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Peluquerías turcas

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Francisco Herrero

Lunes, 18 de noviembre. 

La llamada.

Acaba de salir el sol y recibo, todavía con legañas, una llamada del director de Diario de Teruel. Desde esta semana escribiré la contraportada plena del domingo. Formato XXL y con fotografía. Sigo durmiendo.

Me despierto. Mientras desayuno leo que la bolsa suiza quiere comprar la bolsa española pagando mucho más de lo esperable. Bolsas y Mercados, una empresa que llevaba meses de capa caída porque nadie daba un duro por una supervivencia sostenible, es una perita en dulce. Ha tenido que venir alguien de fuera para darse cuenta.

Yo no sé si lo he entendido bien. ¿Es posible que el parqué español y yo mismo hayamos sentido la llamada? El Señor, situado en lo alto de una escalera luminosa, nos canta con voz profunda y gesticula cual vedette en su salsa. El cielo se nos ha abierto para convertirnos en rutilantes estrellas, un destino poco habitual para el común de los mortales. Por fin vamos a brillar conforme a nuestra valía y, al menos yo, ya vuelvo a verme paseando firme por el Óvalo, entre turistas chinos, a la espera del paso del autobús del polígono que va a empaparme el tutú.

Un coche pita en la puerta de la calle y me devuelve a la realidad. Es el cartero con carta certificada.

Martes, 19 de noviembre.

Comunicando.

Si viviera en Fórnoles, no sé si hubiera recibido la llamada del director de Diario de Teruel. Tras días y días sin línea, la compañía telefónica les restableció el servicio por unas horas y hoy vuelve a ser noticia que el pueblo sigue comunicando. “He de decirte tantas cosas pero, mi vida, ¡cómo y cuándo! Si cuando llamo tú estás siempre comunicando” decía Arturo Millán en su canción ganadora del Festival de Benidorm de 1960 y lo mismo le hubiera pasado al gerifalte de esta casa tratando de localizarme.

La telefonía fija es una antigualla pero nos resistimos a abandonarla. Es cierto que a través del cable, ahora de fibra óptica, sigue llegando la mejor conexión a la red. Sin embargo, existen tecnologías mucho más flexibles, fáciles de implantar y más sencillas de reparar. Pero nos aferramos al terminal tradicional. Lo entiendo. Yo mismo sigo escuchando canciones que ya casi nadie recuerda.

Miércoles, 20 de noviembre.

Attention whore.

Alberto Olmos es un señor de Segovia, residente en Madrid, que estos días, tumbado en su cama, pensó que lo de Teruel Existe daba para escribir un artículo digital y ser la comidilla del movimiento ruralista. Dicho y hecho. El texto ya está publicado y se ha convertido en la referencia del centralismo paleto. Las redes sociales han ardido poniendo a     caer de un burro al opinante. Ha conseguido llamar la atención, que es lo que pretendía.

Aunque vivo en un pueblo, también puedo ser un attention whore, como dirían en la capital. Y por eso voy a dar la razón a Alberto Olmos en un aspecto: es muy difícil encontrar una lista entre las papeletas que hay en el colegio electoral con la que te identifiques al cien por cien. Y por eso cada cual acaba yendo a lo suyo. No obstante, afirmar que los partidos sin representación en todo el Estado deberían desaparecer es no querer entender cómo funciona este país. Y así nos va.

Jueves, 21 de noviembre. 

La disculpa.

Susana Díaz vuelve a ser portada de telediarios. Ha pedido perdón. No se sabe muy bien por qué, pues ella no era nadie cuando lo de los ERE, pero se disculpa. Más vale pecar de previsión que de soberbia. Estuvo rodeada de gente imputada y lo mejor es crear un cordón sanitario efectivo, que la vida da muchas vueltas y nunca se sabe si algún día se convertirá en la primera presidenta del Gobierno de España.

Yo perdí el hilo de los acontecimientos sobre la corrupción en Andalucía hace mucho tiempo y la fantasía se me mezcla con la realidad. Los casos que se eternizan me abruman. Ya olvidé cómo empezó el asunto y cualquier novedad carece de contexto para mí. ¿Qué han condenado a cárcel e inhabilitación a no sé cuanta gente? Pues bien. Desde el minuto uno se había dictado el veredicto y solo faltaba conocer la sentencia.

Tertulias y asesorías políticas del y tú más están pidiendo la cabeza de la expresidenta de la Junta de Andalucía. Y de paso, la de Pedro Sánchez. Y el fin del pacto del abrazo. Es normal que Susana Díaz pida perdón. Si a Juan Carlos le funcionó, a ella también.

Viernes, 22 de noviembre. 

La violación.

Anoche me senté delante de la pantalla y me enganché a Gran Hermano. Es violencia pura y dura. Líder de audiencia. Hace unas semanas, cuando Barcelona ardía, sucedió lo mismo. Los audímetros estallaban con los especiales informativos de contenedores en llamas y cargas policiales. A nivel social, a pesar de todo, están mejor vistos los excesos de Cataluña que los de Telecinco.

Es noticia la presunta violación que padeció una concursante hace unas cuantas ediciones del programa. Ella, inconsciente por el alcohol, padeció los abusos del que se decía su novio ante las cámaras. Al día siguiente, la llevaron al confesionario y, sin parar de grabar, le mostraron las imágenes de lo sucedido la noche anterior. Sadismo a tope. Lo que busca la gente, así en general. La gente, así en general, que acude rauda como las moscas al pringue y se une al espectáculo.

Sábado, 23 de noviembre. 

Periodista rural.

Nos hemos reunido en Urriés un grupo de periodistas para hablar de la profesión y el mundo rural. Muy interesante todo.

Mi sueño pasado era conseguir trabajar en el campo de la comunicación y residir en el pueblo. No fue posible. Y por eso soy un periodista rural que vive de la agricultura. Alejarte de las redacciones supone perderse la mayor parte de las oportunidades. Hasta para comunicar sobre el campo es necesario vivir en la ciudad. Para lograr la repoblación hacen falta personas dispuestas a tener la casa alejada de los núcleos de poder y empresas flexibles que faciliten el teletrabajo. Las telecomunicaciones actuales lo permiten, aunque te digan que no.

Domingo, 24 de noviembre.

ASMR.

Voy a echar el día viendo vídeos por internet sobre peluquerías turcas. Lavar y cortar no es lo principal en esos establecimientos. Lo interesante es la tunda que dan al cliente. Porque llamar masaje a esos golpes y estiramientos es, quizás, muy arriesgado. Deleitarme con esas piezas es un claro ejemplo de ASMR o respuesta sensorial meridiana autónoma. Vamos, una especie de hormigueo placentero que se produce al observar la cosa más tonta. Hay gente que lo llama orgasmo cerebral. Mucho mejor que ver los conflictos de los programas de telerrealidad sobre centros de belleza estadounidenses en los canales de la TDT.

LA FOTO

Andaba yo por Sariñena y me encontré con este mural. Alicia, acechada por el conejo del reloj, afirma que quienes reniegan de conseguir un sueño “suelen decirles a los demás que tampoco cumplirán los suyos”. Es normal que quien ha fracasado tenga una visión negativa, piense que las cosas son difíciles de lograr y recomiende poner los pies en el suelo al resto de la gente.