Síguenos
Normalidad Normalidad
banner click 244 banner 244
Juan Corellano

Allí se ve en el horizonte, en una galaxia no muy lejana, mucho antes de llegar a Orión. Nueva normalidad la llaman. La política, abonada vitalicia al eufemismo, no iba a ser menos esta vez. “Desaceleración económica”, “despido en diferido”, “movilidad exterior”, “externalización”... Los españoles ya tenemos callo en esto de los parafraseos y las circunvalaciones lingüísticas. 

“El gran enemigo del lenguaje claro es la falta de sinceridad”, decía George Orwell, y no hay nadie menos amigo del lenguaje claro que un Gobierno. Más aún si cabe en los tiempos que corren, porque hay verdades que son demasiado ásperas como para digerirlas sin pelar. 

Que no se me malinterprete, el bautizo de nueva normalidad no me parece ni bien ni mal. Resulta incluso algo lógico y comprensible por parte de un Ejecutivo que debe alejarse del alarmismo. Sin embargo, me sigue llamando la atención que una sociedad como la nuestra, licenciada con honores en recibir medias verdades, asuma sin rechistar que así es como debemos llamar a la mundana distopía que se nos viene en los próximos meses. Nueva normalidad y a funcionar. Pues quizás sea yo, pero, aunque de nueva lo tenga todo, de normal le veo más bien poco. 

Normal no es que un país abandone a las primeras de cambio una loable y larga cruzada contra el mundo ‘runner’ para abrazar un ridículo enfundado en mallas Kalenji y eche a correr por primera vez desde aquel día que casi pierde un vuelo hace tres años. Tampoco es normal que la pandemia nos entregue en bandeja la cancelación de Operación Triunfo y aprovechemos el vacío musical para convertir Resistiré en la canción del 2020. Y no es ni por asomo normal que la relación sentimental más estrecha que he desarrollado durante el confinamiento sea con Fernando Simón y ahora tenga miedo del vacío que va a dejar cuando todo esto acabe y abandone por completo mi vida.

Tonterías aparte, al igual que es inherente a un Gobierno el usar eufemismos para ablandar la dura realidad, debería ser algo innato en nosotros el cuestionarlos. Nuestra nueva vida no será normal, probablemente peor que la que conocíamos hasta ahora. Pero lo importante es que pasará y volveremos a la normalidad. La vieja.