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Llamadas que importan, palabras que curan y decir te quiero con la mirada Llamadas que importan, palabras que curan y decir te quiero con la mirada

Llamadas que importan, palabras que curan y decir te quiero con la mirada

Los periodistas de TVE Silvia Barraca y Pimpi López visitan el Hospital Obispo Polanco
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Por Silvia Barraca

Los profesionales de Televisión Española en Teruel Silvia Barraca y Pimpi López Juderías entraron el jueves pasado en el Hospital Obispo Polanco de la capital para hacer una de sus piezas. Hablaron con médicos, enfermeras y pacientes y cuentan aquí su experiencia en el centro que acoge a muchos enfermos de coronavirus

No era nuestra intención entrar en el hospital de Teruel con una cámara. No imaginábamos que tres horas después de pedir permisos para rodar nuestra noticia del día, mi compañero, el cámara Pimpi L. Juderías,  iba a verse vestido como un médico de los que vemos estos días de emergencia sanitaria en el telediario y subir hasta la tercera planta. Pero así fue.

Queríamos poner imagen y voz a la nueva iniciativa, otra más, del grupo de voluntarios de Teruel Aislados pero no solos. Una red tejida por 160 personas que de forma altruista hacen la compra a ancianos, conversan con ellos y alivian la soledad del encierro impuesto. Una llamada a la solidaridad que ha acabado buscando otras. Las más esperadas. Las de aquellos que no tienen forma de comunicarse con los que echan de menos.

A muchos enfermos el virus y su ingreso en el hospital les pilló con lo puesto. Sin móvil, con una salud muy resquebrajada, sin ánimos ni fuerzas y solos. El maldito coronavirus ni siquiera permite que una mano familiar te roce y te dé aliento para luchar. El combate es en soledad. Pensando en ellos, también en los ancianos de las residencias donde el virus se ha hecho fuerte, la red de voluntarios ha logrado las tablet que yo llamo anti-soledad. Lo han conseguido gracias al respaldo del ayuntamiento, la teleoperadora  Embou y Caixa bank.

Y ése era nuestro objetivo. Que un enfermo pudiera estrenar una de esas tablet y hablase con su familia. La sorpresa llegaría cuando fuésemos con el aparato al hospital y nos sugiriesen que podíamos subir y rodar la escena.  Creíamos que una enfermera la grabaría con el móvil pero ante la oportunidad brindada, un caramelo en argot periodístico, Pimpi no se lo pensó y se dirigió, perfectamente pertrechado, hacia la habitación de Pilar cámara en guantes.

Los pasillos desiertos, a sus orillas, los trajes colgados que hacen de salvaguarda a nuestros escudos en esta guerra de enemigo invisible, a los sanitarios, héroes a los aplaudimos cada tarde. Vemos el ritual con que se visten. Mascarilla, gorro, sobre él, máscaras protectoras, bata y dos pares de guantes. 

En el Obispo Polanco hay 166 infectados. Daniel Rubio, médico internista, nos cuenta que, de momento, el hospital aguanta. Cuidamos de la gente lo mejor que sabemos. De camas vamos medio bien, de UCIS y los codiciados respiradores también vamos medio bien. No nos podemos quejar, dice. La España vaciada tiene cosas buenas a veces.

No hay sensación de miedo, al contrario, inspiran tranquilidad. Es hora de hacer la bendita llamada. Pilar, 64 años, de Monreal, aguarda en la cama. Mascarilla y oxígeno puesto. A su lado el médico y al menos tres enfermeras parapetadas. Llenan la habitación, normalmente en soledad. Tienen trabajo pero no han querido perderse el gran momento. Nos cuentan que esta conversación que están a punto de estrenar, es para los que sufren una llamada que da vida, ánimo y fuerzas y más con una enfermedad que afrontan solos.   Pilar está contenta. 

Hace ocho días que el coronavirus la aisló en el hospital. Llegó muy frágil, reconoce, por momentos pensó que no vencería al coronavirus pero ahora le acompaña la salud, y va a ver a sus hijas por primera vez. Una está en Madrid, otra en Alemania. Les contará que está muy bien que la han tratado de cine y que su médico “requete majo” le dará el alta pronto. Risas, complicidad, y entre los que están cuidando de Pilar, satisfacción. 

Apenas se ve en sus rostros, pero la escena enternece. La dejamos descansar. Hoy ha sido para ella un gran día. Porque hay llamadas que importan y palabras que curan. El te quiero se lo han dicho con la mirada.