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Hasta el coño Hasta el coño

Hasta el coño

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Javier Silvestre

Perdón por la vulgaridad en el título pero es que estoy hasta “el coño”. Hasta el coño de ver cómo una parte de la sociedad se ha apropiado del Día Internacional de la Mujer que se celebra hoy; hasta el coño de que me digan que si no comulgo con todos sus postulados soy, como mínimo, un violador en potencia; hasta el coño de que impongan cómo vivir la sexualidad a todas mis compañeras disfrazándolo de libertad; hasta el coño de que tengan todo el día la palabra “coño” en la boca.

He llegado a un punto en el que casi tengo que disculparme por haberme criado en una familia donde siempre ha existido la igualdad y en la que jamás he visto que mi madre, por ser mujer, sea menos que mi padre. Ambos han trabajado por igual, dentro y fuera de casa. Y si ha habido algún roce “de género”, lo han solucionado -o no- desde la libertad que tienen como individuos. Pido perdón por tener esta familia.

También me disculpo por no haber cobrado jamás más que mis compañeras por hacer el mismo trabajo. He tenido muchas más jefas mujeres que jefes hombres y jamás me he negado a acatar la orden de una mujer por el hecho de serlo, ni he visto que nadie cuestione una decisión de una directora por el hecho de no tener pene. Pido perdón por haber trabajado en sitios así.

Por supuesto, suplico clemencia por tener amigas que siempre han decidido por sí mismas si volver solas o acompañadas a sus casas y, claro está, si lo hacían sobrias o como las maracas de Machín. Por atesorar entre mi círculo más íntimo a mujeres que han querido ser madres, que han montado sus negocios y se las ven para, junto a sus parejas o solas, criar a unos niños y seguir rindiendo al 200% en el trabajo. Pido perdón por tener amigas así.

Es tristemente innegable que quedan familias donde sigue imperando el machismo, que hay mujeres que cobran menos que los hombres, que existe un techo de cristal en muchas grandes empresas y que es más peligroso para una mujer volver sola y borracha a su casa de noche que para un hombre. Y hay que seguir luchando para erradicar una lacra que es casi tan antigua como el ser humano: el considerar a la mujer inferior al hombre.

Pero una cosa es el feminismo y otra el hembrismo basado en el odio a todo lo discrepante que impera en algunos sectores políticos y sociales. Un hembrismo que llega a afirmar que quien no sea feminista “no es demócrata”. Y les puedo asegurar que conozco a bastantes mujeres que son mucho más feministas y demócratas que esas autodenominadas “activistas de vagina” que las consideran peores mujeres que ellas por no comulgar con la forma de entender su feminismo.

La educación en la igualdad desde bien pequeños y la contundencia de la Ley es lo único que podrá erradicar el asesinato de 55 mujeres en 2019 en España y las 14 que llevamos en este arranque de año. Hasta que esa sea la base sobre la que edifiquemos nuestra sociedad, el feminismo no ganará la batalla. Y seguiremos viendo cómo algunas consideran que gritar la palabra “coño” a los cuatro vientos es todo un paradigma de la igualdad.