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Mátanos suavemente Mátanos suavemente

Mátanos suavemente

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Juan Corellano

Este fin de semana andaba cenando con dos amigos en un restaurante y uno de ellos tuvo a bien pedirse una Coca Cola Zero Zero para beber. Yo me quedé perplejo, no solo por descubrir en ese momento que esa ambrosía existiese, sino por ver los sinuosos caminos que el I+D mundial anda recorriendo últimamente. Por lo visto, es la Coca Cola de toda la vida, pero sin azúcar ni cafeína. Ando contando los días para que la compañía siga metiendo ceros en la ecuación y directamente nos venda una botella de agua. Coca Cola Homeopática: tu bebida de siempre, pero sin todo lo que hacía que te gustara. 

Lo cierto es que las sociedades modernas, bajo nuestro laicismo católico como directriz, nos estamos acostumbrando a eso de poder pecar y no tener remordimiento de conciencia. En la actualidad hay un sinfín de productos que sostienen este paradigma. Está el tabaco sin aditivos. Para los que quieren morir, pero poco. También tenemos las hamburguesas veganas con sabor a carne. Para los que padecen por el sufrimiento animal, pero también por no poder comerse un buen chuletón. Y en la cima, McDonald’s vendiendo ensaladas. Para los que quieren meterse entre pecho y espalda un helado con más calorías que un desayuno inglés, pero antes quieren sentir que lo merecen, que se lo han ganado. 

Me resulta gracioso imaginar cómo sería nuestra sociedad si extendiésemos este ‘pecar flojito’ de nuestros hábitos de consumo a la vida en general. Por ejemplo, pienso en Durex sacando una línea de preservativos para ‘sexo light’, sin libido añadida, con unn condón de pana. Para los que no pueden esperar hasta el matrimonio, pero tampoco quieren disfrutar. O los ‘carteristas zero’. Porque eso de robar esta feo, pero al menos te dejan quedarte con el DNI y el bonobús para ahorrarte el engorro de tener que renovarlos. Cocaína sin gluten y heroína baja en calorías. Podría seguir hasta mañana. 

Me pregunto si estos productos, lejos de reflejar nuestra apuesta por una vida más saludable, muestran más bien nuestra incapacidad para renunciar a cosas y el insaciable deseo de tenerlo todo. Si alguien lee esto y asiente, seguramente querrá matarnos. Adelante. Pero, por favor, mátanos suavemente, flojito.