudio longitudinal que empezó con niños de 14 meses hasta que tenían 20 años, registrábamos cosas como las interacciones padres-hijos y a lo largo de todos estos años íbamos evaluando diferentes aspectos. Hemos visto que la hostilidad de los padres a los hijos tiene impacto en la regulación emocional y a su vez en el comer emocional. En un entorno hostil, uno aprende peor a regular sus emociones y si uno no sabe autorregularas puede acabar recurriendo a elementos externos de regulación como es el comer. 

-¿Cómo se puede tratar el comer emocional?

-Hay modos de abordarlo y parte de técnicas habituales en psicología. La clave es aprender regulación emocional que puede ser con terapia cognitivo-conductual, con mindfulness... La idea es aprender a hacer frente a las emociones sin recurrir a alternativas externas emocionales. 

-¿Se tiene en cuenta esta parte psicológica en el tratamiento de la obesidad?

-El tratamiento básico de la obesidad es come menos, muévete más. Se recomienda dieta más ejercicio pero sabemos que, si bien a corto plazo puede funcionar, a largo plazo se ha visto repetidas veces que no funciona.  Yo recomendaría personalizar los tratamientos, a diferencia de lo que se hace ahora. Vamos a ver primero qué tipo de comedor es esa persona. Si ya está haciendo una dieta severa, recomendarle dieta no va a funcionar y puede llevar al comer emocional. Si es un comedor emocional, el ponerlo a dieta probablemente no va a ayudar. Si hacemos un perfil de cada persona en algunos casos la recomendación tendría que ser derivarlo a intervención psicológica.

-¿Se ha avanzado en la investigación sobre este trastorno?

-En el ámbito científico la respuesta es sí, en el mundo aplicado, no. Cada vez hay más investigación sobre el comer emocional. Los resultados son claros y consistentes: Hay que atender a la regulación emocional. Pero el impacto en el mundo aplicado es escaso, el mensaje sigue siendo: “Come menos, muévete más”.

-¿Por eso a veces las dietas no funcionan?

-En experimentos de laboratorio hemos visto que aquellas personas que están a dieta a veces comen más que quienes no están a dieta. Por ejemplo, se les pone a ver la tele con comida delante y son los que más comen, sin darse cuenta. Son menos conscientes de lo que están comiendo. Es tan antinatural estar a dieta que no funciona. Evolutivamente estamos preparados para hacer frente a fases de falta de alimentación. Lo que hacemos es poner nuestro cuerpo a un nivel más lento, de menos consumo. El cuerpo está preparado para intentar recuperar el peso que se ha perdido. Aquellas personas que tenían sobrepeso y pierden peso tienen su cuerpo a un ritmo más lento con lo que, cuando vuelvan a una dieta normal, van a ganar peso. Cuando una persona va a un dietista y le prescriben una dieta de muy bajas calorías y el paciente dice: “He hecho lo que me has mandado y no he perdido peso”, no está mintiendo. Es posible hacer lo que te dice el dietista y mantenerte en el peso o bajar y luego tener un efecto rebote. Hay razones biológicas y psicológicas por las que las personas que están a dieta no pierden peso.