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Las vírgenes y los santos están también confinados para no transmitir el virus Las vírgenes y los santos están también confinados para no transmitir el virus
Josefina Saz es la celadora de una de las tres Sagradas Familias que hay en Villafranca del Campo

Las vírgenes y los santos están también confinados para no transmitir el virus

Los pequeños altares que rotan por las casas no se moverán por la cuarentena
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Cruz Aguilar

El confinamiento afecta a todos, desde los niños a los ancianos. Tampoco las vírgenes que habitualmente van de casa en casa en los pueblos salen a la calle estos días. Son imágenes resguardadas en pequeñas cajitas de madera con unas puertas en el frente que, al abrirlas, permiten ver a la Sagrada Familia o a la Milagrosa. Desde que comenzó el confinamiento a causa de la pandemia de Covid-19 están siempre abiertas, pero en la misma casa. Al menos eso es lo que ocurre en Villafranca del Campo, donde hay cinco imágenes, tres de la Sagrada Familia y dos de la Virgen Milagrosa.
Una de las Sagradas Familias está en casa de Josefina Saz y tardará, al menos lo que dure el confinamiento, en llegar a casa de la siguiente familia, que es la de Mari Carmen Hernández. Cada una de las figuras religiosas tiene una celadora y las cinco se reunieron hace ya algunos días para tomar una decisión al respecto, ya que consideraban que era arriesgado que las vírgenes recorrieran las casas “y más teniendo en cuenta que todo el mundo les da un beso, esa es la razón por la que las hemos recogido”, explica Saz. 
La decisión la consultaron con el cura del pueblo, que estuvo totalmente de acuerdo en la medida. “Don Avelino nos dijo que era mejor que no fueran de casa en casa porque puede ser un foco de contagio ya que además se le dan besos, y si hay cuatro en casa le dan besos los cuatro”, explica Josefina Saz. 
Las celadoras se ocupan habitualmente de tener limpia la caja, que reciben, como el resto de las familias, una vez al mes. En el caso de la Sagrada Familia de la que es responsable Josefina Saz las mejoras en la pequeña capilla han ido más allá de la limpieza puesto que su marido le colocó una pequeña luz en el interior para que la imagen religiosa estuviera iluminada. A Saz le llega el penúltimo día del mes y se ocupa de limpiarla y dejarla lista para iniciar un nuevo recorrido. A veces la recibe algún día antes porque “ahora somos pocas en la lista y algunas la tenemos dos o tres días”, especifica.
La tradición de pasar la Sagrada Familia o la Virgen Milagrosa está muy arraigada en los pueblos, al menos en los de la provincia de Teruel. Consiste en que la pequeña capilla está durante una jornada en casa de cada persona de las que integran la lista, normalmente familias religiosas que aprovechaban el paso de la imagen por su domicilio para rezar todos juntos.
La despoblación también ha afectado a los recorridos que hacen estos santos viajeros, que ahora tienen que pasar más de una jornada en casa de las personas que participan en la acogida porque, como explica Josefina Saz, “cada vez hay menos gente o son más mayores y no pueden ir de aquí para allá llevando a la virgen”. En Villafranca del Campo hay una gran tradición con respecto a las capillas domiciliarias y, según dice la celadora de una de las Sagradas Familias, “pasan por todas las casas del pueblo”, aunque ahora, y debido a la merma en el censo, son huéspedes durante más de un día prácticamente en todos los hogares. “En una de las vírgenes eran más de 20 y ahora se han quedado solo 7, entre las que se han muerto y las que se hacen mayores”, lamenta Josefina Saz.

En Tronchón y Berge
Villafranca del Campo, en la comarca del Jiloca, no es el único lugar donde las vírgenes domiciliarias se han quedado confinadas. También en Tronchón, en la comarca del Maestrazgo, la capilla dejará de viajar y se quedará en la casa donde le pilló cuando se inició el confinamiento. Así lo explica el alcalde, Roberto Rabaza, quien precisa que en su pueblo no hizo falta emitir un bando, sino que simplemente él mismo llamó a la persona que tenía la virgen y le comentó que lo mejor sería que la guardara en su casa hasta que pasara la pandemia.
También en Berge, en la comarca del Bajo Aragón, la Sagrada Familia que va de casa en casa está ahora confinada, aunque en este caso en el interior de la iglesia parroquial, según comentó Fina Orta, que es la encargada de guardar la llave del templo.