Síguenos
¿En serio? ¿En serio?

¿En serio?

banner click 244 banner 244
Raquel Fuertes

En abril debía dar pereza, mucha pereza, sentarse a negociar. Vamos, que el puente de mayo se quedaba en mero finde ordinario si se encerraban a negociar. Noviembre, en cambio, es otra cosa.

Un mes que ni fu ni fa. Con frío (dicen que viene nieve de verdad, lo que confirma que winter is coming, en general). Viento. Oscuridad. ¿Qué mejor que ir a echar un café a un sitio calentito? Pues eso debieron pensar Pedro y Pablo (qué chiste tan fácil para los que crecimos con los Picapiedra) este lunes. 

Pedro decía en primavera que no podría dormir si en el Gobierno (algo sacrosanto, por lo visto) entraba gente tan inexperta y de dudosa competencia como los de Unidas Podemos (¿llegó a decir “pelagatos” o solo creí oír entre líneas?). Ole. Así, con serenidad y tono de hombre de Estado, dejó a los potenciales socios más próximos ideológicamente a la altura del betún, rozando el insulto. Algo así como “no me mezclo con la chusma”.

De aquello se pasó a algunas negociaciones entre humillantes y de chiste que dejaron al descubierto que la verdadera intención era ir a nuevas elecciones. De aquel tactismo estos resultados: el bloque progresista ha perdido escaños (tres el PSOE, siete UP) y ni con la suma con Errejón llega a las cifras de abril. Eso sí, en el camino casi ha desaparecido el único partido que alguna vez tuvo vocación real de centro y la derecha más extrema escala escaños.

Sinceramente, no entendía la jugada el lunes. Pero el martes ya creía que lo del abrazo era un meme. ¿En serio? Mientras el lunes Rivera y su dimisión abrían portadas e informativos (qué bien les vino para tapar diferentes debacles y derrotas al resto de partidos), Pedro y Pablo al fin tomaban café. El martes se abrazaban (espero que no tengamos que pensar en algún momento que alguno es Judas), en menos de dos días y sin responder preguntas, y nos trasladaban a un momento que bien podría haberse dado en primavera. Más que nada por no hacernos perder el tiempo y habernos hecho vivir medio año en funciones.

¿Algún consuelo? Pues sí, que Teruel existe y todo el mundo lo sabe. Al final puede que hasta hagamos falta para poner en marcha este país que a veces duele.