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Una familia de Teruel ayudó en agosto a unos turistas de Shanghai a cambiar una rueda y ahora les han enviado mascarillas Una familia de Teruel ayudó en agosto a unos turistas de Shanghai a cambiar una rueda y ahora les han enviado mascarillas
Carmen Loureiro posa con sus dos hijos y con la primera caja de mascarillas que envió desde china la familia Zhu

Una familia de Teruel ayudó en agosto a unos turistas de Shanghai a cambiar una rueda y ahora les han enviado mascarillas

La solidaridad en tiempos de crisis por el coronavirus
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Cruz Aguilar

Era un día caluroso de agosto y en la puerta de su casa había una familia de chinos que ni sabían cambiar una rueda ni se aclaraban con los que habían parado a ayudarles. El inglés de los españoles es bastante malo, como queda patente siempre que nos enfrentamos a alguien que solo habla inglés, o chino, que para el caso aún es peor. Carmen Loureiro se maneja medianamente bien y no dudó en echarles una mano para atender a la grúa que acudía a repararles el pinchazo. 

El sol cada vez calentaba más y entre los miembros de la familia había tres ancianos y una niña pequeña, así que la mujer les propuso que esperaran en su casa mientras se solucionase el tema del coche. Eran una familia de Shanghai que estaban en España de vacaciones y, al más puro estilo asiático, en diez días recorrieron desde Barcelona a Toledo pasando por Albarracín y Teruel, donde pincharon. 

Carmen dejó a los tres ancianos chinos, junto a la niña y a su madre, en casa con sus hijos y les ofreció un poco de agua y unas patatas para la niña, a la que entretuvieron con algunos juguetes de sus críos. Los chinos entraron en su casa descalzos, “se empeñaron aunque yo les insistí que no hacía falta, que además se iban a ensuciar los pies”, recuerda. Son normas de educación en el país, nuevas en casa de Loureiro, una mujer vasca, de apellido gallego y afincada en Teruel desde hace años.

Una mera anécdota

La mujer ayudó al turista en las gestiones para cambiar la rueda, principalmente por el tema del idioma, y cuando todo estuvo resuelto le dieron las gracias, se hicieron un par de fotos, se intercambiaron los emails y se despidieron. El episodio quedó, para la familia Loureiro, en una mera anécdota de una familia de chinos que pasaron una mañana de verano en su casa de Teruel.

Desde entonces hasta hace algo más de una semana apenas se habían intercambiado un par de correos electrónicos interesándose por cómo habían ido las vacaciones y el final del viaje. “Yo ni siquiera caí en preguntarles por todo el tema del coronavirus, es que ni me acordé de ellos”, lamenta ahora la mujer. Sin embargo, la familia Zhu sí se preocupó por la situación de Loureiro cuando estalló en marzo en España la crisis del Covid-19. “Me mandaron un mail interesándose y diciéndome que si necesitábamos algo. Yo al principio les dije que no, pero luego, hablando con mi marido, decidimos contarles que en España no teníamos materiales de protección y él nos dijo que iba a ayudarnos”, explica. El primer envío llegó a los pocos días, una caja con  600 mascarillas llegadas desde China gracias a las gestiones de Josh Zhu y de su empresa, Tialoc Group, de Shanghai. 

“Yo no le di mayor importancia a la ayuda que les había prestado, pero tal vez para ellos sí lo fue, no lo sé, la cuestión es que tengo en mi comedor una caja con 600 mascarillas quirúrgicas, de esas que tienen el sello europeo y que aquí son tan escasas. Y me ha dicho que en unos días me llegará otra caja y que aún puede mandarnos más”, relata. Ese segundo pedido ya está en España, ayer 4 de abril pagó las tasas arancelarias de un segundo envío que llevará hasta el hospital Obispo Polanco en cuanto llegue a sus manos.

Carmen Loureiro es profesora en el IES Vega del Turia y sus compañeros del departamento que imparte los grados de la rama sanitaria le han ayudado a distribuir las mascarillas. Ella se intentó poner en contacto con el Ayuntamiento para donarlas allí y que se ocuparan del reparto pero, al no recibir respuesta, echó mano de las ideas de sus compañeros, que enseguida le indicaron que en la residencia de Javalambre las necesitaban y allí hizo llegar las primeras.

Comunidad educativa

Cada envío tiene un coste de más de 50 euros y, para sufragarlos, la profesora ha contado con el apoyo de toda la comunidad educativa del IES Vega del Turia que, al conocer los envíos solitarios, se ofrecieron a poner un fondo para sufragar las tasas tanto de las aduanas como del transporte hasta Teruel. Una cadena solidaria que, desde Shanghai hasta el Obispo Polanco, haciendo parada en el Vega del Turia, ayuda a salvar vidas.

La docente tiene previsto repartir todas las mascarillas entre las personas que las necesitan, sin reservar ninguna para ella y su familia, aunque reconoce que un pequeño lote irá a parar a una amiga que está enferma de cáncer: “Quiero que esté protegida. El resto las distribuiremos entre la gente que está en contacto con la enfermedad”, dice rotunda. 

Carmen ayudó a los chinos sin esperar nada a cambio, simplemente porque es su forma de ser. El pasado verano era impensable que, viviendo en un país como España, pudiera necesitar nada, y mucho menos material sanitario, de otros lugares del mundo. El coronavirus ha tirado las torres más altas sobre las que se asentaban los esquemas mentales occidentales y “la gran conciencia social y comunitaria” que tienen los chinos ha sido de gran ayuda en Teruel. Ayer por ti hoy por mí. Solidaridad en estado puro.