Síguenos
Hemos sido engañados Hemos sido engañados
Mediaset

Hemos sido engañados

banner click 244 banner 244
Javier Silvestre

Esta semana me tocaba desenmascarar a una pareja de nudistas de 67 años de Tazacorte (Santa Cruz de Tenerife) que habían encandilado a la audiencia del programa de citas de Cuatro, First Dates Crucero. Habían inventado una historia de amor equiparable a la de nuestros Isabel y Diego para conseguir irse de viaje a gastos pagados por la televisión: fingieron haberse enamorado irracionalmente durante la grabación del programa en un barco cuando, realmente, llevaban casados casi una década.

En su pueblo, de 4.200 habitantes, no daban crédito a lo que estaban viendo en la tele por la noche. Eran su Jero y su Adriana, sus amigos de siempre, sus compañeros de la asociación de salsa, sus vecinos en la playa del Volcán los que en ese momento aparentaban no conocerse de nada para acabar, en pelota picada, dentro de un jacuzzi y riéndose de toda la audiencia. “Tengo la sensación como si nos conociéramos desde hace tiempo”, llegaba a decir Jero en un momento dado, sin pensar que se le iba a desmoronar toda la historia tras la emisión del programa.

Mi código deontológico no me permite decir cómo yo, desde Madrid, me enteré de que en un pequeño pueblo de la isla de La Palma -a más de 2.000 kilómetros de distancia- reinaba el estupor. Pero sí que puedo decir que hablé con tanta gente que incluso llegué a saber quién casó a la pareja de nudistas, qué comieron en su boda e incluso hablé con el cantante que actuó en la ceremonia civil celebrada en una idílica playa local.

La noticia ha dado la vuelta al mundo. Incluso ha llegado a publicarse en medios internacionales. No es para menos… Tiene todos los elementos periodísticos que se necesitan para dar la campanada. Y lo más importante: nos puede pasar a cualquiera. No... No me refiero a acabar desnudos en una bañera fingiendo no conocer de nada a la persona que tenemos al lado (que también), sino en darnos cuenta de que lo que estamos viendo en televisión no se corresponde con la realidad. Pero, ¿quién engaña a quién? ¿La pareja que miente? ¿O el programa que no comprueba bien su historia?

Por suerte les digo que hoy en día es relativamente fácil desmontar una mentira… si interesa hacerlo. Ya no hay distancias físicas, todos llevamos una cámara y un micrófono encima, y tenemos acceso directo a la difusión a gran escala de la información. Por desgracia cada vez hay menos profesionales que puedan o se atrevan a desmontar engaños: desde los más inocuos en un crucero del amor, a los que derriban Gobiernos en cualquier país.

Incluso los encargados de verificar estas mentiras acaban siendo rehenes de sus propios intereses empresariales e ideológicos, con lo que el futuro informativo parece poco alentador. Pero sigan confiando en nosotros, sigan cuestionándonos y sigan creyéndonos porque les aseguro que más allá de los medios hay verdaderos profesionales del engaño. Y nada peor que alguien disfrazado de jubilado nudista recién enamorado para tomarnos el pelo sin que nos demos cuenta.