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El aventurero y escritor Álvaro Neil, Biciclown, da una charla este miércoles en Teruel: “La vida es genial y estamos en ella para algo más que juntar billetes de 50 euros” El aventurero y escritor Álvaro Neil, Biciclown, da una charla este miércoles en Teruel: “La vida es genial y estamos en ella para algo más que juntar billetes de 50 euros”
Álvaro Neil, con su bicicleta durante el viaje alrededor del mundo que realizó entre 2004 y 2017

El aventurero y escritor Álvaro Neil, Biciclown, da una charla este miércoles en Teruel: “La vida es genial y estamos en ella para algo más que juntar billetes de 50 euros”

El asturiano compartirá en el Marín su viaje por 117 países en una conferencia a beneficio de Asapme
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El asturiano Álvaro Neil Biciclown visitará este miércoles, a partir de las 20.30 horas, el Teatro Marín de Teruel, donde ofrecerá una divertida conferencia en la que, a través de su experiencia de 13 años viajando en bicicleta por 117 países, narrará el camino que le ha llevado a autoconocerse y vivir plenamente su vida. Los beneficios obtenidos estarán destinados a la Asociación de Salud Mental de Teruel (Asapme).

-¿Qué podremos ver en el Marín?

-Yo soy clown pero no voy a actuar, sino que contaré mi experiencia dando la vuelta al mundo durante 13 años, mostrando fotos, contando anécdotas... es para todos los públicos y trato de hacerla divertida, con momentos de risa, de emoción y de susto. Trato de que sea una conferencia emocional. 

-¿Cuál es su objetivo?

-Me gustaría ayudar a que la gente vuelva a conectar con la humanidad. Creo que trece años recorriendo el mundo en bicicleta me ha dado una visión más global de las cosas que otras personas que llevan demasiado tiempo metidas en la misma rutina, y en ese sentido puedo ayudarles. 

-La charla se produce casi el 15 aniversario del inicio de su viaje, que empezó el 19 de noviembre de 2004 y acabó el 19 de noviembre de 2017. ¿Esta fecha fue escogida al azar?

-Cuando uno es payaso suele provocar a la vida, y decidí terminar el mismo día que empecé. Decidí que a partir de entonces ese día iba a ser especial para mí, porque la gente celebra su cumpleaños pero nadie elige ese día para nacer. Es importante que tú mismo marques los días que quieres que sean especiales para ti. 

-¿No le gustaba su vida antes de emprender ese viaje?

-Trabajaba en una notaría en Madrid. Me gustaba mi trabajo, mi jefe era bueno y mis compañeros geniales, pero me di cuenta que estaba haciendo algo mal. De los 365 días al año solo tienes 30 de vacaciones para hacer lo que te gusta, y decidí cambiar y vivir cada día como si fuera una fiesta. Decidí que la vida era para hacer algo grande. No digo que todo el mundo tenga que hacer precisamente eso, pero intento transmitir que hay que vivir con pasión. Si tienes un hijo que sea para disfrutar con él, y no para aparcarlo todos los días en casa de los abuelos. Y si trabajas en un periódico o en una farmacia, que sea porque te apasiona. Estamos en la vida para algo más que para juntar billetes de 50 euros. 

-Pero una aventura como la suya obliga a renunciar a muchas cosas...

-Cuando pones en la balanza dos opciones y eliges una, no vuelvas a mirar lo que había en el platillo al que has renunciado.

-¿Qué zona del mundo le impresionó más?

-Posiblemente África, porque es el continente de la hospitalidad. Ahí la gente tiene poco y comparte mucho. En Europa la gente vive estresada, acumula muchas cosas y pone vallas para que no se las roben. Un europeo tiene siete casas pero vive amargado, y el africano tiene una casa de adobe, sin ventanas, y vive feliz. Creo que no tener nada es lo que te hace sonreír cada vez que amanece por la mañana.

-¿Cuál ha sido su mejor experiencia y la peor?

-El viaje me ha dado para escribir siete libros, porque han sido muchos momentos. Los mejores han tenido que ver con la hospitalidad de la gente, y las peores con los coches y con los accidentes. 

-¿Por qué eligió la bici?

-Te permite desplazar muchas cosas que caminando no puedes, y miras la vida a la velocidad de las mariposas, que es una velocidad humana. Si vas en moto cuando llegas a un sitio eres un extraterrestre hasta que no te quitas el casco, pero si vas en bici la gente te sonríe, te admira y te ofrece su comida. El espíritu de superación que tiene es una especie de pasaporte que te abre muchas puertas. 

-¿Ya ha sentado la cabeza? 

-¡No, no la he sentado! Cuando volví del viaje no tenía casa ni trabajo, me compré una autocaravana y sigo siendo un nómada, pero es un lujo comparado con la bici. Estoy escribiendo otro libro, aprendo a tocar el acordeón y me marco nuevos retos. En verano estuve en Himalaya y en marzo me iré a la India para actuar de clown para una ONG... Aprendí que el presente es un país, y si uno es capaz de habitarlo no es necesario fugarse de él cuando tienes vacaciones. 

-¿Es imprescindible ser un aventurero para ser feliz?

- No. Lo difícil es vivir plenamente en esta sociedad, y cada uno tiene que encontrar su camino. Yo encontré el mío, pero el tuyo puede ser ir todos los días al trabajo con una sonrisa, ser hospitalario, averiguar qué te apasiona y hacerlo... y saber qué cosas son para ti y cuáles no. Quizá yo sea incapaz de tocar el violín, ¿pero qué me impide intentarlo con el saxofón?