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El reparto de los fondos de Bruselas, a debate
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Francisco Herrero

Lunes, 18 de febrero. La España real

Mi sangre bulle mientras espero la reunión entre Pedro Sánchez y Pablo Casado. El vicesecretario de Comunicación popular, Pablo Montesinos, dejó claro ayer que su líder va a ir a Moncloa para “explicar la agenda del PP, que es la agenda de la España real, de buscar solución a los problemas reales de la gente”, y añadió que han aceptado la reunión “por lealtad institucional” y porque son un partido serio.

Han pasado unas horas y Casado ya ha abandonado Moncloa. Entre la multitud de asuntos tratados, la prensa destaca la renovación del Consejo General del Poder Judicial, la situación en Cataluña, la economía en general, el nombramiento de Dolores Delgado como Fiscal General del Estado o la relación entre España y Venezuela. Lo que importa a la gente. Además, no se ha alcanzado ningún acuerdo. Ni una palabra sobre el campo y, mucho menos, de la Unión Europea, cuyos presupuestos para los próximos siete años están en plena discusión y donde España se juega mucho. Tanto por la parte de los ingresos como por la de las aportaciones. Como Madrid se empeña en minimizar y simplificar la cosa europea, este diario de provincias va a tener que dedicar toda una contraportada a explicar más o menos de qué va el tema para que España esté bien informada.

Martes, 19 de febrero. La renta

Las organizaciones agrarias se han entrevistado con el Gobierno, en concreto con el vicepresidente segundo Pablo Iglesias y la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. Por fin. Porque la semana pasada hubo un embrollo cuando el Ejecutivo desconvocó a Asaja, COAG y UPA de la reunión con los sindicatos. El campo se está dedicando a cortar carreteras para reivindicar unos precios justos para las cosechas, animado incluso por Pablo Iglesias con un “seguid apretando”.

La demanda que exige la fijación de unos precios mínimos tiene un recorrido corto en una economía de libre mercado. Y es lo que pide la España real. Quizás porque es lo único en lo que está de acuerdo. Porque si nos ponemos a debatir sobre un reparto diferente de la millonada en fondos europeos que llega cada año al Ministerio de Agricultura desde Bruselas, saltan chispas. El consejero aragonés del ramo, Joaquín Olona, se ha desgañitado en los últimos años para repensar el sistema y convertir el dinero de la Política Agraria Común en una especie de paga de compensación de rentas con la idea de que todo el mundo alcance un mínimo vital. Porque ahora la subvención de la PAC sirve para una sola visita de callista, para una parte del sector, o para cambiar de todoterreno cada año, para otra parte. La fórmula que proponía Olona era un poco enrevesada, pero tenía pinta de generar un reparto más justo.

La España real es tibia a la hora de solicitar cambios radicales en la política agraria. Se siente cómoda cobrando fondos mediante un trabajo escaso. La España surreal es la que da el callo, la que obtiene las migajas y la que luego recibe el sambenito de vivir de subsidios.

Miércoles, 20 de febrero. El chiste

Fernando Morán ha muerto. Fue él quien acabó de negociar la adhesión de este país a la Unión Europea. La España surreal inundó de chistes de mal gusto sobre el ministro la primera mitad de la década de los ochenta. La España real abrazó con entusiasmo la firma del tratado en el Palacio Real, a sabiendas de los beneficios que reportaría. Está escrito que Manuel Fraga hizo suya una cita de Cánovas del Castillo, “con la patria se está con o sin razón, como con el padre y con la madre”, apostillando que, seguramente, “la patria, como el padre o la madre, siempre tienen razón”.

Jueves, 21 de febrero. La cofinanciación

Escucho en la radio a un periodista experto en economía y, ojo, a un antiguo alto cargo en el Ministerio de Agricultura. El político afirma que hay un peligro importante de que el dinero europeo para el desarrollo rural, el segundo pilar que dicen quienes entienden, vaya a requerir cofinanciación de los Estados miembros. Es decir, que por cada euro que ponga Bruselas, Madrid tenga que poner un tanto. Y si Madrid no pone nada, Bruselas no aporta nada. El periodista asiente.

No es cierto. El dinero para el desarrollo rural necesita cofinanciación de Madrid y de la comunidad autónoma de turno desde hace muchos años. El político añade que, por suerte, en Bruselas no se van a atrever a exigir cofinanciación en los pagos directos al sector primario, el primer pilar que dicen quienes entienden. Este alma de cántaro no se entera de nada. El peligro es ese y se ha filtrado que la propuesta está sobre la mesa y con visos de poder convertirse en realidad.

Espero que quienes negocian en Europa controlen la materia mejor que los de la radio. 

Viernes, 22 de febrero. La negociación

Las negociaciones nocturnas tienen pinta de ser un planazo. Me veo cajas de pizza despanzurradas sobre la mesa, dirigentes con ojeras dormitando por los sillones mientras las clases subalternas tratar de conseguir un acuerdo a sabiendas que no habrá trato todavía porque aun queda tiempo. Es solo una batalla, como dirían los de anoche en la radio.

Habrá menos dinero. El debate está en cuánto menos. Decir que la salida del Reino Unido es la causa del recorte es simplificar demasiado. Los países ricos pequeños apuestan por reducir la factura. Los países ricos grandes no dicen nada pero es casi seguro que están de acuerdo. Los países pobres quieren seguir recibiendo el manguerazo de fondos y España, que no es ni rica ni pobre sino todo lo contrario, ansía un “riégueme toda” a lo Carmen Maura pero sin aportar más de lo que recibe. En teoría, los países aliados de España son Polonia, Eslovaquia o Hungría. Lo más granado en cuanto a derechos civiles.

Sábado, 23 de febrero. El resto

Europa es algo más que Política Agraria Común o desarrollo rural o fondos de cohesión. La misma Unión Europea afirma que mientras el 70% del presupuesto se invertía en agricultura en 1985, ahora es solo poco más de la mitad. Y eso que hay 13 países más en el club. La idea es que para los próximos siete años el pedazo de tarta se reduzca al 30%.

Y, ¿a dónde irá el dinero? De vez en cuando se habla de control de fronteras. O de defensa común. O de política exterior conjunta. Sin olvidar que somos un mercado común desde el punto de vista económico. Para desarrollar esas políticas hace falta dinero. Y también se ha discutido de eso en estos días. Imagino. Los medios españoles no han informado en exceso. Se diserta más de esos temas cuando miles de personas salen huyendo de Siria y llegan a la isla de Lesbos. O cuando observamos desde la distancia la actitud de Hungría respecto a la inmigración forzada que llega por los Balcanes.

Domingo, 24 de febrero. La carga

Veo el numerito de esta semana con los presupuestos plurianuales europeos y no quiero imaginar el espectáculo si hubiese que llegar a un pacto cada año. Veo a la Unión Europea como una fantasía de reina del carnaval de Las Palmas de Gran Canaria y me pregunto: ¿a quién le corresponde el papel de reina que arrastra la pesada carga? Analizo lo que veo y soy incapaz de identificar ni quién lleva la voz cantante de todo el cotarro ni quién se cree todavía a pie juntillas la idea de una Europa unida y en paz.

La foto de la semana / Ni rastro

Vi la columna de humo del incendio del jueves en el Aeropuerto de Teruel desde mi lugar de trabajo, muy lejos. Ayer no vi yo rastro del suceso. Hay episodios muy llamativos que, en realidad, no son para tanto.