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Carlos Guillén, propietario del restaurante La Torre: “Creo que lo peor de la crisis está aún por venir, habrá un bajón fuerte en la economía” Carlos Guillén, propietario del restaurante La Torre: “Creo que lo peor de la crisis está aún por venir, habrá un bajón fuerte en la economía”
Carlos Guillén, en su restaurante La Torre, que está junto a la Torre del Salvador, en Teruel

Carlos Guillén, propietario del restaurante La Torre: “Creo que lo peor de la crisis está aún por venir, habrá un bajón fuerte en la economía”

“Las comidas para llevar han servido, a partir del 23 de abril, de pulmón para mantener la tesorería del negocio”
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Cruz Aguilar

Carlos Guillén lleva desde 2001 al frente del restaurante La Torre, aunque previamente había trabajado, junto a su familia, en el restaurante Torre del Salvador, que abrió sus puertas en el año 1989.

-¿Desde cuándo dan comidas para llevar?

-Ya en el año 75 mis padres hacían pollos y paletillas para llevar en el bar de la Estación, que llevaban entonces.

-¿Tuvieron que hacer un Expediente de Regulación Temporal de Empleo?

-Sí, poco a poco hemos ido rescatando del ERTE, ya tengo más de la mitad de la plantilla sacada y a mitad de este mes estará toda la plantilla pero con restricciones, de momento no a tiempo completo.

-¿Cómo han sido estos meses de confinamiento?

-Evidentemente mal, como para el resto del sector, pero nosotros hemos tenido la suerte de tener la comida para llevar, como hacíamos desde hace tantos años y teníamos la licencia, ya en las primeras fases de la desescalada no todo el mundo podía hacer comida para llevar con recogida en el local. Empezamos a hacer comida para llevar el 23 de abril, en ese momento estábamos nosotros y poco más, porque en el estado de alarma solo podían recoger en el local los que tenían la licencia de antes. Eso ha servido de pulmón para mantener la tesorería del negocio, pero evidentemente en el restaurante no hemos hecho nada, llevamos solo un mes abierto.

-¿Es la peor crisis que ha vivido en sus años en hostelería?

-Suelo ser optimista, pero creo que lo peor está por venir. Va a haber un bajón en la economía muy importante que vamos a notar todo, más nosotros que dependemos tanto del turismo. La ventaja en el caso de Teruel es que el 90% de nuestro turismo es nacional, que es el que puede viajar a día de hoy y eso nos va a favorece . Dentro de ese turismo nacional, el 80% es de la comunidad valenciana y creo que lo vamos a notar menos que en sitios como la costa o las islas o incluso las grandes ciudades. Otra cosa es que cuando se vea la realidad de esta pandemia, el verano no es el termómetro real del año, veremos muchas empresas que no han abierto, otras que han cerrado y personas que no van a recuperar su empleo y eso se va a notar. Esperemos que el impacto no sea muy grande porque si en una familia uno de los miembros pierde el trabajo consumen y viajan menos y este sector nuestro es ocio, no necesidad.

-¿Cómo nota a los clientes?

-Con muchas ganas de salir, de poder hacer las cosas que se hacían antes con normalidad como ir a comer a un restaurante con la familia. Las primeras semanas creo que tanta información que creó una desinformación de qué se podía y qué no se podía hacer, había muchas dudas a la hora de proceder en un establecimiento. Nosotros intentamos informarnos al máximo, nos llega mucha información a través de nuestras asociaciones y se la transmitimos para tranquilizarles y que vean que el servicio es el óptimo, se adoptan las medidas de seguridad para que ellos simplemente tengan que comer. La gente te preguntaba cosas como si se tenía que poner la mascarilla para ir al baño, iban muy perdidos. 

-¿En qué ha cambiado la forma de atender al cliente?

-Además de mantener una distancia de seguridad en mesas, que nosotros ya teníamos, aunque hemos tenido que quitar alguna, las medidas de higiene como usar el gel hidroalcohólico a la entrada, hemos cambiado jabones por espumas higienizantes, en el mostrador pusimos mesas para que la distancia fuera mayor. Tanto camareros como cocineros llevan mascarilla, que es lo que peor se lleva porque son muchas horas y es un incordio, pero al final te acostumbras y ya ni te acuerdas. Hemos implementado la limpieza tras cada servicio, y toda la vajilla va al lavavajillas, aunque eso ya se hacía.

-¿Costó que la gente hiciera pedidos para recoger?

-Costó pero muy poco porque  éramos los únicos que disponíamos de comida de recogida y las ganas de salir ayudaron mucho, aunque solo fuera para recoger un pedido. Se notó llevar tantos años y tener una cartera de clientes amplia. La reacción de la gente ha sido excepcional, estaba muy contenta, se ha agrandado la cartera de clientes, la gente se ha sentido responsable de hacer gasto y reactivar la economía.

-¿Las reservas han vuelto a la normalidad?

-Se empiezan a activar ahora, los aforos son al 75% por lo que se llena antes el establecimiento. Nosotros ya funcionábamos con reserva porque solíamos tener el aforo completo.

-¿Ha cambiado la demanda?

-Quieren los platos de siempre y reaccionan muy bien a todas las cosas nuevas que propones. Por ejemplo en la comida para llevar teníamos una oferta principal de asados que hemos acompañado de otros platos a los que la gente ha respondido muy bien, sacas algo nuevo y lo quieren probar y luego suelen repetir.

-Estamos en la nueva normalidad, ¿volveremos a la vieja normalidad?

-Creo que la forma en la que hemos vivido nunca será igual, ha habido cosas que han cambiado para mejor y otras que han cambiado para peor, pero esa forma de vida anterior no regresará.