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Vaquilla clandestina Vaquilla clandestina

Vaquilla clandestina

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Javier Silvestre

No sé ustedes pero yo ya lo tengo más que asimilado: la Vaquilla de este año no existe. Lo sabemos desde hace semanas pero hay quien no quiere asumirlo. Me llegan rumores (que siempre son la antesala de la noticia) sobre grupos de gente que están alquilando naves industriales o locales para hacer su Vaquilla clandestina. Les da igual que un virus se haya llevado por delante a un número de personas similar a los habitantes de toda la ciudad de Teruel. Lo importante para algunos es... no perder las costumbres.

Estos días en Teruel me he alegrado de no ser joven y haber superado la adolescencia. Sólo esta etapa de la vida te lobotomiza, haciéndote pasar de todo, sin tener miedo a nada y jugándote la vida de tus seres más cercanos para poder bravuconear ante tus amigos. He visto chavales haciendo botellón en Fuentecerrada en plena tarde, a cuadrillas retozando en el parque de los Fueros aprovechado la oscuridad de la noche y, claro está, muy poca mascarilla en esos rostros aún imberbes. 

Así que me voy preocupado. Porque me da la sensación que la semana que viene veré en mi informativo imágenes que me avergonzarán. Seremos noticia por lo que ocurrirá en la plaza del Torico a la hora de la puesta del pañuelico, o porque desalojarán una nave industrial atiborrada de jóvenes (y no tan jóvenes), o porque alguien decidirá emular el toro ensogado a plena luz del día.

Somos así de primitivos y de egoístas. Sólo hace falta ver las imágenes de otras localidades españolas donde decenas de chavales se agolpan en las calles, ataviados con el traje de fiestas, durante horas y sin que nadie lo evite. Por eso esta columna de hoy es un llamamiento. Pero no a estos irresponsables que prefieren una buena borrachera a salvaguardar la salud de todos nosotros, sino a quienes nos gobiernan.

Esto es Teruel. Y si yo que he pasado dos días en la ciudad podría hacer un programa de fiestas con los horarios de la Vaquilla Clandestina, supongo que la autoridades también podrán hacerlo… Y evitarlo. ¡Que no les tiemble el pulso porque nos jugamos mucho! Y si hay que desalojar, multar o llevarse a alguien a comisaría se hace sin ningún tipo de miramiento.

La ciudadanía no entendería que el sacrificio de todos, el tener que renunciar a nuestro fin de semana más preciado, acabe siendo la fiesta de unos pocos imbéciles. Y aunque el Ayuntamiento ya haya advertido que tomará medidas y pese a que tenga limitada su capacidad para restringir nuestras libertades, debe mostrarse implacable aferrándose a cualquier normativa municipal que impida la celebración de estas fiestas paralelas. 

No voy a gastar ni una sola letra en disuadir a los que pretenden montar su Vaquilla a la sombra porque dudo de su capacidad para entender ni tan siquiera el título de esta columna. Pero sí que exijo, como turolense y vaquillero, que las autoridades protejan a mi familia, a mis amigos y a mis vecinos para que la dolorosa decisión de no celebrar nuestra Vaquilla no caiga en saco roto por culpa de unos descerebrados que no merecen el más mínimo respeto.