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Solo puedo presumir de un mérito deportivo. El de haber sido subcampeón de la provincia de balonmano tras jugar una épica final frente a Montalbán en Utrillas.

Cuatro días antes del partido, el profesor de Gimnasia nos juntó a unos cuantos y, en círculo, como hay que hacer estas cosas, nos habló del valor del deporte y de nuestra capacidad de sufrimiento y nos doró la píldora hablando de nuestro talento innato. Nos dijo que con esfuerzo todo se puede conseguir, que el débil le puede ganar al grande y que la meta está más cerca si dejas todo lo que tienes en el camino.

Cuando nos vinimos arriba, cuando estábamos convencidos de que podíamos hacer algo grande en el deporte que practicábamos, nos soltó la bomba: “Pues resulta que el sábado en Utrillas se juega la final provincial de balonmano y los de Montalbán no tienen rival. Ya se que vosotros sois más de fútbol, pero os lo digo por si os apetece”.

Nos miramos los unos a los otros, primero con cara de sorpresa y después con media sonrisa, y al final decidimos que una final provincial no se juega todos los días.

Puedo prometer y prometo que todos los miembros de aquel equipo no habíamos jugado al balonmano en nuestra vida, que no nos sabíamos las normas y que tampoco teníamos muy claro cuál era el balón reglamentario.

He dicho al principio que la final fue épica, pero igual he exagerado un poco. Nos dieron un repaso en toda regla -yo creo que no metimos ni un gol- y el partido se nos hizo eterno frente a unos chavales que nos sacaban la cabeza y que, por lo bien que jugaban, debían llevar toda la vida practicando ese deporte.

El caso es que perdimos y nos llevamos la copa de subcampeón. Vale, éramos muy malos y ellos muy buenos, pero que levante la mano el que pueda decir que ha pertenecido al segundo mejor equipo de balonmano de la provincia.

Contar esta anécdota, que a nadie le importa, tiene una explicación: me va a servir para ganar un reto que ayer mismo se planteó en el grupo de columnistas de este diario.

El reto lo iba a ganar la primera persona que no escribiera aquí sobre eso que nos lleva ocupando desde hace semanas. Y he sido yo. Ni una letra sobre eso de lo que no puedo hablar. Subcampeón de balonmano y campeón del reto de no escribir del coronavirus.