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Amancio I de España Amancio I de España

Amancio I de España

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A.M.

Quiero aprovechar mi artículo de hoy para rendir homenaje a las iniciativas que, desde el sector privado, de la sociedad civil, se están haciendo todos los días para ayudar, para echar una mano solidaria en la medida de lo posible. Tenemos que tener claro que de esta situación saldremos, por la iniciativa privada y por la iniciativa de la sociedad civil, además de por otras circunstancias. El título intenta reflejarlo, aunque personalizado en Amancio Ortega es extensible a los cientos de miles de empresarios grandes, pequeños o medianos que han puesto sus bienes al servicio de esta causa. 

Del sector público es lo esperable. Tanto el Gobierno central como el resto de entidades gubernamentales están dando todo lo que tienen y están poniendo todos los medios para poner freno a la pandemia. Otra cosa es el acierto con el que se está gestionando ese inmenso caudal de recursos del que dispone el Estado. Pero que una empresa como Inditex, que podía haber no hecho nada, decida modificar su producción para comenzar a fabricar máscaras, guantes, gafas protectoras, gorros, calzas y otros protectores sanitarios, dice mucho del nivel empático de los responsables de esa empresa.

Que una empresa de Mazaleón (Teruel), del sector textil, haya dejado de fabricar sus trajes y se dedique a fabricar mascarillas, demuestra su grado de solidaridad y empatía en esta crisis. Que el sector agroalimentario, el sector de la distribución, haya conseguido que no se produzca desabastecimiento es destacable, además cuando ha sido objeto de tan injusto cuestionamiento en los meses anteriores. Pero es que, además, el señor Roig va a dar una prima salarial a sus empleados del 20% de su sueldo bruto, cuando no tenía obligación de hacerlo. Y, ¿cuántas micro empresas no van a acogerse a ningún ERTE, aunque tengan derecho a solicitarlo, cuántos bares, restaurantes, comercios que llevan 3 semanas cerrados van a soportar esos costes salariales. 

Esta actuación que debería ser objeto de reconocimiento público, sin embargo, es criticado por un sector importante de la población. ¿Por qué hay determinadas personas que no soportan estos comportamientos por parte de los empresarios (y no solo que no los soportan, sino que los critican de forma abierta y colérica)? 

Creo que se debe a varios motivos, pero principalmente porque no quieren ciudadanos libres e independientes, quieren súbditos, personas subsidiadas, dependientes de la generosidad del gobernante de turno, que por supuesto se arrogan la exclusividad de facilitar esas ayudas. Pero claro, mientras que Amancio Ortega lo hace con sus fondos, éstos lo hacen con nuestros fondos, con nuestros impuestos. 

Finalizo destacando el trabajo de las universidades, en general, y de la Universidad de Zaragoza en particular. No solo en lo concerniente a la continuidad en las labores docentes (ha hecho más el coronavirus por el teletrabajo y la docencia online que todos los proyectos y programas desarrollados en los últimos años), sino en la puesta a disposición de las autoridades de toda la infraestructura de los laboratorios dedicados a la investigación. 

Se han creado redes de laboratorios para ayudar con el diagnóstico, se utilizan los supercomputadores para hacer simulaciones para entender la enfermedad, se han puesto a trabajar todas las impresoras 3D para producir respiradores seguros y de bajo coste. Incluso repositorios de iniciativas tecnológicas frente al coronavirus. Se ha puesto el talento a disposición de las necesidades de la sociedad. Ver a los profesores cómo modelizan el comportamiento de la pandemia, cómo desarrollan prototipos para unos nuevos respiradores o cómo ofrecen asesoría sicológica o legal es tremendamente gratificante.