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Ana Asión Suñer investigadora y docente: “En ausencia de libertad, los creadores agudizan el ingenio para sacar adelante sus obras” Ana Asión Suñer investigadora y docente: “En ausencia de libertad, los creadores agudizan el ingenio para sacar adelante sus obras”
Ana Asión con su libro en el Parque Grande José Antonio Labordeta de Zaragoza. Carlos Gurpegui

Ana Asión Suñer investigadora y docente: “En ausencia de libertad, los creadores agudizan el ingenio para sacar adelante sus obras”

La turolense firma ‘La cultura audiovisual en Aragón durante la Transición. Búsquedas y alternativas’
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Ana Asión Suñer (La Puebla de Híjar, 1989) es doctora en Historia del Arte por la Universidad de Zaragoza, especializada en cine e historia contemporánea de España, gestora y divulgadora cultural. Entre sus publicaciones se encuentran los libros El cambio ya está aquí. 50 películas para entender la Transición española (2018) y Cuando el cine español buscó una tercera vía (1970-1980). Testimonios de una transición olvidada (2018). Además ha dirigido el cortometraje El sueño de Ezequiel, sobre el casino de su pueblo: La Puebla de Híjar. Rolde de Estudios Aragoneses acaba de editar su último trabajo, La cultura audiovisual en Aragón durante la Transición. Búsquedas y alternativas, un valioso volumen sobre los fundamentos del cine y la cultura aragonesa en esta difícil pero esperanzadora etapa de cambio político y social. 

Un libro que pone en valor a los principales grupos, agentes y personalidades de este importante periodo, y que para Asión ha sido “la oportunidad perfecta para dar el salto del ámbito nacional al regional, algo que me apetecía desde hacía bastante tiempo. Investigar una vez más sobre los años setenta, esta vez en Aragón, ha sido gratificante a muchos niveles. No solo he descubierto la riqueza de propuestas culturales que aparecieron en aquellos instantes, sino que a su vez he tenido la oportunidad de estar en contacto con algunos de sus protagonistas, como Eloy Fernández Clemente, Joaquín Carbonell, Julio Sánchez Millán, Alejo Lorén o Eugenio Monesma”. 

-Como destaca su compañera Amparo Martínez, todavía quedan cuestiones pendientes en relación con los orígenes del cine, y en especial en el caso de Teruel.

-A medida que nos alejamos temporalmente aumenta la dificultad a la hora de conocer con exactitud nuestra historia, es algo evidente. En el caso del cine español, se suma el hecho de que se conservan muy pocos títulos de sus inicios. Teruel no es una excepción, aunque sí que es verdad que se han ido haciendo pequeñas aportaciones que han ayudado a completar este panorama. La revista Cabiria, Cuadernos Turolenses de Cine es uno de los mejores ejemplos.      

-Defina ‘cultura audiovisual’. Hasta dónde sus fuentes y sus límites.

-En esta ocasión me pareció el término perfecto para englobar todas las manifestaciones sobre las que quería hablar. El cine, por supuesto, pero también la música, la pintura, el teatro o parte de la prensa escrita que sirvió de altavoz social, político y cultural de aquella década, como Andalán o El pollo urbano. 

-La más peliaguda, ya de comienzo, defina ‘Aragón’. ¿Se atreve?

-Muy sencillo: Polvo, niebla, viento y sol. No se me ocurre una definición que pueda ajustarse mejor a nuestra tierra. Ni una persona que la conociera mejor que José Antonio Labordeta. 

-En la misma línea, como apunta su prologuista Antonio Tausiet, “el temperamento y la creación artística de un territorio van ligados a su paisaje y su clima”.

-El mejor ejemplo es el amplio abanico de costumbres entre los distintos territorios. La diversidad es riqueza, de ahí la necesidad de respetar, conocer y conservar este patrimonio. En Aragón somos afortunados en ese sentido, ya que contamos con paisajes y clima diferentes; lo que se traduce en propuestas variadas y, en muchas ocasiones, complementarias. 

-Y en dos líneas, con rigor y sinceridad: ¿existe un cine aragonés?

-Como construcción semántica para designar a los profesionales nacidos o que han desempeñado su labor en la comunidad, así como a cualquier obra audiovisual vinculada con ella, está claro que sí.    

-Quizá la asignatura pendiente sea que no vivimos en permanente tránsito, que confiere una forma de ser y de estar como testigos y relatores visuales.

-Pienso que somos fruto de nuestro tiempo, nuestras circunstancias y nuestro aprendizaje. Más allá de eso, cada individuo decide si se acomoda al statu quo o prefiere experimentar otras opciones. Nos guste o no, cada sociedad es el resultado de ambas posturas, por lo que creo que el verdadero avance se consigue cuando el colectivo permite la óptima convivencia entre las dos.   

-Como apunta en su libro, ¿fue la sociedad de entonces un grupo humano más afanado en búsquedas que la de ahora, que tenemos hasta Google?

-Era diferente. Hay que pensar en el lastre que supuso a muchos niveles la permanencia durante casi cuarenta años de la dictadura franquista. En ese contexto, con esa ausencia de libertad, los creadores agudizaron el ingenio para conseguir sacar adelante sus obras. 

-Desetiquete mitos y sonsonetes que no lo eran tanto, por favor.

-Personalmente me ha sorprendido la actuación de unas autoridades que más allá de mantener el orden social, conseguían todo lo contrario: dejar en evidencia ante la población una serie de comportamientos torpes e incoherentes, resultado de una política basada exclusivamente en el miedo. Uno de los ejemplos que más me llamó la atención fue el de la censura en el caso de los cantautores, variable dependiendo de la localidad donde actuaban. 

-En su nuevo libro de investigación, reflexión y proyección, ¿qué ha sacado usted como especial novedad?

-La responsabilidad de seguir indagando, escribiendo y haciendo crítica acerca de una época sobre la que todavía no está todo dicho.    

-Comienza con un apartado dedicado a la cultura à bout de souffle…

-En primer lugar, el lector tiene que situarse sobre el terreno, y para ello lo mejor es dar unas pinceladas sobre lo que estaba ocurriendo a nivel nacional. La incertidumbre y la esperanza que acompañaron a todos estos cambios fueron comunes en un país que en poco tiempo asistió a la transición entre dos sistemas políticos completamente antagónicos.  

-Al inicio de los 70, Eloy Fernández Clemente quiso arrancar Andalán desde Teruel.

-Concretamente el 23 de enero de 1970 comenzó a solicitar en Teruel una serie de permisos que permitieran el nacimiento de la revista. Tras varios intentos, finalmente lo consiguió en Zaragoza, donde se había trasladado junto a José Antonio Labordeta. El primer número de Andalán apareció el 15 de septiembre de 1972.

-La nueva prensa, las artes plásticas, la canción de autor… todo confluía y muchos de sus protagonistas ejercían varios roles.

-Andalán es el ejemplo perfecto para visibilizar todas las sinergias que existieron entre las diferentes manifestaciones culturales. En el periódico confluyeron los rostros más destacados del ámbito intelectual aragonés, como José Antonio Labordeta, Gonzalo Borrás, Vicente Cazcarra, Guillermo Fatás, Carlos Forcadell, Emilio Gastón o Alberto Sánchez Millán.

-Aparece también la televisión como supuesta alternativa. ¿En qué ayudó, posibilitó? La televisión es nutritiva, decía Aviador Dro.

-Desde su llegada a finales de los años cincuenta, la televisión poco a poco fue conquistando a un público que se mantendría fiel con el paso de los años y las décadas. Una circunstancia que le obligó a perfeccionar su sistema y a ampliar su oferta. Aragón fue testigo a finales de los años setenta de la llegada del Centro de TVE, cuya primera emisión tuvo lugar el 6 de julio de 1979.

-Más allá de fancines y cómics, ¿verdaderamente existió una corriente contracultural en Aragón?

-La década de los setenta en España fue proclive a la aparición de propuestas que se encontraban en los márgenes del discurso oficial. Nuestra comunidad autónoma no fue ajena a esta situación, y la mejor muestra de ello es sin duda la aparición en 1977 de la revista El Pollo Urbano. Vinculada con ella se encontraban toda una serie de individuos que desarrollaron una trayectoria dentro de esta línea, y no solo desde la publicación, sino también fuera de ella. El propio Dionisio Sánchez, uno de sus impulsores, había fundado con anterioridad la compañía de teatro independiente El Grifo.   

-Sitúe a algunos de sus personajes más insignes… Manuel Rotellar, por ejemplo, que en 1970 inauguró los Ciclos de Cine de Autores Aragoneses.

-Pese a todos los movimientos que con anterioridad se habían llevado a cabo a favor del audiovisual aragonés, no es hasta 1970 cuando apareció un verdadero compromiso por ponerlo en valor y reivindicarlo. Éste llegó a través de la figura de Manuel Rotellar, quien en ese año inauguró los ciclos de Cine de Autores Aragoneses (1970-1974). Pero su actividad no terminó ahí. No solo se dedicó a su exhibición, sino que además publicó numerosas críticas, artículos y libros vinculadas con el cine aragonés.  

-Realizadores, cineastas, hombres casi por completo, ¿no es así? ¿Qué pasaba que no había mujeres con cámara y voz cantante?

-Indudablemente el protagonismo era, en su mayoría, masculino. Una tendencia que sin embargo con el paso del tiempo ha ido cambiando, observándose actualmente que nombres como Mercedes Gaspar, Paula Ortiz, Isabel Soria o Pilar Palomero han hecho que nuestro séptimo arte también hable en femenino.

-Antonio Maenza desde Cella y desde lo que podíamos llamar vanguardia, más allá del cine amateur, “al margen de todo tipo de convencionalismo”.

-Entre finales de los años sesenta y los setenta, Maenza fue uno de los cineastas más interesantes del panorama audiovisual aragonés, ya que desarrolló toda una serie de trabajos en los que buscaba experimentar con todas las posibilidades formales de la época. Aunque su nómina es reducida, destacaron sobre todo tres películas: El lobby contra el cordero (1967-1968), Orfeo filmado en el campo de batalla (1968-1969) y Hortensia/Béance (1969).

-¿Más nombres propios de este periodo vinculados a Teruel?

-Si avanzamos un poco más, encontramos que en 1983 se celebró en Teruel la I Muestra de Cine en Super 8, de la que surgieron grupos como San-Gría Films -Vargas Bros (Tomás Pérez, Jesús y Elifio Feliz de Vargas y Fermín Pérez), La Estética Moderna PC-PKB 6 (Ángel Gonzalvo, Félix Serna y Julián Martín), Savijuc o Estela Producciones de Imagen (Víctor Lope y José Miguel Iranzo). En estas mismas fechas, destacó a su vez la labor del Seminario de Arqueología y Etnología Turolense.

-Y el bueno de Antonio Artero, que despuntó con su ‘Monegros’ (1969), también cuenta con un apartado especial.

-Monegros (1969) de Antonio Artero fue uno de los productos más relevantes que se realizaron a finales de los años sesenta. Un reportaje sobre la comarca que, sin embargo, no quedó exento de polémica, ya que la Caja de Ahorros de la Inmaculada decidió con posterioridad secuestrar las copias.  

-¿Qué cree usted que diría Chomón a los chicos y chicas de los Premios Simón? ¿Y qué les espetaría don Luis?

-Estoy segura de que se sentiría orgulloso de la trayectoria in crescendo que ha experimentado el cine aragonés a lo largo del siglo XX, adaptándose e innovando en cada momento. Igual don Luis, que no era muy dado a los premios, pensaría algo similar pero lo expresaría de otra manera… 

-En pleno aniversario, quizá la cuestión no sea recuperar estrenos tardíos como el de ‘Viridiana’, sino que como Buñuel, en Aragón no han existido más genios de su calibre en esto del cine.

-Bueno, pero como en todas las disciplinas. Ésa es precisamente la cualidad más destacada de los genios, que hay uno entre un millón, ¡Y en Teruel tenemos varios! 

-Filmmakers, como dice la industria, cineastas que acostumbran hacer casi de todo.

-Hombres y mujeres renacentistas, mentes brillantes a las que envidiamos el común de los mortales. No obstante, desde mi propia experiencia, si algo me ha demostrado la práctica cinematográfica es que se trata de una labor grupal, donde cada pieza cuenta, y solo cuando todas ellas funcionan en armonía se llega a los mejores resultados. La colectividad frente a la individualidad, la suma de potenciales para lograr el éxito.