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Incertidumbre en los pueblos: miedo al virus y también a que no haya turistas Incertidumbre en los pueblos: miedo al virus y también a que no haya turistas
El casco antiguo de Valderrobres, desde el Puente de Piedra sobre el río Matarraña

Incertidumbre en los pueblos: miedo al virus y también a que no haya turistas

Los municipios más turísticos afrontan con inseguridad la temporada estival
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Los pueblos aragoneses, muchos de ellos tradicionales destinos del turismo rural, afrontan con incertidumbre la campaña estival de 2020, sabedores de que al riesgo de contagio por coronavirus y los cambios normativos y de hábitos se suma también este año la crisis económica que podría reducir más si cabe las ansiadas vacaciones.

En plena pandemia, las ganas por el reencuentro de quienes emigraron y el necesario dinero que deja el turista de interior pelean con el miedo al contagio.

También en la provincia de Teruel los municipios más turísticos enfrentan con incertidumbre la temporada estival.

Ejemplo de ello es Albarracín, cuyo alcalde, Michel Villalta, no quiere adelantar acontecimientos y prefiere esperar a ver "cómo se dan las condiciones" de cara a la llegada de turistas, aunque reconoce que en el casco histórico ya han tenido problemas porque los bares no pueden ampliar su capacidad en las terrazas debido a lo estrechas que son las calles.

Villalta explica a la agencia Efe, sin embargo, que los establecimientos fuera de esa zona están funcionando "muy bien" con los vecinos de la localidad, ya que todavía no han notado mucha afluencia de familias de segundas residencias.

En una situación similar se encuentran en la Comarca del Matarraña, conocida como la Toscana española, donde los empresarios turísticos esperan que la situación se recupere lo antes posible para intentar salvar la temporada, aunque la mayoría reconocen que permanecerán cerrados hasta julio.

Así lo harán en la empresa Turismo Matarraña, dedicada a las visitas guiadas, paseos y turismo activo, en la que su gerente, Luis Serrat, argumenta que no les vale la pena abrir hasta que se permita el tránsito interprovincial porque la "mayoría de los visitantes son de fuera de la provincia de Teruel".

Tienen establecimientos en Valderrobres, Fuentespalda y Alcañiz y esperan que con la nueva normalidad los turistas valoren que se trata de una zona que no está masificada, con zonas naturales y paisajes únicos: "En este sentido lo tenemos todo a nuestro favor, otra cosa es que a la gente no le apetezca salir de su casa", dice Serrat.

La gerente de la Asociación de Turismo del Bajo Aragón, Nieves Ballesteros, también cree que esta situación ha supuesto un "cambio de mentalidad" en las personas y que a partir de ahora se va a valorar más el contacto con la naturaleza, el turismo rural y las zonas poco masificadas.

Ballesteros señala que en algunos de los establecimientos hoteleros que forman parte de la asociación "ya han empezado a recibir reservas" de cara al verano y confía en que la situación se pueda recuperar, aunque reconoce que tendrán que extremar las precauciones para "salvaguardar la seguridad de los vecinos".

Desde la Asociación Turística del Valle del Aragón, su gerente, Ángel Bandrés, detalla a Efe que la perspectiva estival es "esperanzadora" para el turismo de interior y de montaña porque después de dos meses de confinamiento la ciudadanía tiene "ganas y derecho" a ir a sus segundas residencias y prevé que actúe "con precaución y solidaridad de acuerdo a los protocolos".

Desde el Hotel Jaqués de Jaca, su propietario, Antonio Sarsa, ve el verano "con una incertidumbre tremenda", pero también "con optimismo y ganas de tirar hacia delante" después de lo vivido, aunque cree que su establecimiento no recibirá muchos clientes hasta que no haya movilidad entre provincias y Comunidades autónomas, ya que la mayor parte de su clientela procede del País Vasco, Navarra, Cataluña y Madrid .

Aunque ya le ha llegado "alguna reserva" para los meses de julio y agosto es en septiembre cuando "empiezan a aumentar", pero cree que los clientes serán "menos y no habrá el llenazo de otros veranos".

No obstante, Sarsa reconoce que "nunca será como antes" y cree que el planteamiento del sector es empezar a abrir los locales aún a sabiendas de que van a perder dinero y no van a cubrir gastos, y de que van a tener que estar "vigilantes" para que se cumpla la nueva normativa.

Una apreciación con la que coincide desde El Veedor de Viandas, una tienda gourmet y local de vinos y tapas, en Benasque (Huesca) Jesús Palacín, quien habla de "incertidumbre" e "inquietud ante lo nuevo" en un verano en el que cree que llegarán a esta población de la comarca de La Ribagorza los propietarios de apartamentos y segundas residencias y que "quizá flaquee un poco más" la clientela en los hoteles, sobre todo hasta que no se permita más movilidad.

Y un verano en el que va a ser necesario "volver a educar" a los clientes en el cumplimiento de las normas, "un antes y un después" que quizá algunos establecimientos aprovechen para avanzar en la digitalizacion de las comandas y en el que tendrán que incorporar también cambios porque "no se van a poder compartir platos" y hay que "rediseñar cómo te relacionas con los clientes y también con los trabajadores".

La concejal de Turismo de Benasque, Noemí Domenech, prevé que haya "muchísima gente" en las segundas residencias este año porque "van a tirar hacia la montaña y los valles" y el de Benasque cuenta con el mayor número de cimas de 3.000 metros de altura de los Pirineos, además de lagos que atraen a los amantes del "turismo de naturaleza y familia".

Apunta que desde que se puede viajar por la provincia ya han llegado algunos visitantes, aunque lógicamente esperan una mayor afluencia cuando se permita el desplazamiento entre ellas, y afirma que las reservas en los establecimientos de turismo rural de la zona "ya van bien".

Aunque admite que algunos vecinos han tenido "miedo" porque ha habido casos de contagios por coronavirus "alrededor" y temen la llegada de visitantes, también tienen "ganas de normalidad", asegura Domenech, quien cree que "va a costar concienciarse" de las nuevas medidas de seguridad pero "habrá que hacerlo".

En Benasque viven normalmente unas 900 personas de las 2.186 censadas. En 2019 recibió 60.000 visitantes, de los que 35.000 llegaron entre junio y septiembre.

La gerente de la Asociación Turística Empresarial Valle de Benasque, Eva Bizarro, considera que este verano la gente va a "tirar más hacia lo rural y la naturaleza y la España Vaciada va a tener menos afección" por la crisis, aunque reconoce que "el volumen" que mueve este tipo de turismo "no es el mismo" que el de playa.

En Anento (Zaragoza), donde apenas residen 30 personas de forma habitual, esperan este verano la habitual llegada masiva de turistas que quieren conocer uno de los pueblos incluidos en la lista de los más bonitos de España.

"Muchas veces el pueblo está abarrotado. Pasa de no haber nadie a llenarse con 600 personas en un solo fin de semana", ha explicado a Efe Rosa María Fernández, la responsable de la oficina de turismo y una de las habitantes fijas del pueblo.

Fernández se instaló en Anento hace 22 años en busca de mayor tranquilidad y pudo presenciar cómo un municipio que estaba al borde de la despoblación se transformó por completo hasta convertirse en un gran atractivo turístico.

El año pasado más de 25.000 personas pasaron por las oficinas de turismo para conocer los detalles de sus calles de estilo medieval o de los enclaves naturales que las rodean.

"Los que tienen aquí su casa este año van a elegir pueblo en vez de playa", ha subrayado Fernández.

Sin embargo, la regente de la oficina de turismo cree que es necesaria mayor ayuda de las autoridades para garantizar la seguridad sanitaria en un municipio que solo tiene dos bares y que no ha registrado ningún caso de coronavirus.

La realidad cambia mucho a casi 190 kilómetros de distancia, en el pueblo de Uncastillo, en la comarca de las Cinco Villas, donde reina la incertidumbre sobre la llegada de veraneantes.

El pueblo, que cuenta con algunos de los monumentos históricos más importantes de la comunidad, tiene cerca de 400 habitantes fijos en los meses de invierno, de los cuales tres cuartas partes son personas mayores.

"Se nota que hay gente que todavía no viene porque la población está muy envejecida, hay un cierto respeto", ha explicado Concha Vicente, una vecina que dirige una vivienda rural para turistas.

A pesar de las medidas de seguridad, muchos de los comercios, restaurantes y hostales de la zona esperan que el verano les permita recuperar un porcentaje del volumen de clientes que perdieron con la cancelación de la Semana Santa.