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Han sobrevivido a una guerra y a una pandemia, pero dicen que lo peor es no poder ver a sus hijos Han sobrevivido a una guerra y a una pandemia, pero dicen que lo peor es no poder ver a sus hijos
Pilar Betes (izq.), Pilar Moreno e Isabel Lorente, ayer en la residencia Monreal, de Monreal del Campo, el martes por la tarde

Han sobrevivido a una guerra y a una pandemia, pero dicen que lo peor es no poder ver a sus hijos

Tres nonagenarias de Monreal aseguran no haber tenido miedo a morir de coronavirus
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Cruz Aguilar

Pilar Moreno, Isabel Lorente y Pilar Betes han sobrevivido a una guerra, una posguerra y, con más de 90 años, también a una pandemia. Y lo han hecho en la residencia donde se localizaron los primeros contagios por Covid-19 de Teruel. “Somos fuertes porque hemos trabajado mucho”, dice Isabel mientras las dos Pilares relatan los madrugones para recoger el azafrán, segar o ir a la viña. Lo peor del coronavirus ha sido no ver a los suyos y no la posibilidad de infectarse ya que todas ellas aseguran que no tienen ningún miedo. “¿A cogerlo y morirme? –pregunta Pilar Betes–, “no tengo ninguno, si me muero me iré con mi marido otra vez, que estuvimos juntos 70 años, ya les tengo dicho a mis hijos que no me lloren”, sentencia con más garbo que tristeza. 

La mujer asegura que ella lo pasó y estuvo varios días con fiebre, pero sobre todo notó que estaba enferma en que perdió el apetito, algo que no suele ocurrir, según ella misma explica. La otra Pilar (Moreno) ratifica sus palabras y asegura que aunque pensaba que se iba a morir a causa del Covid-19 no sintió temor porque “con más de 90 años, si no es de esto será de otra cosa”, dice sonriendo porque sabe que juega con buenas cartas genéticas ya que su madre vivió hasta los 103 años y su hermana, que también está en la residencia de Monreal junto a ella, va ya por 95. 

Todas ellas aseguran sin dudar que lo más duro ha sido no recibir las visitas de sus hijos y en el caso de Pilar Moreno de sus sobrinos. Las 3 son viudas, pero desde hace tiempo, y ahora comparten su vida con el resto de los residentes del geriátrico de Monreal, que es su localidad natal. “Mi hija vive en el pueblo y venía todos los días salvo los fines de semana, que venía su hermano. Ahora nos hemos tenido que aguantar sin vernos, pero me han dado aviso de que el domingo por la tarde vendrá por fin mi hijo”, relata Isabel. 

También Pilar Betes estaba muy interesada en que sus hijos solicitaran hora para una visita más que anhelada, y eso que ha hablado con ellos continuamente por teléfono y las trabajadoras les han mandado alguna foto de la anciana. 

Isabel Lorente nació con la primavera, el 21 de marzo de 1928, y había preparado unos caramelos para sus compañeros, los trabajadores y las más que probables visitas de sus seres queridos. “Estábamos en crisis y no pude darlos”, explica, aunque seguro que ya ha pensado entre quién los repartirá en cuanto pueda. Asegura que durante los últimos meses han estado muy bien atendidos, como siempre, y apenas se ha enterado de lo que ocurría porque no ha encendido la tele. Sus amigas, las dos Pilares, sí han estado pendientes de las noticias, aunque aseguran que en la residencia se sentían muy tranquilas: “Ni de los que se han muerto aquí me he enterado”, relata Pilar Betes.