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Rasgarse las vestiduras Rasgarse las vestiduras

Rasgarse las vestiduras

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Juan Corellano

“Investidme despacio, que tengo prisa”, decía Pedro Sánchez desde la tribuna. En el reparto de papeles, a él le tocó protagonista y a su segundo, Pablo Iglesias, el poli malo. Aunque lo cierto es que buenos hubo pocos en el Congreso estos días. Las acusaciones, faltadas y desprecios corrían de una bancada a otra y cada cual se defendía como podía.

La tensión entre ambos bandos del Parlamento creció de manera evidente este fin de semana. Mientras, las pocas formas y modales que quedaban en la sala continuaron con la caída libre que viven desde hace años. Las puñaladas, que en el Congreso ya se dan en el pecho en vez de por la espalda, eran jaleadas con fervor por diputados de alma hooligan. Los de buen oído incluso podían escuchar reclamos de penalti y algún que otro “comodín, comodín” aislado. 

Bien provistos de hostias, tras los leones también hubo sitio para el roscón de Reyes. Este año, el haba les tocó a los periodistas, que tuvieron que pagar el pato de un debate de investidura con prisas y a destiempo que ha tenido a bien coincidir con uno de los pocos periodos vacacionales que tienen. 

Aunque para horas extra las del dueño de la corona del roscón, Felipe de Borbón, que con solo cinco años en el trono le faltan tres rondas de consultas para alcanzar el total de las que hizo su padre (11) en 39 años como rey. Si hay alguien que desea que esta investidura llegue a buen puerto es nuestro monarca. 

Entre todo este algarabío también tuvo tiempo de hablar, aunque no mucho, ese al que en toda España dicen señor de Teruel. Tomás Guitarte, para los amigos. Teruel Existe, y la provincia a la que representa se llevó su ración de agravios y un fallido boicot tuitero. Porque, por mucho que vayas a separar, una pelea no entiende de buenas intenciones. 

Semanas atrás, ese señor de Teruel prometió negociar una serie de cosas con quien tuviera opciones de Gobierno. Días después, incluyó esa lista de cuestiones en un pacto con quienes finalmente tenían posibilidades de gobernar. La ofensa resulta lógica. ¿Desde cuándo alguien se planta en el Congreso con la intención de cumplir sus promesas?.