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Esther Layunta, propietaria de una tienda de moda en Calamocha: “Tengo una luz utravioleta porque no es viable retirar el género para desinfectar”

“Cuando cerré tenía preparada la ropa para ceremonias y la de entretiempo, pero he tenido que retirarla toda”
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Cruz Aguilar

Esther Layunta gestiona en Calamocha la tienda de moda de mujer que lleva su nombre desde el año 2006. Vende todo tipo de prendas, desde trajes para ceremonia hasta conjuntos de diario. Reabrió las puertas de su comercio el pasado 11 de mayo adaptándose a las exigencias de desinfección, que han incluido la compra de dos lámparas de luz ultravioleta.

-¿Cómo ha sido la apertura de la tienda pos-Covid?

-Hemos abierto con precaución, al principio fue con cita previa pero las clientas venían con intenciones y ganas de comprar. Ahora ya estamos sin cita previa, lo único que si tengo gente dentro o tienen que esperar o venir más tarde porque tiene que haber una dependienta por cada clienta que viene. 

-¿Por qué tiene que atender una a una?

-El cliente no puede tocar las prendas, no es como antes que la gente iba revoloteando por la tienda, cogiendo las prendas y mirándolas.

-¿Qué le dicen las clientas de no poder mirar tanto ni tocar?

-Se sienten un poco mal, pero es verdad que todas están concienciadas, les dices que tiene que ser así y lo entienden. A ninguna nos gusta entrar a una tienda y no poder tocar, pero ahora es así. También ha cambiado el tema de las pruebas,  les pido que seleccionen un poco más, porque aunque tenemos la posibilidad de desinfección rápida hay que mirarlo más. 

-¿Cómo van los probadores?

-Cuando entran a la tienda deben hacerlo sin guantes y ponerse gel. Cuando seleccionan las prendas se las prueban, pero yo les voy dando prenda por prenda para que no se amontonen. Una vez  me las entregan las dejo retiradas y en el momento en que se van desinfecto el probador y las prendas.

-¿Cómo desinfecta?

-Ahora uso una lámpara de ultravioleta. Tengo una torre que la meto dentro del probador y le doy tres minutos y se queda desinfectado. También he comprado una máquina manual para las prendas. Le das la vuelta y le vas pasando la lámpara por toda la prenda, sin apoyarla pero cerca del tejido, que está sobre una mesa. Luego le das la vuelta y ya está lista para la siguiente clienta. 

-¿Cómo lo hacía antes de tener este aparato?

-Pues retiraba el género, pero en nuestro caso no podía ser ya que tengo del mismo modelo solo dos tallas diferentes para evitar que la gente vaya repetida, tengo mucha variedad pero no repito modelos y tener retirado el género no podía ser, tenía que decir a la gente que volviera al día siguiente para probarse un modelo y la gente no está para volar otro día. A cada prenda le pasaba una plancha de vapor sin apoyarla y las dejaba dentro de una bolsa en cuarentena, no era viable.

-¿Cómo limpiaba el probador?

-Con agua con lejía todo, el pomo, la puerta, la silla, el espejo y hasta las paredes, porque es pequeño. Ha sido una faena… Ahora meto la torre y mientras saludo a la siguiente clienta ya lo tengo desinfectado.

-¿Explica a sus clientas lo que hace para transmitirles tranquilidad?

-Yo le cuento a todo el mundo lo que hago para darles confianza. A mí me han dado garantías de lo que he comprado y lo intento hacer lo mejor posible, pero cada día te informan de una cosa o te dicen lo contrario del día anterior, como con los guantes, que ahora dicen que no son apropiados. Es todo un cúmulo de dudas que tenemos todos.

-¿Ha supuesto una gran inversión?

-Para mí ha sido una gran inversión, pero asumible, si no no la hubiera hecho.

-¿Qué prendas ha demandado la gente en este tiempo?

-Cosas cómodas y, aunque lo de vestir se ha quedado ahí, también hay alguna que se ha llevado algo de capricho.

-¿Han aumentado la talla?

-No, mis clientas siguen en su talla.

-Cerró la tienda el 14 de marzo y la ha vuelto a abrir el 11 de mayo. La demanda de ropa en ambas fechas es diferente, ¿no?

-Cuando cerré tenía preparado lo de las comuniones y las bodas, así que la semana antes de abrir vine y la transformé. Quité las mangas más gruesas y dejé las más finas.

-¿Se ha quedado mucha ropa sin vender?

-Todo lo de entretiempo, esas prendas que aquí se necesitan porque aunque sea primavera sigue haciendo frío pero la gente ya no quiere ir de invierno.

-¿Que previsiones hay para el verano?

-Lo que más miedo me da es el turismo, necesitamos que venga gente pero nos da miedo cómo venga. En cuanto a la ropa habrá que ver las necesidades de la gente.

-¿El hecho de salir menos hará que compremos menos?

-Hay una doble lectura, o bien como viajo menos no lo necesito y no me lo compro o como viajo menos me permito el lujo de comprarme un conjunto más.

-¿Van a poder hacer rebajas?

-Han dicho que sí, deberíamos ponernos de acuerdo en las fechas. Se estaba valorando empezarlas más tarde y que fueran más cortas, del 1 de agosto al 31 las de verano y a partir del 1 de febrero las del invierno, retrasarlas y que fueran en un espacio de tiempo más corto. No creo que sea bueno hacer unas rebajas extraordinarias para sacar el género regalado, tendríamos que mantenernos un poco en los precios para poder subsistir y salir adelante.

-Es un sector que lo está pasando especialmente mal, ¿no es así?

-Yo por ejemplo he estado dos meses cerrada, con el 80% de la mercancía recibida y pagando el alquiler, la cuota de autónomo y todo sin sacar el género. Por eso creo que sería bueno darle salida, pero no regalándolo con unos precios de escándalo, en esta situación no hacemos nada vendiendo a precios de coste.