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La tecnología blockchain podría ser más ecológica que nunca en esta nueva década La tecnología blockchain podría ser más ecológica que nunca en esta nueva década

La tecnología blockchain podría ser más ecológica que nunca en esta nueva década

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El término blockchain (anglicismo que podemos traducir como cadena de bloques) es más popular que nunca. Se refiere a la tecnología que sustenta el complejo ecosistema de las criptomonedas. Contrariamente a todos aquellos analistas que pensaban que la burbuja de 2017 era el proceso de defunción de esta revolución tecnológica, la tecnología blockchain está volviendo con fuerza. Y, además, su regreso está siendo más verde que nunca. Sigue leyendo y descubrirás por qué.

Proof-of-work, un modelo de eficacia probada, pero con un consumo energético elevado

A día de hoy, la principal aplicación de la tecnología blockchain son las criptomonedas. Entre ellas destaca especialmente el bitcoin, el rey de los mercados criptográficos. No hay más que mirar cómo el valor del bitcoin está creciendo con fuerza en lo que va de año para darse cuenta de que su reinado no tiene competidor… al menos de momento (cotiza ya casi rozando los 10.000 dólares).

Los proyectos como el bitcoin se sirven de lo que se conoce como protocolo proof-of-work. El éxito de la tecnología blockchain es que permite crear sistemas permanentes, inmutables, transparentes y descentralizados, que se pueden usar para fines diversos. Ahora bien, el principal coste de estas funcionalidades es la necesidad de ejecutar un mecanismo de verificación que sirva para generar un consenso incontestable entre los agentes participantes. Así nació el protocolo proof-of-work, que popularmente se conoce como minería criptográfica y que solo en la red de bitcoin generó 5.000 millones de dólares el año pasado.

Este protocolo exige que todos los nodos que participen en la red (por ejemplo, en la blockchain de bitcoin) realicen cálculos para resolver un problema matemático complejo para verificar la legitimidad de las transacciones realizadas en la red. Este problema matemático destaca por su asimetría: el cálculo debe ser difícil de resolver para el minero, pero fácil de comprobar para la red. Todos los mineros compiten entre sí para ser los primeros en resolver el problema matemático mediante fuerza bruta, lo que requiere un grado continuo de intentos para resolver el problema. Como recompensa, obtendrán como pago la criptomoneda de la red en cuestión (bitcoin en el caso del bitcoin). Cabe destacar también que la dificultad de resolver estos problemas matemáticos aumenta a medida que se incrementa el número de mineros en la red. ¿La consecuencia? Se dispara el consumo energético hasta la estratosfera, porque estos cálculos se realizan mediante tarjetas gráficas y procesadores funcionando a pleno rendimiento normalmente las 24 horas del día. Así, la red de bitcoin consume ya más energía que Suiza.

Proof-of-stake puede resolver con éxito la cuestión ecológica de la tecnología blockchain

Para dar respuesta a los problemas ecológicos que plantean los mecanismos de verificación proof-of-work han surgido los mecanismos proof-of-stake. En este revolucionario método, en vez de contar con participantes que reciben recompensas por resolver cálculos matemáticos para crear nuevos bloques, el creador de un nuevo bloque se elige entre un grupo de usuarios que han depositado un cierto número de criptomonedas. Y todos reciben una comisión en función de su participación en la red. Es decir, no hay que completar ningún problema matemático que requiera ingentes cantidades de energía. Esto se traduce en una sostenibilidad ecológica muy significativa, sin sacrificar ni un ápice la seguridad de la red.

Hasta hace poco, la falta de maduración de los mecanismos proof-of-stake ha limitado su popularidad en los proyectos blockchain. Pero parece que en esta década el panorama podría ser totalmente el opuesto. Cada vez son más los grandes proyectos que, o bien ya tienen listo un mecanismo de verificación proof-of-stake (como el del proyecto EOS), o bien están en fase de pruebas (como el del proyecto Cardano). La nueva década traerá sin duda un alivio ecológico para un ecosistema que hasta ahora ha recibido muchas críticas por su poca sostenibilidad. Parece que pronto los detractores de las criptomonedas se quedarán sin uno de sus principales argumentos.