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Gloria Gloria
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Cruz Aguilar

A Gloria la esperábamos. Rafael Requena, el de la Aemet, le había dicho ya el viernes a mi compañera Alicia Royo que se daban todas las circunstancias para la tormenta de nieve perfecta, en términos meteorológicos, claro. Sabíamos que iba a caer nieve, pero no tanta. De esta nevada hablaremos de viejos.
La nieve deja siempre una estampa muy fotogénica, pero también muy jodida. Los alcaldes de esta provincia lo han pasado mal porque no solo tenían nieve en las carreteras, algo que es asumible. El peso de la nieve dobló, como si fueran una pajita de plástico, las torres eléctricas y miles de vecinos quedaron sin luz durante horas, algunos más de 50, que traducido a días son más de dos. Imagínense sin calefacción, sin poder cocinar e iluminados por una vela o una simple linterna, mirando por una ventana donde está todo negro y solo se ve algún rayo de luna reflejado en las montañas blancas. Y sin móvil, que se me olvidaba.
La situación fue muy difícil, los alcaldes me consta que pasaron momentos de gran tensión, de preocupación por sus vecinos y por los que no lo eran, como esos turistas que se aventuraron a ver nieve en las sierras de Teruel con gran inconsciencia y sin medicación.
Algunos de los vecinos se lamentaban, otros criticaban y muchos colaboraron en todo lo posible en la limpieza de sus calles. Y es que a un temporal así solo es posible hacerle frente cogiendo todos la pala para retirar nieve, luego ya será el momento de buscar la ventanilla para las quejas.
Fuera de la provincia de Teruel y para los que nunca han vivido en un pueblo, era difícil comprender que no hubiera luz o que las carreteras estuvieran inaccesibles durante varios días seguidos. Pero la realidad es que los generadores de luz debían de trasladarse en camiones por carreteras por las que a duras penas pasaba la quitanieves. Limpiar con tanta nieve, frío y viento es casi imposible. Por no hablar de que los generadores tampoco salen de debajo de una chistera. 
He hablado con mucha gente estos días y para algunos ha sido una de las peores semanas de su vida. Pero Teruel ha demostrado ese espíritu de comunidad y ayuda al prójimo. Ha demostrado que no rebla. Ni con nieve ni sin ella.