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Elige Elige
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Juan Corellano

Elige la vida. Elige un teletrabajo. Elige una carrera en la UNED. Elige con quién pasas el encierro. Elige qué día tienes una videocharla con cada remoto grupo de amigos que guardas en tu lista de contactos. Elige ejercicio en casa, recetas saludables, retomar la lectura y la filmografía de Kubrik. Elige escribir un diario y emprender ese proyecto personal que habías aparcado. Elige meditar con vídeos de YouTube y preguntarte quién coño eres los domingos por la mañana.

Si a Irvine Welsh la inspiración le hubiera pillado en tiempos de confinamiento, creo que el inicio de ‘Trainspotting’ hubiera sido algo parecido a lo que acabo de escribir. Su crítica a la sucesión de imposiciones y requisitos que componen una supuesta vida feliz siguen muy vigentes en la actualidad, también en este contexto de pandemia. 

Cuando llegó el encierro, las puertas hacia el sedentarismo, la procrastinación y la vida contemplativa quedaron abiertas de par en par. Sin embargo, creo que nos hemos excedido en nuestro intento por intentar mantener unos mínimos decentes de actividad durante esta etapa.

Algunos referentes tampoco ayudan. George R.R. Martin aprovechando la crisis –que, por trágica, parece sospechosamente de su autoría– para escribir el esperado final de ‘Juego de Tronos’ y Bob Dylan estrenando canciones de diecisiete minutos. Miremos hacia donde miremos, todo lo que nos rodea en este confinamiento parece dispuesto a recordarnos que no estamos aprovechando el impás como deberíamos, que no estamos siendo lo suficientemente productivos. 

No obstante, tampoco perdamos el norte. Aunque debemos procurar mantenernos activos, superarnos y conseguir lo extraordinario no debe ser una obligación. Superar esta anodina situación sin perder los papeles es un reto más que suficiente. Ya me decepciono lo bastante al comprobar que no me he quitado el pijama en todo el día y tampoco he sacado la basura. Los remordimientos por no haber escrito un libro todavía exceden mis límites de culpabilidad. 

Además de su crítica, Welsh también sugirió una liberadora alternativa: no elegir esa vida. Algunos, con la de ir por casa que gastamos, ya tenemos más que suficiente.