Síguenos
2020, LA VAQUILLA QUE NO FUE. José Luis Monge, el vaquillero misterioso que puso el pañuelico al Torico en 1983 2020, LA VAQUILLA QUE NO FUE. José Luis Monge, el vaquillero misterioso que puso el pañuelico al Torico en 1983
José Luis Monge, en una foto de los años 80 tomada durante la Vaquilla. Archivo familia Monge Sanz

2020, LA VAQUILLA QUE NO FUE. José Luis Monge, el vaquillero misterioso que puso el pañuelico al Torico en 1983

Su nombre ha permanecido en el anonimato 37 años, aunque la familia sí conocía la hazaña
banner click 244 banner 244
Cruz Aguilar

José Luis Monge Calleja fue el vaquillero que le puso el pañuelo al Torico en el año 1983 en representación de la peña El Ajo, de la que entonces formaba parte. Su nombre no pasó a la historia, como sí hicieron el del resto de los que han tenido el honor de trepar por la columna, debido a que su ascenso fue casual y a que en esa época apenas se daba cobertura informativa al acto. 
Ese año la peña le ofreció poner el pañuelico a Pepe Aznar, un veterano de El Ajo que declinó la invitación porque tenía previsto dejar la directiva y no le pareció lo correcto. La sustituta fue una mujer, en un intento de la peña por ostentar el honor de ser la primera en que fuera una chica la que lo colocara. La puesta del pañuelo era un acto poco multitudinario que no creaba tanta expectación como ahora, entonces no había ensayos ni demasiados hombros sobre los que trepar y la joven comenzó a subir, pero tuvo miedo. En un instante José Luis Monge Calleja decidió escalar él mismo, sin preparación previa y sin un pañuelo rojo que atar al Torico. Le colocó el de cuadros azules y blancos que él vestía –y siguió llevando durante todas sus vaquillas–, pero tras él subió otro joven, “posiblemente de Calatayud”, relata Tere Sanz, que era entonces la novia de José Luis Monge y ahora es su mujer. El bilbilitano trepó con el pañuelo rojo que debía de colocar la vaquillera de El Ajo, de forma que el Torico perdió su oportunidad de lucir un pañuelo que no fuera encarnado durante la fiesta grande de Teruel.
El grupo de amigos de José Luis Monge y Tere Sanz se reunían antes de comenzar la Vaquilla en La Zona, al lado de un bar llamado Zeus, y allí decidieron, según cuenta la mujer, que fuera Pepe Aznar el que subiera, pero él se negó, una decisión que sus hijos y amigos aún hoy no comprenden. “Pasó a ponerlo una chica, pero realmente entonces lo del pañuelo no tenía importancia, era el segundo año que se colocaba de forma oficial, no estaba institucionalizado”, detalla, para añadir que apenas se juntaban en la plaza “200 o 300 personas” porque en esa década el acto popular era el Campanico. 
Cuando llegaron al pie de la columna la chica empezó a escalar con tan solo 2 filas de personas abrazando el pilar: “Se ponía el que llegaba primero, no se ensayaba nada ni se sabía, como ahora, quién se iba a colocar en cada sitio”, relata Tere Sanz. La joven de El Ajo sintió miedo porque había que trepar a pulso y el marido de Tere Sanz  -entonces novio– no dudó en coger el relevo: “La chica se asustó, es lógico, tenía que subir a pulso todo el pilón”, dice la vaquillera. Pero José Luis Monge Calleja no lo hizo solo y tras él ascendió otro joven que Tere Sanz cree recordar que era de Calatayud. Fue Monge el que le colocó el pañuelo, aunque era a cuadros azules y blancos y el bilbilitano lo quitó y le puso el que él llevaba, que era el que se había preparado para que lo colocara la chica, cuyo nombre sigue siendo un misterio.

Ya en acto oficial
La peña de El Ajo era de jóvenes y aunque tuvieron el honor de colocar el pañuelico el segundo año en el que se el acto figuró en el programa (hasta entonces  lo colocaban los vaquilleros de forma improvisada), muy pocos miembros que estaban entonces en esa agrupación festiva recuerdan quién fue la persona que vistió al Torico de fiesta en ese año 1983.
“Mi marido siempre ha contado que él le puso el pañuelico porque es un orgullo para cualquier turolense, pero en el momento en el que él subió no era algo importante”, comenta la mujer mientras mira la casaca de su esposo llena de escudos de peñas. Cuesta discernir en ella cuántos años formaron parte de El Ajo, a la que llegaron desde El Trago, relata, porque los escudos están totalmente descoloridos y no se ven en ellos las fechas.
 En todos sus años de vaquilla José Luis Monge Calleja ha pasado por tres peñas, El Trago, que fue la primera de la que formó parte, El Ajo, donde estuvo desde 1979 hasta 1996 y La Unión, a la que se cambió pocos años después de nacer sus hijos, “porque El Ajo no era una peña para niños”, justifica Sanz. Ahora hace 4 años que, por cuestiones de salud, Jose Luis Monge no luce su casaca vaquillera, que guarda con mimo aunque no fue con la que trepó al Torico. “Hubo que cambiarla, estaba muy vieja, pero pasamos todos los escudos, aunque de algunos solo queda la tela, porque en El Ajo en esos años no eran bordados sino pintados y se han borrado”, relata la mujer. 
El escudo de El Ajo de ese 1983 está borrado en la gorrinera de José Luis, pero tanto él como Tere tienen grandes recuerdos de una Vaquilla que vivieron intensamente, como todas, pero con la peculiaridad de que ese año el joven inició la fiesta besando al Torico. “Fue instantáneo, no subía nadie y subió a pelo”, narra ahora la mujer. Bajó con todas las hendiduras que tiene el fuste grabadas en sus brazos y con otras tantas marcas en el corazón por sentir una Vaquilla más desde dentro que nunca. “Siempre ha dicho que arriba había unas luces que estaban rotas y que casi se cortan”, comenta su mujer, quien insiste en que el acto no tenía nada que ver con la forma en la que se vive ahora, que es el momento más multitudinario de la fiesta. 
De ese año se conserva una foto publicada en 1984  el especial sobre la Vaquilla del Ángel de Diario de Teruel. En ese 1983 las noticias sobre la fiesta no recogieron la Puesta del Pañuelico porque el acto transcendental era el Campanico.
El nombre de José Luis Monge Calleja no figura, hasta hoy, en ninguno de los libros ni artículos que se han escrito sobre las fiestas mayores de Teruel. Para él y toda su familia es un orgullo que en ese 1983 estuviera tan cerca del Torico y ahora, 37 años después, por fin, su nombre pasará a la historia por ser uno de los pocos turolenses que ha tenido el privilegio de dar comienzo a los días grandes de la ciudad.