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El virus cierra los mercados truferos y eso hará que lleguen más esporas al campo

Hay que recoger toda la trufa y, como no tiene venta, se devolverá a la tierra en forma de aportes
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Cruz Aguilar

Las lluvias de las últimas semanas han propiciado que crezcan trufas al final de la campaña y los truficultores, ante la imposibilidad de venderlas por el cierre de las fronteras y a consecuencia de que los restaurantes están clausurados para evitar el contagio por coronavirus, utilizarán esos últimos hongos de la temporada para congelarlos y echarlos, más adelante, en forma de esporas con las que mejorar la producción en los campos. 

La campaña se prolonga desde el 15 de noviembre hasta el 15 de marzo, pero los propietarios de las fincas la amplían si es necesario hasta recolectar toda la Tuber melanosporum para evitar que el Leiodes cinnamomeus o escarabajo de la trufa prolifere en los hongos podridos. 

La temporada ha sido muy buena en cuanto a producción en la provincia de Teruel ya que, como apuntó Julio Perales, presidente de Atruter, la Asociación de Truficultores de Teruel, se habrán recolectado más de un centenar de toneladas, una cifra muy por encima del pasado año. 

Aunque el coronavirus no ha llegado a España hasta hace unas semanas, el hecho de que comenzara a expandirse por China provocó el cierre de las fronteras asiáticas. Esto afectó al mercado de la trufa de Teruel de forma múltiple, según dijo Perales. Por un lado porque a Asia va a parar el 20% de la trufa que se recoge aquí y, por otro, porque el hecho de que esa trufa se quedara en los mercados de Europa propició una bajada en el precio debido al aumento de la oferta. “El coronavirus ha complicado mucho las cosas porque la mayor parte de la trufa va para fuera y parte de ella a China o Estados Unidos”, comentó el presidente de Atruter.

Al final de la campaña sí le ha pillado de lleno la crisis del Covid-19 y la última semana el precio cayó en picado ante la imposibilidad de que la Tuber melanosporum llegara a Francia o a la restauración, comentó el responsable de los truferos de Teruel. Perales añadió que el sector está acostumbrado a ver cómo afecta a los mercados la lluvia, la nieve o las huelgas, pero “de esto no teníamos ninguna experiencia”. 

Mercado globalizado

Se trata de un producto para el que, tradicionalmente, la demanda siempre ha sido mayor a la oferta. Sin embargo el 85% de la cosecha se vende fuera de las fronteras españolas y eso hace que todas las cuestiones y crisis mundiales tengan una gran repercusión en los montes turolenses. 

Alicia Bertolín, que es truficultora en Sarrión señaló que si la crisis del coronavirus hubiera estallado antes en Europa hubiera sido desastroso para un alimento que se sirve poco en las mesas españolas. También reconoce que los problemas de exportación a Asia repercutieron notablemente en los precios.

Los truficultores sí pueden salir al campo a recolectar aunque, como precisó Alicia Bertolín, en su caso tiene que llevar un justificante de la empresa en el que quedan registradas las fincas a las que tiene que acceder por motivos laborales. Tampoco puede ir más de un trabajador en un coche para evitar el riesgo de contagios. La recolectora matizó que la trufa no puede quedarse bajo tierra porque si no se pudre, lo que propicia la expansión del Leiodes cinnamomeus, que causa estragos durante la siguiente campaña. Lo que hacen los truferos es recolectarla y congelarla para luego devolverla al campo y que sirva para incentivar, a modo de abono, la producción de los años siguientes. 

Aunque a finales de febrero apenas recogían trufa a consecuencia de las altas temperaturas las lluvias de los últimos días han propiciado que todavía queden algunos kilos de hongo bajo tierra. “Tal y como está el campo, seguiremos hasta abril recogiendo trufa”, comenta Alicia Bertolín.

Un año más, la provincia de Teruel ha sido la gran productora de trufa a nivel mundial. Así, se calcula que esos 100.000 kilos de trufa recolectados en la provincia de Teruel suponen entre el 80 y el 90% de la producción mundial total de invierno –hay que tener en cuenta que en las antípodas se recolecta la Tuber melanosporum en verano–. 

La mayor parte de esos kilos recolectados en Teruel salieron del subsuelo de las fincas de Gúdar-Javalambre, que no solo es la que mayor número de hectáreas tiene plantadas, sino también la que cuenta con más parcelas dotadas de regadío. 

Aunque este año fue una campaña óptima en cuanto a recolección, no lo fue tanto en lo que respecta a precio y algunas semanas los truficultores, acostumbrados a comercializar sin problemas, se encontraron con dificultades para colocar parte de los kilos recogidos. 

Ahora hay 7.000 hectáreas plantadas en la provincia y cada año aumenta en unas 1.000 la superficie. A la vez, se incrementan las fincas que entran en producción por lo que el crecimiento en los kilos cultivados irá previsiblemente en aumento.

“Habrá que cumplir los protocolos para los trabajos agrarios de la primavera”

Los próximos meses son de un intenso trabajo en las fincas dedicadas a la truficultura, muchas más incluso que la temporada de la recolección. Así, la primavera es el momento en el que la mayor parte de los agricultores realizan las podas, eliminan las hierbas y hacen los aportes con esporas de trufa a través de pozos o nidos. Se trata de la época del año con más trabajo para el sector y Julio Perales, presidente de la Asociación de Truficultores de Teruel , Atruter, especificó que habrá que seguir toda una serie de medidas de seguridad para evitar contagios, puesto que la actividad en el campo se debe mantener. Comentó que las empresas tendrán que cumplir unas directrices para evitar contagios y planteó la necesidad de extremar las medidas de higiene tanto a la llegada al trabajo como al domicilio. “Mantendremos ciertas medidas de cautela, como no tocar las puertas o que esté todo desinfectado, tampoco podrán intercambiar herramientas”, dijo.

Perales precisó que se calcula que cada 10 hectáreas plantadas con trufa genera un puesto de trabajo a lo largo de todo el año, pero matizó que durante los dos meses siguientes a la cosecha se crea mucho más empleo, aunque indicó que es difícil de calcular cuánto: “Hace falta en torno a una persona por hectárea, pero influyen muchos factores, como la superficie que tienes que trabajar y el tiempo mínimo en el que lo tienes que hacer”, aseguró.