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Ver copos al microscopio o construir un iglú: la escuela de Pitarque muestra las posibilidades didácticas de la nieve Ver copos al microscopio o construir un iglú: la escuela de Pitarque muestra las posibilidades didácticas de la nieve
Uno de los niños, durante la fabricación de los ladrillos con nieve. Alberto Toro

Ver copos al microscopio o construir un iglú: la escuela de Pitarque muestra las posibilidades didácticas de la nieve

Aprovechó el temporal para estudiar ciencias naturales
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Cruz Aguilar

¿Qué hace un maestro rural sin luz ni calefacción en clase, rodeado por espesores cercanos al metro de nieve y con dos alumnos a su cargo? Alberto Toro, que está al frente de la escuela de Pitarque, del CRA Alto Maestrazgo, no duda un segundo en la respuesta y asegura que la nieve ofrece múltiples posibilidades para reforzar los conocimientos de ciencias naturales, como los cambios en los estados de la materia, la observación de la estructura de los copos a través del microscopio o los usos como materia prima para la creación artística y la construcción de un iglú.

Los escolares recibieron la nevada con alegría puesto que durante los dos últimos inviernos ha brillado por su ausencia. Ese lunes decidieron dar un paseo junto al río Pitarque al que se sumaron algunos padres y varios vecinos de la localidad. Durante el mismo empezó a nevar para mayor alegría de los participantes.

Pero la cosa cambió el martes por la tarde, cuando se fue la luz, que no volvió hasta el jueves por la noche, más de 48 horas después. “Tanto el profesor de Villarluengo, Alberto Herrero, como yo, estábamos en el pueblo, pero dejamos a los padres la decisión de traerlos o no a clase puesto que no había luz ni calefacción”, explica Toro. 

Dos de sus alumnos de 9 años sí que fueron tanto el miércoles como el jueves. Eloy a su corta edad ha pisado mucha nieve, pero para Edmon, que se ha trasladado este curso desde Barcelona junto a su familia en busca de una vida en contacto con la naturaleza, la experiencia era nueva. Toro reconoce que dentro de clase no podían hacer mucho, salvo jugar, ante la imposibilidad de adelantar materia por la falta de niños. “Jugamos mucho con la nieve, experimentamos con ella,        reforzamos aprendizajes, leímos y construimos un iglú”, enumera.

El “horror” de no tener luz

“Tratamos de usar la nieve a nuestro favor, hicimos un iglú y comprobamos que dentro hace más calor, lo único malo es que te hundías”, relata Eloy, que es uno de los cinco alumnos del aula de Pitarque. El niño explica que los días que estuvieron sin luz “fueron un horror” ya que además solo podían cargar el móvil “yendo a casa de los vecinos que habían puesto generador”, dice.

Los pequeños aprendieron una lección fundamental y es la importancia de la colaboración vecinal. “Participamos con el pueblo en esa ayuda mutua tan necesaria en estas ocasiones en las que todo falla, en las que hay que tirar de la humanidad de las personas”, comenta Alberto Toro. Niños y maestro ayudaron a abrir senderos entre la nieve para llegar a todas las casas e hicieron rondas de seguridad para ver si había alguna infraestructura en peligro. Toro relata que en Pitarque no ha habido grandes afecciones, pero sí ha caído alguna teja arrastrada por la nieve, hay tres postes de la luz tumbados y la caída de la nieve en bloque de los tejados ha provocado daños en los coches que había debajo.

Toro matiza que también colaboró en la elaboración de una lista con las masías habitadas de la zona para que la Unidad Militar de Emergencia (UME) y la Guardia Civil se desplazaran hasta ellas para comprobar que sus habitantes estaban en perfecto estado de salud. “En una de las masadas había un niño que tenía fiebre muy alta”, lamenta.

Esa labor no les ha impedido hacer actividades deportivas que solo es posible realizar cuando hay nieve, como los saltos o el senderismo con unas improvisadas raquetas construidas a partir de raquetas de plástico viejas a las que colocaron unas cuerdas. “Anduvimos un poco para ver la sensación de no hundirte”, comenta el maestro. Tampoco desatendieron sus trabajos cotidianos, como las plantas que tienen en clase y que regaron descongelando el hielo recogido en la puerta. 

El viernes ya acudieron todos los pequeños -salvo uno, que vive en el Hostal de la Trucha y no podía salir- pero la normalidad no se recuperó y todos juntos construyeron un segundo iglú con ladrillos hechos con nieve. Como molde emplearon los casilleros de plástico que tienen los niños de Infantil para guardar los materiales. Metían la nieve con una pala, la aplastaban con una madera y luego empleaban el rectángulo helado para construir paredes y techo. Es de gran tamaño, de forma que los niños se han metido estos días dentro, “donde hace más calor y la propia temperatura corporal se mantiene como en un microclima”, especifica el docente. Aprovecharon el idílico lugar para leer.

Y es que la nieve, dicen desde Pitarque, es una gran aliada para el mindfulness porque “calma”. Desde luego paz durante la semana pasada no faltó en la localidad gracias al temporal Gloria, que les dejó sin luz ni apenas señal de móvil: “Todos los sonidos que se oyen son más puros”, matiza Alberto Toro.