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Mentiras Mentiras
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Elena Gómez

Hace unos cuantos meses, el actor Keanu Reeves fue invitado al Late Show de Stephen Colbert en la CBS, quien, en un momento dado, le preguntó: "¿Qué crees que pasa cuando morimos?". Reeves se tomó su tiempo ante esta pregunta-trampa, para terminar diciendo: "Sé que los que nos aman nos echarán de menos". El público enmudeció durante un segundo, para estallar un instante después en un sonoro aplauso por su honestidad en una cuestión tan compleja.

Vivimos en un mundo de mercachifles y vendemantas, en el que todo aquel que tiene una cara pública necesita, no solo dar la sensación de tener formada una opinión sobre cualquier tema candente, sino también de poseer una respuesta apropiada a lo que sus seguidores esperan. No se libra casi nadie de esa élite que dirige nuestras conciencias en los diferentes medios de comunicación y en las redes sociales. 

Estamos tan acostumbrados a aplaudir o abuchear afirmaciones absolutas de apenas dos líneas, que al final, y de un tiempo a esta parte, este comportamiento se ha extrapolado a la clase política en un ir y venir de dimes, diretes y exabruptos, a cual más ofensivo, vulgar y sectario. 

Y así pasa, que a veces tienen que hacer declaraciones serias y no pactadas y, si no saben contestar algo, son incapaces de decir "no lo sé" o "no puedo dar ese dato en este momento". Tienen pánico a los espacios en blanco, a dejar vislumbrar su ignorancia o ineptitud. En definitiva, su humanidad. El problema llega cuando, para cubrir expediente, sueltan por su boca mentiras tan escandalosas que no engañan a nadie. Y se lía la marimorena.

Eso es lo que creo que ha ocurrido esta semana con las dos Consejeras del Gobierno de Aragón, una dimitida, la otra no, que lideran esta crisis sanitaria. No han sido capaces de ver que la honestidad, como la que mostró Keanu Reeves al dar a entender que no tenía ni idea, empieza a ser hoy en día más celebrada que el empacho de ideas y datos que nos inunda por doquier.