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Eurobonos: un déjà vu Eurobonos: un déjà vu

Eurobonos: un déjà vu

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A.M.

Decía Jacinto Benavente que “más se unen los hombres para compartir un mismo odio que un mismo amor”. Esta célebre frase me viene al pelo para describir estos días el odio patrio hacia los países ricos del centro y norte de Europa a cuenta de los Eurobonos o Coronabonos. Insolidarios, egoístas, y muchos otros calificativos les están dirigiendo todos los países del sur de Europa, especialmente Italia, Francia y España, a sus socios del norte.

Lo que explica esta posición furibunda, casi unánime en España, es la negativa de algunos países (Alemania, Países Bajos y Austria, fundamentalmente) a mutualizar deuda mediante la emisión de Eurobonos. Esa deuda se producirá por los previsibles déficits en los que se va a incurrir si queremos que el Estado ayude a paliar los efectos que está teniendo la pandemia sobre la economía. La pregunta, por lo tanto, es muy sencilla: por qué estos países se oponen a esta medida.  

Dejando de lado el rigor académico y con intención divulgativa, la respuesta está en un concepto que, lamentablemente, no es de uso habitual en estos momentos, pero que lo fue en el año 2008 y siguientes, y es el de prima de riesgo. Esta prima de riesgo mide el diferencial en el coste de la financiación (lo caro que cuesta pedir un préstamo) que paga un país con respecto a otro de referencia, que en la Unión Europea es lo que paga Alemania. Si hablamos de personas y no de países, es como si alguien va a un banco a pedir un préstamo y el tipo de interés que tiene que pagar por ese préstamo será tanto más alto cuanto mayor sea su prima de riesgo. Un funcionario o un empleado con contrato fijo en una gran empresa debe tener una prima de riesgo mucho más baja que un empleado con un contrato temporal. Otros factores que determinan esa prima podrían ser la solvencia, el rigor o las expectativas positivas o negativas que se generan en los inversores.  

Imaginemos dos sujetos con los mismos ingresos. Uno de ellos no gasta más de lo que ingresa, mantiene un equilibrio con sus niveles de deuda, no pide un préstamo para irse de vacaciones si no dispone de rentas. El otro, gasta constantemente más de lo que ingresa, está siempre con niveles de endeudamiento muy elevados, no ahorra nada, no devuelve nada de lo que debe. Estos dos comportamientos tan dispares tienen su influencia en la prima de riesgo, por lo que en el segundo caso debería ser mucho más alta. Por último, vamos a imaginar que esas dos personas son hermanos y que el segundo, el de la prima muy alta, tiene que pedir un préstamo y el banco le dice que sí, pero al 10% de interés. ¿Qué hace? Va a su hermano, el de la prima de riesgo baja, y le dice que pidan el préstamo entre los dos, que así le saldrá más barato. Esto es, más o menos, la famosa mutualización de la deuda. Hermanos sí pero primos no, sería la respuesta lógica del hermano con la prima de riesgo baja ante semejante propuesta, por lo que le dice que para aceptar eso debe cambiar radicalmente su política de gastos, imponiéndole austeridad, y no gastando más de lo que ingresa. Ahora pongan nombres de países a estas personas, ¿a que todos sabemos quién es quién? 

Pues esto es lo que está pasando en estos momentos en el seno de la Unión Europea. Los alemanes tienen una prima de riesgo negativa mientras que los españoles o los italianos están en unos 150 puntos básicos. Y estos países quieren que se pidan esos préstamos entre todos los países europeos con la finalidad de que los tipos de interés de esa deuda sean menores para ellos y mayores para Alemania, Austria o Finlandia. ¿Hermanos sí pero primos no? Veremos hasta dónde llega el acuerdo.