Síguenos
José Antonio Gargallo, escritor de Calanda: “Los pueblos no son impermeables a la cultura si tú no quieres serlo” José Antonio Gargallo, escritor de Calanda: “Los pueblos no son impermeables a la cultura si tú no quieres serlo”
José Antonio?Gargallo, durante la presentación de su libro en Alcañiz

José Antonio Gargallo, escritor de Calanda: “Los pueblos no son impermeables a la cultura si tú no quieres serlo”

El calandino combina la agricultura con la fotografía, la música o escribir novelas como ‘La vida prometida’
banner click 244 banner 244

El calandino José Antonio Gargallo acaba de publicar la vida prometida (Amarante), una historia con toques fantásticos y cierto realismo mágico que habla sobre la mentira. Se presentó en Alcañiz y varias localidades del Bajo Aragón, y en próximas fechas podría hacerlo en Teruel.

- ¿Qué narra La vida prometida?

-La novela está centrada en un personaje que vive en el sur de los Estados Unidos, que como ya hicieran su abuelo y su padre se dedica a ser un embaucador y un liante para sobrevivir. Eso le lleva a la cárcel cuando ya tiene una edad como para plantearse algunas cosas sobre la vida que  está viviendo y sobre el futuro que le aguarda. Allí en la cárcel conocerá la historia de un libro de gran valor económico que existe en un pequeño pueblo, y decide ir a robarlo. Fiel a su estilo, se hace pasar por vidente para lograr sus objetivos, pero descubre que en esa pequeña población hace años que nadie muere, y eso le lleva a hacerse muchas más preguntas y a reflexionar sobre si propia vida y sobre si puede cambiarla. 

-¿Se trata de una novela de género fantástico o suspense?

-No, no he tratado de ubicar a priori la novela en ningún género en particular. Siempre me atrajo la idea de generar una historia a partir de una gran mentira, que fuera en sí misma una mentira y que la mentira fuera, además, la protagonista, con el ambiente en el que se desarrolla la propia historia. Y también me apetecía mucho que hubiera elementos de realismo mágico que desvirtuara un poco la realidad de la narración. 

-¿En qué momento ambienta su pueblo ficticio de Ciudadanía? Porque cuando uno oye las palabras embaucador y Estados Unidos piensa automáticamente en la época de los bálsamos milagrosos de finales del XIX o en la Gran Depresión de los años 30...

-No, en este caso la ambientación es actual. El pueblo de Ciudadanía responde a una cuestión personal. Tengo una novela escrita pero no publicada con un trasfondo histórico cuyo proceso de documentación fue demoledor para mí. Así que quise que esta segunda novela fuera completamente inventada. 

-¿Hasta qué punto le atrae la mentira, como para escribir una novela sobre ella?

-De algún modo es un concepto que me interesa mucho en el sentido de que nos especializamos lo suficiente como para sobrevivir entendiendo que la mentira es parte y debe ser parte de lo que hace que la sociedad funcione. La manipulación que hacemos sobre la verdad a través de la mentira es algo que me atrae. 

-¿El protagonista mentiroso de ‘La vida prometida’ es un pícaro afable y con el que empatizaremos fácilmente, o alguien execrable y censurable?

-Es propio del concepto de mentira que es censurable al mismo tiempo que en muchos casos la entendemos, aceptamos, e incluso la consideramos un mecanismo normal en nuestra sociedad. Piensa por ejemplo, yo que me dedico a la agricultura, en el que utiliza gasóleo agrícola para vehículos normales. Creo que el camino entre la picaresca y la mentira totalmente censurable es muy largo. Y desde luego mi intención era presentar un personaje con el que lector sienta pronto cierto apego. Por eso está escrito en primera persona. 

-¿Hay algún tipo de intención edificante o de crítica en su novela?

- No. Más allá de las conclusiones que cada uno pueda extraer, en mi ánimo no estaba desde luego aleccionar, ni tan siquiera posicionarme. Quería hablar e indagar sobre este asunto, y del mismo modo que lo hago cuando escribo una canción, lo hago también con la novela.

-Canciones y novelas... ¿en qué proyecto anda embarcado ahora?

-También hago fotografía y el Centro Buñuel Calanda expondrá un proyecto mío en Semana Santa. Además hay un libro sobre la casa de Buñuel por ahí... pero son cosas que aún están en ciernes. 

-Y tiene una novela inédita...

-Así es. Habla sobre cuatro pintores y un escritor en los años 30, y a través de saltos entre ellos habla sobre muchos temas, desde el expresionismo abstracto en Estados Unidos hasta la guerra civil española en el Bajo Aragón. Esa novela me llevó tanto trabajo de documentación que me dejó agotado, y no descarto que se publique en el futuro. 

-Le cunde el tiempo...

-Siempre digo que en los pueblos se vive muy bien porque te deja tiempo para dedicarte a lo que te hace feliz. Yo vivo de la agricultura pero escribo, toco la guitarra, hago fotos...

-¿Y qué hay de eso de que los pueblos son impermeables por estar tan lejos de los grandes focos culturales?

-Nada... No estamos tan lejos y hoy en día es imposible ser impermeable a la cultura a no ser que tú quieras serlo. Otra cosa es cómo se nos trate, que eso ya es una cuestión política. Pero yo tengo 46 años y creo realmente que hay que trabajar para ganar tiempo, y que la verdadera felicidad consiste en poder elegir dónde estás y qué haces. 

-¿A qué se refiere con que trabaja para ganar tiempo?

-Mira, en la agricultura si la cosa funciona tiendes a crecer. Y por sistema el agricultor que lleva uno y funciona, tiende a llevar dos. Yo creo que la gracia está en entender que seguramente te basta con llevar 1 y medio, y que ese medio que te sobra puedes dedicarlo a hacer cosas, a tener tiempo para lo que te apetece y lo que te hace feliz.