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Por Beatriz Gonzalvo

Bienvenidos al Rincón de la Psicología, un espacio donde todos los miércoles, los psicólogos y psicólogas de PSICARA (Psicología Aragonesa en Acción) abordamos curiosidades relacionadas con la psicología, y donde hoy daremos paso a uno de los temas más expuestos y a la vez más ocultos en la actualidad.

En los últimos años los casinos, juegos de póker online, apuestas deportivas, loterías y bingos entre otros han invadido tanto internet como las calles de nuestra ciudad. Pero, ¿esta aparente forma de ocio nos puede acarrear problemas en nuestra vida? ¿Conocemos o somos conscientes de las consecuencias con las que nos podemos encontrar si llevamos a cabo un mal uso de los mismos?

Desde que se legalizó el juego en nuestro país han ido apareciendo gran cantidad de juegos de azar y con ello, un aumento del gasto por habitante en este tipo de actividades. De la mano nos encontramos con la creciente incidencia del juego patológico, un problema de salud mental donde la persona fracasa progresiva y reiteradamente en su intento de resistir el impulso de jugar, a pesar de los problemas que provoque esto en su vida personal, familiar, social y profesional.

Existe una falta de percepción del peligro hacia este tipo de conductas que, si lo unimos a la inundación de publicidad que fomenta esta actividad suponen que, en la actualidad, el juego patológico se considere uno de los problemas de salud emergentes de mayor calado en nuestra sociedad.

Sin embargo, no se puede olvidar que el juego es una actividad común e importante en el ser humano que posibilita la socialización y el aprendizaje de distintas conductas y roles. Por esta razón no se pretende con el presente artículo arrebatar la actividad del juego ni mucho menos, no todo jugador padece una patología puesto que hay personas que se adentran en el juego por mera diversión y hacen un uso adecuado de él. Ahora bien, el juego y las apuestas pueden ser una actividad lúdica que proporciona excitación y placer o pueden llegar a convertirse en un verdadero problema. En algunas personas, el juego deja de ser una mera diversión y se transforma en una conducta dependiente caracterizada por la pérdida de control hacia la misma que lleva a dejar de lado a la familia, el trabajo, los estudios, las amistades, los hobbies, etc., es entonces cuando nos encontramos con el juego patológico.

Cualquier persona es vulnerable a desarrollar una adicción comportamental en las circunstancias sociales en las que nos encontramos, pero algunas personas pueden presentar mayor predisposición debido a factores genéticos y fisiológicos, temperamentales, ambientales o sociales. 

Generalmente, la transición de jugador social a patológico se trata de un proceso largo, que puede durar años, y que suele comenzar en la adolescencia. Custer (1984) identificó tres fases; la fase de ganancias donde la persona todavía juega poco y comienza a dar gran importancia a las ganancias y a minimizar las pérdidas, la fase de pérdidas en la que va aumentando progresivamente la frecuencia y cantidad de dinero invertido en el juego lo que incrementa las pérdidas, entrando en un círculo vicioso donde juega para hacer frente a las mismas y del que resulta difícil salir, y la fase de desesperación donde la persona se siente atrapada en un panorama rodeado de problemas económicos, malestar físico, psicológico y social entre otros. 

Existen diversas formas de presentar adicción al juego, tanto de forma presencial como online. Estos últimos años, la aparición de las apuestas deportivas ha ocasionado un aumento en el número de personas que cursan con adicción al juego. El cambio al juego online ha traído consigo una modificación en el perfil del jugador patológico, cada vez son más jóvenes los que más crecen en las estadísticas de jugadores anuales. 

¿Es tratable? Por supuesto. La dificultad, generalmente, nos la encontramos en la falta de conciencia de las personas con esta situación para reconocer el problema que están sufriendo. 

¿Qué podemos hacer para prevenir esto? ¿Qué está en nuestras manos?

Concienciarnos a nosotros mismos y a la población de la gravedad del problema incidiendo especialmente en la población infanto-juvenil por ser la más vulnerable.

Para terminar, me gustaría acercar al lector unas líneas de la novela de Fiodor Dostoyevski “El jugador” escrita en 1866:

Usted se va a volver de palo –observó-. No sólo se aparta de la vida, de sus intereses y de los intereses sociales, de los deberes del ciudadano y el hombre, de sus amigos (usted los tenía, a pesar de todo)…; no sólo se desentiende usted de todo lo que no sea juego…, sino que hasta prescinde de sus recuerdos. Yo le recuerdo a usted en un instante ardoroso y fuerte de su vida; pero estoy seguro de que ya ha olvidado sus mejores impresiones de aquel tiempo; sus sueños, sus más vehementes ansias no van ahora más allá del pair et impair, rouge, noir, doce de en medio, etc.