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Heces Heces
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Cruz Aguilar

Si están desayunando o tomando un café con un bollito, dejen de leer esta columna. Su estómago se lo agradecerá.  Mi despertar no es idílico. Tengo que pelear con la mejor cara posible para que una se vista en menos de media hora y la otra salga peinada. A duras penas consigo ducharme y cuando consigo salir de casa sin haberme dejado en ella las cuerdas vocales, me tengo que enfrentar a un slalom que es más duro que un triatlón . A veces no lo supero y me tiene el estómago revuelto durante todo el día.
En ocasiones empieza ya en la propia rampa del garaje, por la que baja un hilillo amarillento que me gusta pensar que es del cubata de los que han hecho botellón la noche de antes y son tan limpios que se han llevado la botella.
La recta que va hasta el colegio son apenas unos 200 metros, pero 200 metros de obstáculos. Mi vista no se aparta ni un solo segundo del suelo, tengo que ir sorteando las bombas que me encuentro y alertando a mis hijas de que la esquiven ellas y también sus mochilas de ruedas. Están adquiriendo una precisión en el manejo de carteras con ruedas que cualquier día de estos se hacen pilotas de rally.
Los perros dejan sus huellas de diferentes colores, formas y tamaños. Pero sus dueños no acachan la lomera, que diría mi padre, ni aunque sean corazones con los colores del arcoíris. Tampoco les importa que defeque en la misma puerta de un comercio, un bar o incluso la entrada del colegio o de la Iglesia.
No sé si serán esos mismos humanos dueños de perro u cambian, pero los escupitajos son otra de las vallas que hay que saltar en mi barrio a diario. Al menos a uno de los artífices lo tengo fichado, sé dónde vive, a dónde va e incluso a qué hora sale de casa, porque cuando madrugo más evito sus efluvios corporales. Desde aquí ánimo a cualquier empresa que está investigando sobre la mucosidad a que lo fiche porque vamos la mina que tiene dentro.
Todo esto viene a que leía ayer en este periódico que los vecinos del Ensanche instaban a tomar medidas para solucionar el tema de las heces de perro. A ver si es extensivo a toda la ciudad. De momento cruzaré los dedos cada mañana para ser capaz de superar la prueba, que no es fácil.