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Fernando Ruiz, padre superior del Monasterio del Olivar: “Somos expertos confinados y privilegiados, porque tenemos el huerto en casa” Fernando Ruiz, padre superior del Monasterio del Olivar: “Somos expertos confinados y privilegiados, porque tenemos el huerto en casa”
Fernando Ruiz, la semana pasada en la biblioteca del Monasterio del Olivar de los Padres Mercedarios. Monasterio del Olivar

Fernando Ruiz, padre superior del Monasterio del Olivar: “Somos expertos confinados y privilegiados, porque tenemos el huerto en casa”

Los monjes rezan para que las personas reflexionen sobre sus valores hasta el punto de repensar su modelo de vida
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Los padres mercedarios del Monasterio del Olivar, en Estercuel, rezan a diario para que las personas aprovechen estos días de confinamiento para replantearse su escala de valores. En su caso, el toque de queda no es muy diferente al enclaustramiento, aunque reconocen ser unos privilegiados por poder tener amplitud de espacio... y huerto. 

-¿Hay diferencia entre el confinamiento y la vida de retiro?

-En cuanto a la vida de comunidad, poco. Sí que es verdad que normalmente atendemos los pueblos y la cárcel, pero es solamente algunos días. Mantenernos la oración, el trabajo de monasterio, la huerta y los campos. Todo sigue igual. Somos expertos en confinamiento. Estamos cinco personas, más otras cuatro que llegaron antes como amigos porque tenían que hacer algún trabajo aquí. 

-¿Qué hacen en el huerto?

-Estamos con los trabajos previos, echando fiemo y decidiendo si ponemos invernadero. Cada vez más, nuestros huéspedes nos demandan probar los productos de aquí. Los olivos sufrieron mucho con la nevada, hay trabajo.

-¿Son conscientes de que son unos privilegiados hoy en día?

-Lo sabemos, y de alguna manera nos pensamos si atenderlo. Pero está todo dentro del terreno del monasterio, no hay ningún habitante cercano en cuatro kilómetros y no usamos la vía pública, por lo que no incumplimos ninguna norma. Estos días estamos publicando fotos de naturaleza, no por dar envidia sino por animar. El campo y el paisaje siguen ahí. Los romeros están floreciendo, las aliagas están bellísimas vestidas de amarillo, y eso la gente lo tiene que saber. 

-Dime el tamaño de tu casa y te diré la crudeza de tu confinamiento...

-Sí, es cierto. Somos una comunidad pequeña y las instalaciones son grandes, pero en su día estaban pensadas para que aquí hubiera mucha más gente. 

-¿Cuántas visitas anuales recibe la hospedería?

-Es un turismo muy poco masificado y sostenible. Recibimos entre 1.500 y 2.000 personas al año. No suele haber grandes grupos. Hacemos reuniones, visionado de estrellas, retiros… Es un turismo del espíritu.

-¿Compran menos ahora?

-Teníamos bastantes suministros para las dos próximas semanas, de modo que apenas hemos salido a comprar verduras y alguna cosita que faltaba. Con una salida semanal tenemos bastante. 

-¿Qué labores realizan?

-Después de la oración de la mañana, preparamos la comida. Luego hacemos tareas de administración y organización de la hospedería, y después limpieza y la parte de la agricultura. También nos toca muchas veces escribir artículos, preparar misas y la parte pastoral: visitar a ancianos y asistir a las parroquias de Los Olmos, La Mata, Crivillén, Ejulve, Gargallo, Estercuel, Cañizar del Olivar y La Zoma. 

-Todos estos pueblos hacen romerías en mayo al monasterio. Este año tiene mala pinta.

-Sí, empezando por la Semana Santa. Es una manera de celebrar la fe, igual que las romerías. Si te quitan la manera de celebrar no te han quitado la fe, que es lo que intentamos explicar.

-¿En casa se pueden hacer ejercicios espirituales?

-Sí. Precisamente la clausura, que es el confinamiento voluntario de los religiosos, era para tener tiempo para rezar. La parte positiva que tenemos estos días es poder pasar tiempo con las personas con las que vivimos, leer, pensar, reflexionar o llamar a aquel amigo que está lejos. 

-¿Qué pautas recomiendan?

-Tener un horario y fijar actividades comunes aporta estabilidad y paz. Hay que prestar mucha atención a las que nos enriquecen como personas, aquello que llamamos hobby. Es el momento de repensar y replantearnos nuestro modelo de vida. Probablemente tienes un trabajo que no te gusta, una vida de familia que no desarrollas plenamente y un hobby que te permite desahogarte. Hay que invertir la pirámide de preferencias y valores. 

-¿Muchas personas saldrán de esto con un cambio de vida?

-Rezamos por ello. Es más importante preguntarle a Dios cómo debemos actuar que pedirle que aplaque la pandemia. Tenemos que dar más importancia a las cosas importantes.

-¿Cuál es la misión de su orden en este tiempo convulso?

-La orden nació para la redención de los cautivos cristianos que eran apresados por los musulmanes para ser vendidos como mercancía. Ahora hay cautividades que llevamos dentro. Tenemos que dar servicio a la libertad personal y social para que podamos elegir el bien. 

-¿Cómo se estimula esto?

-Hay que liberarse de las cadenas que tiene uno, de aquello en lo que se refugia o lo mantiene atado por ambición o prejuicios. Y, a partir de ahí, uno necesita seguramente tener metas grandes para poder ser feliz, para poder ser libre. El dinero solo te hace rico si lo gastas. ¿De qué te sirve tener un millón de euros, si ahora somos todos igual de pobres?

-¿Seremos mejores personas tras el Covid-19?

-Vamos a tocar lo mejor y lo peor de nosotros, y eso va a ser muy interesante. Mucha gente daría mucho por poder ser un médico y poder ayudar. Estas situaciones pueden sacar grandes tensiones de nosotros o quizás nuestras contradicciones: estábamos huyendo de estar en casa.