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Esther Ciudad, organista y gestora cultural: “Muchas de las oposiciones a los conservatorios han sido un auténtico escándalo” Esther Ciudad, organista y gestora cultural: “Muchas de las oposiciones a los conservatorios han sido un auténtico escándalo”
Esther Ciudad es actualmente profesora de órgano en Teruel. Juan ‘Indio’ Moro

Esther Ciudad, organista y gestora cultural: “Muchas de las oposiciones a los conservatorios han sido un auténtico escándalo”

La ejeana, una de las mejores intérpretes de España y profesora en Teruel, denuncia nepotismo en la educación
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Esther Ciudad (Ejea de los Caballeros, 1973) es la primera y única organista de La Seo en Zaragoza, además de uno de los mejores intérpretes de este instrumento en España. Además forma parte de varias agrupaciones musicales y es gestora cultura, responsable entre otros del Ciclo Internacional de Órgano de Santa Engracia, en Zaragoza. En la actualidad imparte clase de órgano en el Conservatorio de Teruel. 

- ¿Qué hace una organista como usted, nacida en Ejea y afincada en Cuarte de Huerva, dando clase en el Conservatorio de Teruel?

- Pues de momento la vida me ha traído aquí, como profesora interina, y tengo que decir que mis compañeros, la directiva del centro y mis diez alumnos turolenses son maravillosos de verdad. El problema es esa interinidad. Existe un lobby importante de organistas y músicos que impide, a través de los tribunales de oposiciones, que los profesionales que no pertenecemos a sus círculos de amistad accedamos a las plazas de educación en Conservatorios. Muchos exámenes durante los últimos años han sido un fraude, en Pamplona, en Salamanca... algunos de ellos auténticos escándalos. Yo llevo más de 20 años sin conseguir una plaza, y a muchos otros músicos, auténticos virtuosos, les está ocurriendo igual. Y la impugnación no sirve de nada. He impugnado dos veces, las dos he ganado, y sigo interina. 

-¿Qué cree que mueve a estas personas?

-Meter amigos. Que nadie que no pertenezca a su círculo ocupe puestos en los Conservatorios, para conservar su poder, sus privilegios y el dinero que se mueve. Tengo que admitir que cuando llegué a Teruel estaba mal, porque llegaba de una oposición durísima en Pamplona, con mucho acoso. Pero ahora me planteo que la vida me ha traído aquí y, aunque estemos instalados en la mediocridad, tengo que seguir adelante y dando lo mejor de mi misma. Por fortuna la gente que me he encontrado en Teruel es excelente. 

-Caramba... Le iba a preguntar si lo peor que le puede pasar a un organista para ser valorado es ser mujer... pero ya veo que no.

-Bueno... hace tiempo que sé que tenía que ser la mejor en esto o jamás tendría reconocimiento. Y no digo que lo sea, pero trabajo duro para serlo algún día. De lo que más orgullosa me siento es de que mi familia me apoya a pesar de lo duro que es para todos, y de ser capaz de estudiar duro y no haber caído en la mediocridad que me he encontrado en los tribunales de oposición. Aunque en su descargo tengo que decir que son muy buenos tocando dúos para principiante de Antonio de Cabezón. En eso sí. 

-Eso es ironía, ¿verdad?

-Desde luego. 

-La guitarra ha sido la reina de la segunda mitad del siglo XX, el piano es la base del compositor y el violín es tan versatil que lo mismo vale para una sinfónica, una banda irlandesa o un grupo de punk-folk. ¿Qué tiene el órgano que lo convierta en algo único?

-Su sonoridad me atrajo desde siempre casi de forma mágica. Sus claves son la cantidad de registros que tiene, a pesar tener un teclado pequeño, la cantidad de sonoridades y que cada instrumento es único. El proceso de conocer a un órgano para poder tocarlo es precioso. 

- ¿Conocerlo?

-Sí. De un órgano a otro cambia todo. La postura, la técnica, la relación sonora, la dureza de las teclas... no imaginas lo diferente que llega a ser tocar un órgano u otro. 

-Los legos como yo tendemos a entender que el órgano es hermano del piano...

-Bueno... son primos. El piano tiene recursos que el órgano no tiene, pero muchos organistas estudiamos a veces sobre el piano. Son dos instrumentos que se complementan, y de hecho hay transcripciones de música de piano a órgano preciosas.

-¿Requieren adaptación?

-Sí, sí, ya lo creo. Hay que repensar la estructura y la situación de las notas. No es un trabajo mecánico, sino compositivo. 

-¿Es posible o deseable que la música de órgano se renueve, en el sentido de que no se limite casi en exclusiva a la música litúrgica, sino que entre en armonías y músicas contemporáneas?

-Todos los organistas europeos están arreglando y componiendo temas contemporáneos. Todos.  Se hacen músicas del siglo XX y XXI que están sacando al instrumento del contexto litúrgico o antiguo. Otra cosa es que lleguen a España o los escuchemos. Precisamente el Ciclo de Santa Engracia que organizo en Zaragoza tiene ese objetivo, dar a conocer la nueva música de órgano. Y el público escucha Paseo por París a cuatro manos o Libertango de Piazzola y alucina. Pero este grupo de gente del que te hablaba antes, que ha cultivado la música histórica del XVI y XVII, no tiene demasiado interés en modernizar el instrumento. Es demasiado difícil.

-¿Cual de sus facetas relacionadas con la música le llena más?

-Intérprete y gestora cultural. Me apasiona organizar conciertos, ver como crecen los proyectos y crear nuevos públicos. Hace siete años empezamos con 100 personas de público en Santa Engracia y este diciembre éramos 1.000. Es algo que hago con mucha honestidad e ilusión. Si programas en favor del público y del instrumento, y solo en favor del público y del instrumento, los proyectos se van consolidando y es muy satisfactorio verlo.