Síguenos
‘Off the record’ ‘Off the record’

‘Off the record’

banner click 244 banner 244
Javier Silvestre

Habrán leído y oído estos días esta expresión a raíz de la filtración de los momentos previos de una entrevista a Irene Montero en la televisión vasca ETB en los que vinculaba una menor participación en la manifestación del 8-M debido a la entonces incipiente pandemia del Covid-19. Como era de esperar, nuestra España de blancos y negros se lanzaban a matar al mensajero, acusando al diario ABC -que era el que hacía público el vídeo- de saltarse un ‘off the record’ y acabar de un plumazo con el código deontológico de un medio centenario.

La realidad es que el ‘off the record’ que nos enseñan a los periodistas en la Universidad y la realidad que vivimos en nuestro oficio distan mucho de parecerse. Académicamente, el ‘off the record’ debe cumplir una serie de requisitos que casi nunca se dan en su conjunto: debe invocarse antes de la conversación con el periodista, la información que se da no puede hacerse pública bajo ninguna circunstancia y sólo puede utilizarse como un medio para llegar a destapar otra información. Eso sí, sin revelar jamás las fuentes. 

Como se puede observar, no tiene nada que ver con el caso que nos ocupa. Lo que hemos visto con Irene Montero es otra cosa, que si bien se salta una regla no escrita del periodismo, no es ni de lejos el Pecado Capital que se nos quiere hacer creer para desviar el debate a otros derroteros.

Antes de un directo, los periodistas hablamos con los entrevistados. Siempre. Se suelen tratar temas banales para relajar la situación o se hace un repaso a cómo va a ser la entrevista. Es el entrevistado el que marca el límite de lo que quiere decir antes, durante y después del directo. Y no olvidemos que tanto el periodista como la persona que se sienta frente a la cámara (en el caso de un político profesional, aún más) saben perfectamente que con un micrófono delante hay que extremar las precauciones. 

Sin embargo, Irene Montero pecó de ingenua. Incluso diría que le pudo la prepotencia. Es habitual que el entrevistado, en la espera previa, se salga del discurso “oficial” para, a continuación, recalcar al periodista que cuando empiece la entrevista se ceñirá al guión que lleva escrito. No sé si es una manera de ganarse la complicidad del entrevistador para demostrarle cercanía o si es la forma de expiar sus pecados antes de comenzar toda una actuación ante las cámaras. Pero es algo más habitual de lo que parece.

También los periodistas hacemos promesas imposibles y guiños personales al entrevistado en esos momentos previos para luego intentar pillarles a contrapié en pleno directo. No se engañen: las entrevistas tienen que ser combates de boxeo a un asalto y empiezan antes de subir al cuadrilátero. Y la información obtenida antes y después, si es noticiable, también merece ser publicada.

Nuestro nuevo mundo regido por opinólogos y catedráticos en deontología de 280 caracteres seguirán llenándose la boca con la muerte del ‘off the record’, cuando lo más cerca que han vivido uno habrá sido viendo desde su sofá la serie ‘The Newsroom’. La triste verdad es que esta figura periodística hace años que agoniza porque ni las fuentes son ya de fiar, ni los periodistas tienen garantías de que estirar del hilo no acabe con su carrera profesional. Pero no olvide que el ‘off the record’, sin que usted lo sepa, le hace mucho más libre. Aunque no pueda decirles quién me lo ha dicho.