Síguenos
El Centro de Estudios Locales de Andorra: veinte años como referente de la cultura aragonesa El Centro de Estudios Locales de Andorra: veinte años como referente de la cultura aragonesa
Javier Alquézar, en primer término, junto a miembros, socios y amigos del Celan, durante un viaje a Huesca. Celan

El Centro de Estudios Locales de Andorra: veinte años como referente de la cultura aragonesa

El CELAN cierra su vigésimo aniversario de intensa actividad divulgativa
banner click 244 banner 244

Desde el Pastor de Andorra hasta Lenin; desde las ocho iglesias parroquiales de la comarca hasta la escuela de arquitectura alemana Bauhaus; desde la historia rescatada de los maquis al Mayo francés. Una de las características que definen al Centro de Estudios Locales de Andorra es que, pese a su nombre y a su compromiso con el territorio, su vocación internacionalista le ha permitido mirar siempre lejos, muy   lejos. Entender la cultura y la historia local como un ámbito más de la cultura y la historia en general, complementarias entre sí y nunca opuestas. Eso, y mantener durante dos décadas una actividad trepidante e intensa, investigando, publicando, recopilando, organizando jornadas, ciclos de cine, exposiciones y concursos de fotografía; trabajando al alimón con instituciones de muy diferente signo político y manteniendo la excelencia en su calidad, a la altura de la mejor editorial o promotora cultural comercial. 
El pasado 20 de diciembre miembros, socios y amigos del Celan celebraron en el Hotel de Andorra una fiesta conmemorando su veinte años de vida. No faltan motivos de alegría para celebrar una trayectoria que ha tenido su colofón en un 2019 de actividad incesante, en el que la asociación ha mostrado un músculo bien tonificado. Pero su presidente, Javier Alquézar Penón, no esconde el cielo no está exento de nubes. Y es que ni siquiera un centro con el prestigio, la solvencia y los recursos –humanos– como el Celan sobrevive sine die si no hay un relevo generacional en su estructura orgánica. 
El Centro de Estudios de Andorra (Celan) nació en primavera de 1999 y en esta ocasión, como en casi ninguna, no sirve tirar de tópico. Ni nació en medio de un erial cultural sin tejido previo ni lo hizo para rescatar del olvido una serie de elementos sociales, tradicionales o folclóricos que estuvieran a punto de desaparecer del imaginario popular. Lo cierto es que el Instituto Pablo Serrano reunía desde los años 80 una serie de profesores y personas vinculadas que ya habían formado ese tejido cultural. El centro educativo llegó a tener una emisora de radio y un periódico propios, realizaban numerosas salidas culturales, exposiciones o jornadas didácticas. No era necesario llenar ese hueco, pero sí coordinarlo, darle estabilidad y continuidad y proyectarlo más allá del propio Instituto. 
En ese contexto y con ese germen nació el Celán hace ahora 20 años. “Recuerdo que un presidente del Ampa, Santiago Marín, propuso hacer un audiovisual sobre la historia y la cultura de Andorra. Pero a partir de esa idea fuimos dando forma a algo más sólido, más continuado”, explica Alquézar. “Hablé con los compañeros del Instituto –fue su director durante cinco años–, con José Monzón –recientemente fallecido–, que estaba al frente de la Universidad Popular y de la Casa de Cultura, los bibliotecarios del pueblo y algunas personas más”.
Se redactaron unos estatutos y al año siguiente, 2000, el Ayuntamiento de Andorra le encargó  un homenaje y una exposición gráfica sobre el Pastor de Andorra, en su 85 cumpleaños. Ese mismo año salió el primer número de la Revista Andorra y la exposición Andorra Siglo XX, que fue un auténtico éxito.
Fue una declaración de intenciones en cuanto a que el Celan quería dirigir su actividad hacia la “cultura popular”, según Alquézar, en el sentido de investigar sobre aspectos de la historia contemporánea de Andorra que no había tocado la escasa historiografía oficial. De la mano de autores de la talla de Eloy Fernández Clemente, Ángel Alcalá o Gonzalo Borrás comenzó a trabajarse, y enseguida surgió de la necesidad de traspasar la frontera municipal. “No tenía sentido dedicarse a la historia solo en un ámbito tan local, porque todos los pueblos de la redolada estaban en la misma situación. Antes de que materializase el proyecto de comarcalización, el Celan ya trabajaba en ese espacio”. 
Al mismo tiempo el centro de estudios mostró también una vocación didáctica amplia, modernizadora e internacionalista, entendiendo que no se puede comprender la historia local sin conocer la historia general. Aprovechando centenarios y aniversarios diversos, casi como una excusa para incitar al interés por el conocimiento, el Celan ha publicado excepcionales documentos y/o exposiciones divulgativas sobre la Primera Guerra Mundial, sobre la Revolución de 1917, sobre el Movimiento de 1968 o, este mismo años, sobre el Periodo Entreguerras. “Porque la sociedad necesita conocer sus tradiciones y sus costumbres, pero también cosas que van más allá. Dedicarse solo a lo antiguo o a lo tradicional termina generando un pensamiento conservador, y la cultura debe ser viva y creativa. Tan importante es lo que hacíamos hace cien años como lo que hicimos hace diez”.

Apoyos
Al contrario de lo que suele suceder, el Celan echó a andar y, una vez en marcha, comenzó a buscar apoyos. El Ayuntamiento, la Comarca Sierra de Arcos y el IES Pablo Serrano son tres de las instituciones que han estado más vinculadas al centro, y representantes de las mismas siempre tienen presencia en su Consejo de Dirección.
Sin embargo el centro no depende directamente de ninguno de ellos. Su presupuesto se forma con unos 7.500 euros anuales procedentes del Ayuntamiento y los 20 euros que pagan los aproximadamente 200 socios. El resto de organismos colabora financiando proyectos puntuales. “Por ejemplo la Comarca paga la revista BCI y la mitad de A Tiro de Piedra; y el Instituto de Estudios Turolenses, dependiente de la Diputación, nos ha pagado una parte importante de los libros que hemos publicado”. Cuando sale un proyecto puntual, a instancias del Celan o de determinada entidad, se busca financiación y, si se encuentra, se lleva a cabo. “Yo prefiero ese tipo de colaboración que si nos dieran un dinero al año y ya está”, afirma Alquézar. “Esto hace que el trabajo entre nosotros y las instituciones sea realmente simbiótico”. Simbiótico y altruista, ya que el Celan no tiene a nadie en nómina y todo el trabajo, desde la investigación hasta la intervención en ponencias, pasando por la redacción, el diseño gráfico, la recopilación o la organización de eventos culturales, se realiza de forma gratuita y generosa. 
Quizá en parte por eso Alquézar asegura que, aunque han trabajado con representantes de varias institucionales y de todos los partidos políticos, “nunca hemos sufrido interferencias y jamás nos han dicho ‘haz esto’, o ‘esto no lo hagas’. Nuestras propuestas siempre han sido bien acogidas y, en ese sentido, no hemos tenido ningún problema”.

Publicaciones
El buque insignia y lo que da sentido al Celan es la publicación de la revista anual Andorra, donde se publican investigaciones, trabajos de documentación, monográficos sobre personajes o ubicaciones e incluso una crónica anual, con carácter eminentemente divulgativo pero de gran exigencia en su redacción y en la solvencia de sus autores. Muestra del cuidado que el Celan pone en el aspecto visual de sus obras es que el diseñador Isidro Ferrer diseña puntualmente las portadas desde hace 20 años. El andorrano Roberto Morote es otro de sus grafistas de referencia. 
También se publica anualmente el Boletín de Cultura e Información de la Comarca Andorra-Sierra de Arcos, conocido como BCI, con una vocación similar a la anterior pero quizá más ligera de leer y orientada a todo el territorio comarcal. 
Algunos de los mejores tesoros del Celan han sido publicados en los Cuadernos Comarcanos, publicaciones no periódicas que van en la estela de las Cartillas Turolenses del IET, con monográficos de interés comarcal realizados con exquisito rigor intelectual. Pablo Serrano, Alejandro Cañada, las minas de Andorra, los íberos o el Pastor de Andorra, en un libro publicado con motivo de su 100 cumpleaños –y que es una referencia obligada para acercarse a su figura–, han pasado por sus páginas. 
Además se edita en formato digital la revista de viajes A Tiro de Piedra, con propuestas dentro y fuera de la provincia de Teruel, y el Boletín de Información Bibliográfica, sobre las novedades editoriales emanadas de los diferentes centros de estudios y culturales de Aragón. 
El Celan también distribuye la revista Turolenses en colaboración con el IET, y ha editado ensayos sobre historia, poesía y patrimonio –como la última obra del historiador José Manuel Calvo, la historia de la Banda de Música de Andorra o las memorias de Eloy Fernández Clemente en tres tomos, por citar solo alguno de ellos–, además de otros formatos, como dos CD de música –Concuerda de la Agrupación Laudística de Andorra y Como somos tan divertidos, recopilatorio de varios grupos que funcionaron en la comarca entre 1971 y 2009–, o audiovisuales como Lumbre, documental sobre la sanantonada de Estercuel firmado por Roberto Morote. El listado es extenso, aunque puede consultarse en la web celandigital.com.
Además el Celan es paraguas de asociaciones como el Colectivo Lumiere, asociación de fotógrafos que una gran exposición colectiva bienal, y colabora muy activamente en la organización de eventos de gran trascendencia como el Certamen Internacional de Fotografía de Andorra, que depende del Ayuntamiento y cuya exposición viaja después a Teruel capital y a Zaragoza, o la Bienal de Arte que financia la Comarca. En los últimos tiempos, además, parte de la producción expositiva del Celan comienza a visitar la capital turolense para aumentar su alcance, a través de entidades como la Escuela de Arte de Teruel. La permeabilización de su actividad al resto de la provincia es una de las mejores cosas que puede ocurrirle a Teruel en el ámbito cultural. 
En la fiesta del 20 aniversario Javier Alquézar no brindó por el Celan –”eso es demasiado abstracto”, asegura– sino porque “la gente que forma el Celan había entendido la cultura como una forma de compartir la vida, de cultivar la amistad”. Por un legítimo interés de aprender, de enseñar y de divulgar, sin prejuicios ni intereses más o menos confesables. “Eso es lo que mantiene vivo al Centro de Estudios Locales de Andorra”. Que sea, al menos, por otros veinte años más.