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Corbatas negras Corbatas negras

Corbatas negras

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Javier Silvestre

Con 23.000 muertos oficiales lo mínimo que podemos hacer es mostrar respeto. Es lo que intentamos hacer algunos, cuando lucimos una corbata negra en televisión o cuando nos sumamos al minuto de silencio que se lleva a cabo, cada día, en muchos supermercados. Es cierto que una bandera, una corbata o un crespón no resucita a nadie, no cura a los enfermos, no acaba con la pandemia... Pero demuestra humanidad, una palabra  que merece la pena analizar.

La primera acepción de la RAE es “naturaleza humana”; es decir, lo que somos. La segunda es “género humano”, lo que tenemos en común como especie. La tercera es “conjunto de personas”, nuestra sociedad. La cuarta ahonda en las “fragilidades y flaquezas” que nos son propias y la quinta define humanidad como “sensibilidad, compasión de las desgracias de otras personas”. 

Así pues, demostrar humanidad nada tiene que ver con ideologías, ni con reproches, ni mucho menos con estudiados postureos mediáticos. Tiene que ver con nuestra capacidad de empatizar con el dolor ajeno. Ponernos en el lugar el prójimo y sentir como propio su sufrimiento. Es lo que nos diferencia de los animales. Es lo que nos hace “humanos”. 

Por eso no alcanzo a entender por qué cuesta tanto tener gestos con los fallecidos o con las personas que han perdido a sus seres queridos sin la posibilidad de despedirse. No entiendo las corbatas rojas de Pedro Sánchez, pero tampoco entiendo el tono destructivo del partido de Abascal. No entiendo la obsesión de Iglesias por apuntarse sólo los méritos y olvidar sus competencias, o las prisas de Casado por reconstruir una España que, aunque parezca mentira, aún no se ha roto. 

No es tan difícil parecer humano. Que se lo digan a Margarita Robles, a Martínez Almeida, a Rita Maestre... Para ser sinceros, tampoco han dicho o han hecho nada especialmente reseñable. Pero entre la ponzoña política que nos asfixia, sus discursos cargados de humanidad son bocanadas de aire que nos limpian las entrañas. Porque los seres humanos no somos sólo los navajazos que se pueden leer en Twitter, ni la incompetencia extrema de los gobernantes, ni tan siquiera las cansinas ‘flashmob’ de balcón en busca de efímera fama vecinal. 

También somos dolor. Somos miedo. Somos “fragilidad y flaquezas”. Y ante estas situaciones críticas es cuando podemos demostrar lo humanos que somos con simples gestos. Eso es lo que significa mi corbata negra. Es un mensaje que dice: “Te acompaño en tu dolor”. He recibido mensajes de gente que ha perdido a seres queridos estos días y que me han agradecido el gesto. También ha habido quien me ha llamado “facha” o me ha preguntado si “iba de boda” en las inhumanas redes sociales. Pero ser despreciable también forma parte de ser “humano”. 

Paradojas de nuestra naturaleza.