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Javier Silvestre

725 días han pasado desde que no fumo. 14.504 cigarros evitados. 3.408 euros ahorrados y 60 días de vida ganados. No es que lo haya ido contando compulsivamente, sino que es una de esas aplicaciones móviles la que lleva el recuento por mí desde que dejé de fumar hace ya dos años. Tengo otra que mide lo que como (y lo que dejo de comer). Por ejemplo, el 16 de septiembre ingerí 1.648 kilocalorías divididas en 704 durante la comida, 510 en la cena y el resto en el desayuno y picoteo. 

Pero hay más. El 2 de diciembre hice una hora de ejercicios de calistenia en el gimnasio a las 20.30 horas tras haber caminado a lo largo del día 1,56 km yendo y volviendo del trabajo. Y para rizar el rizo, incluso puedo saber que tal día como hoy, pero en 2018, estaba en Bruselas, donde visité 11 sitios que han quedado debidamente registrados en otra aplicación móvil. Ese día me fui a dormir a las 01.43 de la madrugada tras tomar unas copas en un pub cerca de la Grand Place.

Este 2019 he recorrido un total de 99.279 kilómetros, lo que equivale a 2,4 vueltas al mundo. Teniendo en cuenta que he viajado tres veces a Asia por trabajo no parece muy espectacular, pero si les digo que sólo en noviembre he caminado un total de 61 kilómetros durante 21 horas y que he conducido 2.678 km durante 39 horas sin salir de Madrid la cosa ya es más llamativa. 

Hay tantas aplicaciones para contabilizar lo que hacemos como actividades humanas existen prácticamente. Básculas digitales que te abroncan si engordas demasiado, cepillos de dientes que te hacen una media con los minutos de limpieza de los premolares, cafeteras que añaden a una lista de la compra virtual las cápsulas de café cuando están a punto de acabarse... Se ha creado incluso una aplicación que se llama Poo Tracker y que permite llevar la cuenta de cuántas veces vamos a evacuar al cuarto de baño. Para redondear el asunto, saca estadísticas sobre los kilómetros de papel higiénico que hemos gastado en un año. 

Hay quien pensará que todo esto es una locura, pero ahora que se acerca el final del año es cuando solemos hacer balance. Y para los que sufrimos de una memoria excesivamente selectiva, nada mejor que estas herramientas para fascinarnos con nuestras propias estadísticas. Nos servirá para darnos cuenta de hasta qué punto cada pequeña acción suma y se convierte en un todo que marca algo mucho más grande.

La parte más dramática de todo este asunto es que el mundo en que vivimos nos reduce precisamente a esto, a ser simples números despojados de cualquier atisbo de humanidad. Sin embargo, no me negarán que analizar lo que ha dado de sí este año con la perspectiva matemática que nos ofrecen todas estas aplicaciones también nos permite afrontar, con el mayor de los realismos, los propósitos para el 2020 que está a punto de arrancar. ¡Por un año cargado de buenos números!