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Sábanas viejas y ajuares de los de antes convertidos en mascarillas: la solidaridad turolense no para Sábanas viejas y ajuares de los de antes convertidos en mascarillas: la solidaridad turolense no para
Elaboración de una mascarilla por una de las voluntarias que está participando en esta iniciativa

Sábanas viejas y ajuares de los de antes convertidos en mascarillas: la solidaridad turolense no para

Varias modistas y otras personas que saben coser se coordinan desde sus casas para ayudar a los sanitarios
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Cada cual está aportando lo mejor de sí mismo que puede en esta crisis sanitaria a la que hay que hacer frente desde el compromiso. Así lo están haciendo un grupo de modistas y otras personas que saben coser a máquina en Teruel, que han organizado un equipo de trabajo coordinado para fabricar mascarillas para los sanitarios. Sábanas viejas de algodón y ajuares de los de antes cuando uno se casaba, se están convirtiendo en equipamientos de protección para combatir la pandemia.

Trabajan desde sus hogares, en la soledad física pero no emocional, porque gracias a los móviles están conectadas entre ellas para ser más productivas y eficaces, y desde el exterior están recibiendo también ayuda a través de Nacex, la empresa de transportes, para poder recoger las mascarillas que confeccionan con sus máquinas de coser. Aparte, están colaborando entidades como Protección Civil, Elena Soriano y el Centro Comercial Abierto a través de su gerente, Rodolfo Pangua, entre otras.

Hasta el pasado miércoles habían fabricado unas 350 mascarillas y entonces eran más de veinte las personas, entre mujeres y hombres, las implicadas en esta tarea para ayudar a hacer frente a la crisis sanitaria del coronavirus. Las fabrican con sábanas viejas de algodón, del propio hospital, o antiguos ajuares de las bodas de antes rescatados de los fondos de los armarios y los desvanes.

“Todo esto empezó con los nervios de no poder hacer nada para poder ayudar y la verdad es que la gente ha respondido rápidamente”, asegura Araceli Sancho, que recalca que nadie del grupo quiere protagonismos sino ayudar aportando su trabajo. Por ese motivo las fotos que acompañan a esta información, enviadas a través de whatsapp, no muestran rostros sino el trabajo que hacen.

La iniciativa surgió a los dos o tres días de empezar el estado de alarma y al ver que había iniciativas en otros sitios haciendo mascarillas para colaborar con los sanitarios. Sancho cuenta que se puso en contacto con el hospital  Obispo Polanco y con la Delegación Territorial del Gobierno de Aragón a través de su delegado, Benito Ros, “para ver si hacía falta o si se podía ayudar”.

Ella es sombrerera y cuando desde el Salud le enviaron unas sábanas para hacer los epis, puesto que tienen que ser cien por cien algodón, se puso en contacto con dos o tres modistas más para trabajar en equipo. “El resto es gente voluntaria con una máquina de coser en su casa”, aclara.

En ese momento no sabía que Ana Escriche en Cella ya estaba haciendo mascarillas para la residencia Javalambre, y fue ella la que les mandó el modelo que estaban haciendo. Lo habló con el hospital y se pusieron manos a la obra. Recalca a este respecto que las que están haciendo son un refuerzo de las mascarillas quirúrgicas, “es una protección extra”.

Las confeccionan sin salir de casa y las envían al Obispo Polanco, donde las desinfectan “y decidirán el uso que les dan”, comenta. Explica que el Centro Histórico se ofreció a ayudarles con parte de la logística para traer telas y llevar las trabajos acabados, que al principio hicieron por su cuenta. Nacex les está haciendo también algún porte sin cobrar, de forma altruista para ayudar, y Protección Civil se encarga de la recogida y entrega.

“Esto ha crecido y hemos tenido que hacer logística con alguien que se ocupa de organizar envíos con los voluntarios”, relata, a la vez que recalca que “la gente se ha volcado”.

Aparte de las sábanas del Salud que les han entregado para que las transformen en equipos de protección, “mucha gente de Teruel nos ha donado sus ajuares de sábanas, las de antes, las de algodón”, y día a día surgen nuevos ofrecimientos conforme se va conociendo a través del boca a boca por las redes sociales que existe este grupo de voluntarios.

“Ahora tenemos un grupo de veintitantas personas, y alguna también ha ido creando subgrupos a través de las redes”, detalla, para precisar que el pasado miércoles, que es cuando este periódico habló con ella, podía haber entre 26 o 27 personas implicadas.

Tal empieza a ser ya el volumen de gente participante, que han dividido incluso los trabajos, de forma que alguien corta las piezas y después se distribuyen a través de la logística que han montado para que el resto pueda coserlas. Además, al haber crecido el grupo hay quienes se están centrando en asuntos como la logística para el tema de las recogidas y entregas, y también para atender solicitudes de la gente que se quiere sumar a esta iniciativa.

En la primera semana estima que se han hecho unas 350 mascarillas. “Vamos a hacer más”, comenta, para pedir a continuación que “no cunda el pánico porque el hospital no está desabastecido, solo las hacemos en previsión de que puedan hacer falta como refuerzo”. Además, añade que también hay gente que ha estado haciendo para alguna residencia “y estamos abiertos a si alguien necesita”.

 

Cada vez más gente

A diario se incorpora más gente a este colectivo a través de las personas que ya lo integran. “Esto circula porque alguien se lo cuenta a sus amigas y se suman, y hay gente incluso que se ha ofrecido a comprarse una máquina de coser para ayudar a la gente”, explica.

Se trata, recalca Araceli, de poder colaborar con lo que la sociedad necesite en cada momento. Ahora son las mascarillas, “que es un ejemplo para que el hospital las tenga en reserva por si les hacen falta, y ojalá que no les hagan falta, porque estaremos siempre siguiendo las directrices que nos den”.

Opina que lo importante es poder ayudar en lo que cada uno sabe o puede hacer. “La gente está ayudando de muchas maneras, y nosotras vimos que esta era la única manera de poder hacerlo desde nuestras casas para poder echar una mano”, argumenta.

Eso sí, recalca que es importante que quienes se impliquen haciendo algo lo haga “de forma coordinada, porque uno es mucho más efectivo en grupo, ya que cuando este va creciendo vas a encontrarte con un poco de organización”. En el caso de su experiencia, valora todo el voluntariado que ahora les va a ayudar con la logística, “así la gente no tiene que salir de casa y está menos expuesta”.

Agradeció en este sentido también a personas que están dando conciertos en las redes, que ayudan con las personas mayores, hacen la compra o dan apoyo psicológico. “La mayoría de la gente está con ganas de ayudar al vecino”, concluye.