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Francisco Javier Millán,  escritor y cinéfilo: “Quizás sea el momento más adecuado para que el rey Arturo regrese de la isla de Ávalon” Francisco Javier Millán,  escritor y cinéfilo: “Quizás sea el momento más adecuado para que el rey Arturo regrese de la isla de Ávalon”
Para Francisco Javier Millán, magia y aventura son más evocadoras en invierno. Raquel Abad

Francisco Javier Millán, escritor y cinéfilo: “Quizás sea el momento más adecuado para que el rey Arturo regrese de la isla de Ávalon”

‘Destino Camelot’ completa la trilogía cinematográfica escrita por el zaragozano sobre una generación entusiasta y nostálgica
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Su seña de identidad es el cine, aunque no la única. “Soy uno de esos niños que tuvieron la suerte de vivir en los años 80, una década prodigiosa para el cine, la televisión y la música. Educado a nivel emocional por las películas de Spielberg y Disney, y por la música de John Williams. Los tres marcaron mi vocación”, destaca Francisco Javier Millán. Ahora el autor zaragozano estrena Destino Camelot: Reinos mágicos del cine y la televisión (Diábolo Ediciones), un excelente abanico cinematográfico y de culto para delicias de los aficionados, trabajo sobre el que profundizamos en fechas tan especiales como este in pass entre Año Nuevo y Reyes.

-Con este precioso volumen cierra por el momento una trilogía nostálgica.

-En 2015 lanzamos Generación Goonies: Los años dorados de la productora Amblin. No existía un libro en español que recorriese la primera etapa —y la más recordada— de la productora de Steven Spielberg. Sentí la necesidad de contar a mi generación, y a los más jóvenes, quiénes somos. Su continuación natural fue Galaxia Lucas: Más allá de la Fuerza, otro viaje nostálgico de la mano de Indiana Jones, Luke Skywalker y Willow. Y fue, precisamente, éste último, quien me llevó al reino fantástico de la Espada y Brujería. Al echar la vista atrás, comencé a recordar mi pasión, un tanto olvidada, por este género y los juegos de rol. Así nació Destino Camelot: Reinos mágicos del cine y la televisión. Los tres forman la trilogía de mis obsesiones juveniles.

-Recuerdos de adolescencia y juventud…

-Absolutamente. Los que me conocen saben perfectamente que me siento muy ligado a esa etapa. Creo que los impactos que recibimos durante nuestra infancia y juventud son los que marcan el carácter y las emociones venideras. Los niños de aquellos años fuimos unos privilegiados al haber disfrutado de unos contenidos audiovisuales increíbles. La industria del cine dio un giro y se fijó en nosotros. Ver Los Goonies, En busca del Arca Perdida y Willow en pantalla grande son instantes que no se olvidan. Y lo mejor de todo, la televisión y la cultura de los videoclubs nos abrió las puertas al mundo. Nos hicieron viajar y soñar más allá de lo que nos contaban en el colegio o en casa. 

-Sí, muchas de sus películas las recordamos de portada en VHS, semilleros de juegos de rol y cómics.

-Este cine huele a estuche de plástico usado de videoclub de barrio. En un mundo sin Internet y sin tanta información, las carátulas actuaban a modo de puente mágico hacia esta clase de aventuras. En esos locales, ahora extintos, nos formamos los jóvenes de entonces, y muchos de nosotros saltamos a los juegos de rol y otros a los cómics. 

-Y como apunta, quizá fue la tele la que primero sembró en nosotros este gusanillo con sus series y animados.

-La televisión en los 80 respetaba al público infantil con unas franjas horarias que eran esperadas semana tras semana. La serie británica Dentro del laberinto -no confundir con la película de David Bowie- y Dragones y mazmorras sembraron el terreno de lo fantástico en nuestro país. Por otro lado, la programación cinematográfica de TVE nos trajo los fines de semana grandes aventuras. Recuerdo como si fuera ayer la emisión de El dragón del lago de fuego producida por Disney en Primera Sesión y Excalibur en Viernes Cine. 

-¡Parece que no hay nada sin la Excalibur!

-La espada hundida en la piedra nos volvió locos gracias a la visión de John Boorman en Excalibur, una película estrenada en 1981 y con un aspecto visual abrumador. Este cineasta británico soñaba con adaptar a Tolkien, pero las dificultades para encontrar la financiación necesaria le hicieron volver tras los pasos del origen de todo. En la historia de Arturo ‘el viaje del héroe’ obtiene la definición actual, la misma que sería utilizada una y otra vez en sagas como Star Wars, Harry Potter o El Señor de los Anillos. 

-Defina reino fantástico.

-Camelot lo era, pero se quedó en una utopía difícil de alcanzar hasta para los caballeros de la mesa redonda. El reino fantástico lo encontramos en esa dimensión en el que la magia y lo imposible se hacen realidad frente al mundo gris que nos quieren imponer los adultos que han perdido esa chispa. Una utopía y más en los tiempos que corren. Quizás sea el momento más adecuado para que el rey Arturo regrese de la isla de Ávalon de una vez, tal y como prometió.

-Es usted un osado: reivindica la magia y la aventura en tiempos tan de invierno… 

-El invierno es maravilloso. Viviría en un eterno otoño-inverno rodeado de nieblas y bosques profundos. Un escenario ideal para ver tras una ventana acompañado de la lectura de un libro de Dragones y Mazmorras: Aventuras sin fin o de Tolkien. La magia y la aventura son más evocadoras en estos meses. El verano rompe esa ilusión propia de los cuentos. Ahora es el mejor momento para viajar hacia Camelot. Pero si te refieres al periodo ‘gris’ que nos está tocando vivir sin duda es una osadía. Reivindicar estas películas me ha dado grandes alegrías y publicar estos libros han salvado mi vocación en tiempos oscuros. 

-¿Qué personajes soñadores están presentes en su ‘Destino Camelot’?

-El libro lo abrimos con el mito de Arturo. No hay ni ha habido un rey más soñador que él, aunque su mundo se desmoronó por culpa de la ambición, tanto la suya propia como la de los que le rodeaban. En Destino Camelot también encontraréis otros grandes soñadores como Tarón, Willow, Bastián o Connor MacLeod; pero el libro más bien está dedicado a aquellos cineastas que creyeron en la magia y la compartieron con nosotros. Soñadores de un cine artesanal como Walt Disney, George Lucas, Jim Henson…

-Espada, brujería, ¿y qué más? ¿Fantasía con ribetes medievales?

-Exacto. La fantasía es intrínseca a la Edad Media europea. Sus gestas son parte de nuestra cultura, y autores como J. R. R. Tolkien y C. S. Lewis supieron recoger toda esta herencia desde el más profundo academicismo y la lanzaron hasta límites increíbles. Pero en el libro también hay espacio para la prehistoria soñada por Robert E. Howard, creador de Conan, y para aventuras espaciales donde la espada y la magia de la tecnología se mezclaban de una manera explosiva. 

-¿Qué es Cimmeria? El continente y cuna de Conan, ¿y qué más?

-Para el autor de Conan casi fue un estado mental. Según sus palabras, el cimerio le visitaba todas las noches obligándole a escribir sus aventuras mientras le amenazaba con un hacha. Cimmeria también significa mucho para España, provincias como Segovia, Almería, Cuenca y la comunidad de Madrid vivieron el rodaje de la película de Arnold Schwarzenegger. Muchos aún recuerdan su paso y en el libro desvelo algunos secretos de aquella aventura.

-Parece que si aquí no eres todopoderoso, vas listo. ¡Prepárate!

-Conan carecía de poderes e incluso recelaba de aquellos que manejaban artes oscuras; y otros héroes como Willow, aprendiz de hechicero, estaban en formación, pero consiguieron grandes proezas al enfrentarse a seres muy superiores. En el mundo de la Espada y Brujería es más importante el destino al que estás predestinado. 

-¿Existe una fantasía que no sea épica?

-El libro está lleno de espíritu épico, pero también de pura supervivencia en rodajes que fueron todo un desafío la integridad física, que se lo digan a Paul Verhoeven en Los señores del acero y a Fernando Colomo en El caballero del Dragón. Este último me reveló de primera mano situaciones inimaginables. 

-Tom Cruise en ‘Legend’, Jennifer Connelly en ‘Dentro del laberinto’ o Robin Wright en ‘La princesa prometida’, menudas experiencias para tales estrellas…

-Todos ellos daban sus primeros pasos en el cine con estas películas. En el caso de  Connelly y Wright la experiencia fue muy positiva, todavía se las recuerda por estos papeles, aunque inicialmente ambas películas fueron sendos fracasos de taquilla. Tom Cruise y el rodaje de Legend darían para un libro entero. No creo que tenga muy buenos recuerdos de aquella experiencia llena de purpurina con Ridley Scott. 

-Portadas de revistas y de carpetas… Muchas de estas cintas se repartían entre los diferentes gustos de chicos y chicas.

-Te sorprendería, pero en aquella época era más habitual ver carpetas forradas con pegatinas de la serie V que de Conan o de Willow. En mi colegio, los Escolapios Calasancio de Zaragoza, que no era mixto, nos dio por los juegos de rol durante una temporada. Los profesores se sorprendieron que muchos de nosotros sustituyésemos la pelota de fútbol por los dados de rol. Hasta tuvimos que dar explicaciones sobre ello en una clase de tutoría. Desconozco si ocurrió un fenómeno semejante en el colegio homólogo femenino. 

-Guerreros y princesas, aquí la cuestión de género apenas se movía, ¿no? 

-Me hace mucha gracia oír cómo se usan las cuestiones de género en el cine actual, como si en el pasado estas películas tuvieran un lado machista. La princesa, hija del rey, de El dragón del lago de fuego era una mujer que tomaba la iniciativa y sus propias decisiones saltándose todas las leyes impuestas por su padre; y ya ni te cuento si hablamos de Buttercup, la protagonista de La princesa prometida. No todas eran desvalidas y salvadas por caballeros de reluciente armadura. Te recuerdo que mi generación también es la generación de Ripley y Sarah Connor. 

-El teaser de algunas de estas películas parecían un videoclip.

-Estas películas coincidieron con el lanzamiento del género del videoclip. Russell Mulcahy, por ejemplo, era un realizador que provenía de la MTV. Dirigió el mítico Video Killed the Radio Star. No es de extrañar que su estilo se impregnase durante el rodaje de Los Inmortales. Es más, la música de Queen le dio ese ritmo tan propio de los videoclips de los 80. Pero no fue el único, Jim Henson también se acercó a ello con Dentro del laberinto, algunas de sus escenas son videoclips con David Bowie rodeado de marionetas; y Ridley Scott hizo lo propio con Legend, usando unicornios, reflejos en la lente y burbujas. 

-¿Jim Henson o Walt Disney? ¿Quién gana en esta liga?

-¡Qué difícil me lo pones! Ambos fueron soñadores irrepetibles. El mundo se convirtió en algo mucho mejor y más grande gracias a ellos. Henson y Disney eran dos fuerzas de la naturaleza, y compartían todo su universo personal con nosotros a través de sus obras. Lamentablemente Henson no vio el éxito que se merecía en el cine, teniendo que volver a la pequeña pantalla; y, por otro lado, el libro se centra en la época menos alegre de la compañía Disney. Sin ellos no sería ni la mitad de lo que soy.

-Fallecido el pasado año, ¿era el gran Rutger Hauer el Burt Lancaster de entonces?

-Casualidad o no, mientras me encontraba repasando el capítulo dedicado a Los señores del acero me enteré de su muerte. Cosas del destino mágico de la unión que tenemos con estos artistas. Nunca habrá otro como él. Este género nos dio las que se pueden considerar sus dos grandes películas como protagonista, la antes mencionada cinta de Paul Verhoeven y Lady Halcón de Richard Donner. No lo había pensado, quizás tengas razón, y Rutger Hauer sea para nosotros lo que Burt Lancaster fue para la generación de nuestros padres. 

-¿Y qué le pasaba a Christopher Lambert? ¿Era muy tozudo? No tuvo un título donde convencer como actor.

-Lambert murió de éxito con Los Inmortales. Los productores vieron en él a una nueva estrella emergente, pero se equivocaron. Se quedó para siempre encasillado en el personaje de Connor MacLeod, y volvió sobre él cada vez que necesitaba seguir en el candelero. Lo peor fue cuando comprobamos que con cada película se destrozaba más y más una mitología que podría haber dado para mucho más. Creo que él fue uno de los responsables directos del desastre. Aun así, siempre nos quedaran esas escenas míticas entre Sean Connery y él. Los Inmortales se merece un remake, pero que Lambert ni se acerque.  

-¿Qué decorado del género fue el mejor representado?

-Si hablamos de decorados los de Legend y Krull son extraordinarios. Reprodujeron bosques enteros en grandes estudios para tener el control absoluto sobre los efectos físicos que allí se producían. Una forma de hacer cine que ahora sería impensable. En este apartado también cabría destacar la imaginación de Fernando Colomo y su equipo durante la gestación de El caballero del Dragón. La nave espacial a la que se enfrentaban los habitantes de la Edad Media en su película se adelantó a otras propuestas similares norteamericanas. Lástima que al ser española nos riamos más de ella antes que valorar el esfuerzo que supuso su realización. 

-Estas cintas cuentan con varias obras maestras en bandas sonoras.

-Has dado en el clavo. No sabría por dónde empezar. Desde la maravillosa composición de Jerry Goldsmith para Legend, pasando por el sonido electrónico-sinfónico de Andrew Powell y partituras como las de Trevor Jones -Cristal Oscuro, Dentro del laberinto- y James Horner -Krull y Willow- que son auténticas delicias. Pero si me tengo que quedar con una sería Conan, el bárbaro de Basil Poledouris. Este añorado compositor de ascendencia griega creó con esta partitura una obra magna. Los veinte minutos iniciales del film carecen de diálogos. Aquí las que hablan son las imágenes y la música en una perfecta comunión. Pocas veces se ha dado algo semejante en la historia del cine. Cualquier calificativo se queda corto al valorarla. 

-El libro cuenta con tantos títulos obligados que te quedarías con (casi) todos.

-No creas que me quedaría con todos. Hubo títulos espantosos como aquellos que se produjeron en Italia y Argentina. Si tengo que elegir me quedaría con la locura visual de Excalibur, con la fuerza sobrenatural de El dragón del lago de fuego, la llamada a la aventura de Willow y con las evocadoras imágenes de Escocia retratadas en Los Inmortales. 

-Aparte, en su revisión, ¿qué película cree que ha ganado y cuál ha perdido con los años?

-Algunas de las películas que nombro en el libro no las veía desde hacía al menos veinte años. Legend, por ejemplo, la recordaba fatal y ahora me pareció una absoluta delicia delirante; mientras que La princesa prometida para mi gusto ha perdido bastante, aunque sé que es una película muy importante para mucha gente; y de los efectos especiales de La historia interminable mejor ni hablar. Los Inmortales y Lady Halcón me han hecho disfrutar como si las viera por primera vez. La que no ha perdido un ápice es Conan, el bárbaro. Su fuerza estará allí siempre. 

-Aunque a veces es uno el que ha cambiado con ojos de emocionado adulto.

-La nostalgia nos nubla la mente en más de una ocasión. Cuando las vimos siendo niños fue todo un descubrimiento. El libro no critica las películas desde la visión actual. Mi intención es hacer una valoración nostálgica de las mismas.

-Ya en el siglo XXI, ¿por dónde transita y se proyecta Espada y Brujería?

-Algunos dicen que Juego de Tronos ha sido la digna sucesora de todo ello, aunque tengo que confesar que apenas he pasado de las dos primeras temporadas. No me interesa nada. Soy incapaz de entrar en su universo. Tengo ciertas esperanzas en The Witcher, aunque también han surgido voces críticas contra ella, y en la serie sobre la Tierra Media de Amazon Prime que está por venir.

-Para terminar, imagine tener el mayor de los presupuestos. ¿Qué película haría sobre estos ciclos que todavía no se haya rodado? ¿A quiénes ficharía?

-Mi sueño sería adaptar la trilogía original de Las Crónicas de la Dragonlance. Travis Fimmel, el protagonista de la serie Vikings, sería un perfecto Tanis, el semielfo, y Domhnall Gleeson como Raistlin.