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Gonzalo Guerrero, montador de Maessa, subcontrata de la térmica de Andorra: “Hay empresas que tras 25 años te dan un reloj, pero aquí te vas a una caja de pino” Gonzalo Guerrero, montador de Maessa, subcontrata de la térmica de Andorra: “Hay empresas que tras 25 años te dan un reloj, pero aquí te vas a una caja de pino”
Gonzalo Guerrero realiza un trabajo de mantenimiento con la icónica chimenea de la central térmica al fondo. Luis Calvo

Gonzalo Guerrero, montador de Maessa, subcontrata de la térmica de Andorra: “Hay empresas que tras 25 años te dan un reloj, pero aquí te vas a una caja de pino”

Los operarios de la central descartan una transición justa tras años de “palmadas en la espalda”
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La transición energética no está siendo justa para los trabajadores de las subcontratas de la central térmica, que a un mes para el cierre de la planta ven cómo se negocian los EREs de extinción de empleo sin la garantía de que se podrán recolocar dentro de unos meses en las tareas de desmantelamiento. Uno de estos operarios es Gonzalo Guerrero, montador de Maessa, que lleva trabajando 25 años para la contrata de mantenimiento. Con dos hijas a su cargo y deseoso de seguir viviendo en Andorra, donde reside desde los cinco años –ahora tiene 47–, se siente perfectamente capacitado para realizar el desmontaje junto a sus compañeros. Vislumbra un futuro a corto plazo para el pueblo mientras dure esta tarea y la construcción de parques de energías renovables, pero vaticina una fuerte despoblación de aquí a cuatro años.

-¿Cómo ha caído el ERE en la plantilla de Maessa?

-La plantilla realmente sabíamos que el final era el 30 de junio. Nos esperábamos el ERE, pero no el ERTE en el que estamos ahora por el Covid, por el que trabajamos una semana sí y dos no. Realmente nos afecta a la economía familiar porque el tiempo que estamos sin trabajar solo cobramos el 70%. Estamos en plena negociación, todavía queda una reunión para intentar sacar lo máximo para los trabajadores.

-La empresa ha decidido que 25 de ustedes no van a seguir a partir del 29 de mayo. ¿Cómo se sienten?

-Pues no nos lo esperábamos, así que no nos ha sentado nada bien. Se habla mucho de la Transición Justa, pero la realidad es que a nosotros nos han dejado muy colgados. Hemos estado luchando mucho por ello, llevamos un año de movilizaciones y a la hora de la verdad nos han dejado en la estacada.

-¿Hay alternativas?

-Esto viene muy tarde. Nos organizamos hace tiempo porque veíamos que nadie iba a hacer nada por la comarca. Nosotros no nos queremos ir de aquí, queremos elegir dónde vivir. Llevo viviendo 42 años aquí en Andorra, tengo mi familia aquí, mi piso y todo, y nos están obligando a marcharnos. En mi empresa no hay ninguna recolocación real, ni creo que salga.

-¿Cuál es su situación personal?

-Yo tengo 47 años, de los cuales los últimos 25 he estado trabajado en la central de Endesa, para la contrata. Tengo dos niñas, de 13 y ocho años. Tenemos la vida hecha en Andorra, aquí tengo a mis amigos y a mi familia. Y después de tanto tiempo, mientras otras empresas lo que te dan es un reloj o una placa, aquí te mandan a una caja de pino.

-¿Ha empezado ya a buscar trabajo?

-Todavía no porque lo que queremos es hacer los cursos que se nos prometieron para el desmantelamiento y para el montaje de placas solares. Por el tema del Covid se ha paralizado todo, pero estamos a la expectativa de ver cuándo podríamos empezar el desmontaje. Aquí está mal y fuera también, la industria se la están cargando en este país.

-¿Se sienten capacitados para realizar las tareas de desmantelamiento?

-Llevamos el mantenimiento de esta central y conocemos la instalación como el que más. Si estuvimos capacitados para montarla, ¿cómo no lo vamos a estar para desmontarla? Aquí hay gente que lleva muchos años. Por supuesto que hay que hacer un curso de reciclaje, eso lo entendemos perfectamente, pero reunimos todas las garantías: tenemos los cursos de trabajo en altura, espacios confinados, 60 horas de seguridad, y lo único que no tendríamos es lo del desmontaje de amianto. Que nos formen y a trabajar.

-¿Ven lógico que a mes y medio del cierre todavía no se sepa qué empresa se va a encargar?

-Es posible que no lo tengan firmado porque la transición ha venido tarde para todos. Endesa todavía está pendiente de que el ministerio le firme el cierre y no sabemos cuándo va a empezar. Debe de haber pujas. Está todo en el aire, nadie sabe qué pasará. Nosotros pertenecemos al Grupo Cobra, a lo mejor Maessa no entra para esta faena pero sí una empresa del grupo.

-¿Temen que las condiciones laborales se precaricen cuando les finiquiten y sean contratados por otra empresa?

-Esperamos que los salarios no sean bajos y al menos cobremos lo mismo que ahora, que no es demasiado porque estamos para una contrata. En un desmantelamiento vamos a correr un riesgo bastante grande, no es una tarea sencilla. 

-¿Les han dado nombres y apellidos para la primera fase de los despidos?

-No, de momento está todo en el aire.

-¿Se fían de las recolocaciones que la empresa anunció el jueves?

-Pensamos que se las sacaron de la manga por quedar bien y lavar su imagen, porque ni dijeron para qué destino serían ni nada. Si te mandan a Cartagena con el salario de aquí no interesa, porque tienes que buscar vivienda. Nuestra casa está en Andorra, por lo que es doble gasto: hipoteca y alquiler. Y en un primer momento viajarías solo, porque la familia se quedaría aquí, pero tras un año o así la familia se tendría que agrupar porque eso es lo más importante. Eso supondría la despoblación de Andorra.

-Ahora son 47 en Maessa, pero hace dos años eran 90.

-Es que esto no viene de ahora, sino de 2012. Siempre hemos pensado que la central ha diseñado muy bien las salidas: ahora recortamos por aquí, ahora echamos a estos… y al final te das cuenta que los que quedamos somos cuatro. Yo entré en el 2000 fijo para el mantenimiento y entonces estábamos 115. Ahora quedamos 47 y hay poca faena, salvo la desulfuración que tiene que estar en marcha porque si no se bloquea, y arreglando lo poco que va a quedar, entre otras cosas la turbina que se aprovechará para el caudal eléctrico de los parques.

-No parece que la transición esté siendo demasiado justa.

-No se ha avanzado nada. Hemos mantenido contactos con muchísima gente y políticos a través de la plataforma, pero son todo palmadas en la espalda y no se ven frutos. Anunciaron la planta de biomasa de Forestalia, pero parece muy parado el proyecto en los últimos meses.

-¿Temen que con la crisis del Covid-19 la reindustrialización de la comarca ya no sea una prioridad?

-Está toda España con muchísimos miles de ERTEs. Si esto no vuelve en sí, imagina el verano que vamos a llevar todos... Va a ser difícil encontrar trabajo y la mayoría estamos en una edad un poco jodida. 

- Pero tienen experiencia.

- Eso sí, y perfiles profesionales muy variados. Aquí hay caldereros, soldadores, montadores, eléctricos, instrumentistas… Cada uno en lo suyo tiene años de experiencia.

-¿Los parques de energías renovables son un alternativa real ante el cierre de la central?

-Para un par de años de trabajo están bien, pero después de la construcción no queda nada ya. Para el mantenimiento apenas se necesita empleo, es mínimo en comparación con la generación de electricidad. Y los sueldos son muy tirados. Yo soy de Escatrón y conozco lo que está pasando allí.

-¿Cómo se imagina Andorra dentro de unos años?

-Pienso que aún estará la cosa bien mientras se vayan construyendo los parques y durante el desmontaje. El problema será a la vuelta de cuatro años. Va a ser brutal lo que puede caer aquí. Creo recordar que hemos caído 600 habitantes en un solo año, así que imagina lo que puede pasar de aquí a 2025. Esto empezará a caer en picado.