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Periodismo de cercanía Periodismo de cercanía

Periodismo de cercanía

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Cruz Aguilar

Hace algunos días participé en una mesa redonda sobre cómo informamos los periodistas acerca de los pueblos y, dándole vueltas al tema para preparármela, llegué a la conclusión de que la cercanía de los medios locales es un gran valor, pero también tiene su parte negativa.
Me explico. Los periodistas que estamos en el territorio y tenemos que informar sobre hechos de nuestro entorno contamos con algunas ventajas, la principal es que sabemos de lo que hablamos y, además, conocemos a las fuentes que nos facilitan la información. Pero esa familiaridad con los protagonistas de la información hace que, en ocasiones, miremos con un prisma diferente al que emplearíamos si los que generan la noticia fueran desconocidos a los que nunca tuviéramos que volver a ver. 
Hace unas semanas contaba el periodista Óscar Senar en el Congreso de Periodismo y Repoblación de Urriés que él no escribe de su pueblo porque no hay trabajo suficientemente bien pagado como para que pueda poner en riesgo el hecho de seguir yendo al bar con la cabeza bien alta y ganas de charrar con todos. He de decir que yo tampoco suelo escribir del mío y las contadas ocasiones en que lo he hecho no he firmado el trabajo aunque, como decía Óscar Senar, todo el mundo sabe quién está detrás.
Los periodistas intentamos hacer nuestra labor de la forma más profesional posible siempre, pero, pese a ello, hay veces que lo que hay que contar no gusta. Ni a los que aparecen en la noticia ni a los que la firmamos. Pero no agrada no porque lo contemos mal, sino porque la realidad es dura y verla en una noticia, bien sea por la televisión, la radio o en el periódico empeora las cosas. 
Los periodistas de medios locales solemos ser más escrupulosos si cabe con ese tipo de noticias peliagudas porque los protagonistas son personas a las que conocemos y que nos conocen. Esa relación tan directa facilita enterarnos de las cosas, sobre todo en aquellos tiempos en los que no había redes sociales. Pero también nos hace ser muy exigentes con nosotros mismos y ajustarnos a las normas más estrictas del periodismo.