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Boicot Boicot
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Javier Lizaga

Empezamos el año fuerte. Tres días y ya estoy esperando que alguien diga que el Jamón de Teruel es ETA. En una de las escenas más famosas de Paco Martínez Soria, sentado encima de las maletas, recién llegado a Madrid, le grita al guardia urbano: “¿Quéee?  ¿Los de mi pueblo cuándo pasamos?”. A lo que el municipal le espeta un “cuando esté verde”, al que sigue un “negro es lo que usted me tiene” de Agustín, que, como Tomás Guitarte, es la prueba de que cuesta menos que te toquen la moral que llegar a la capital, igual es porque sigue demasiado lejos. 

En dos meses hemos pasado de ser Paco Martínez Soria a Salman Rushdie, que lo que me extraña es que Guitarte no tenga nada que ver con los Versos Satánicos. Tal como es España, lo de Teruel Existe es casi un experimento sociológico, como Gran Hermano, que es lo que se dice siempre cuando hay un montón de gente diciendo gilipolleces sobre algo. 

La primera pista nos la dio un mamarracho en forma de opinador que estaba indignado porque uno de Teruel hubiera llegado al Congreso, cuando lo más lejos que habíamos accedido era “al Toni2”, decía, y  sentenciaba que “el Congreso está para otras épicas”. Y lo hemos visto. Casi hemos añorado que alguien echara una partida al Candy Crash como Celia Villalobos, porque ya ni eso. El Congreso ha quedado para insultos, memes y memos. Unos leen medidas imposibles con voz engolada y palabras rebuscadas y otros repiten como si fueran una Barriguitas con pocas pilas el “caca, pedo, pis”, que viene a ser el “se rompe España”. Por eso entiendo que debe ser una bajona que venga alguien a recordarte que hacen falta hospitales, servicios y carreteras. 

 Recuerdo alcaldes y dirigentes diciendo que Teruel Existe fue la mejor campaña de marketing de la historia. Así que espero que no se alarmen con el boicot, ahora que se nos rompió el amor, como dice la Jurado. Quién sabe si el boicot es solo la segunda parte de la campaña para filtrar turistas y así librarnos de que nos visiten cuatro mentecatos. Entre Guitarte y Paco Martínez Soria estuvo Labordeta. A quien un día, mientras hablaba, por cierto, de las carreteras de Teruel, le interrumpieron. Visionario, ya les indicó dónde acaban, dónde pueden irse los que no escuchan a nadie, salvo a su ombligo o las proclamas de su líder. Alguien dijo que los pobres no se alimentan de promesas, así que coman jamón, que estos días es casi cuestión de Estado.